El día anterior habían llevado el árbol y lo colocaron en medio de la sala, Louis dejó encargado a los trillizos mayores de que abrieran todas las ramitas ya que venían pegadas unas con otras y cuando unos trabajadores llegaron a dejar el árbol les pagaron extra por hacer su trabajo, Louis no lo sabía, de lo contrario se abría enojado por el inexistente espíritu navideño de sus esposos, pero lo bueno que el árbol estaba listo para ser decorado.
En el living se encontraban varias cajas esparcidas en el suelo, dentro estaban los diferentes adornos para el gran árbol que recientemente habían adquirido, eran a penas las siete de la mañana y los niños ya estaban desayunando ansiosos por comenzar a decorar la casa, los trillizos mayores aún dormían profundamente y Louis, él ya andaba entrando las cajas de decoraciones quizás aun más ansioso que los niños.
- Zaus mi vida - le dijo Louis acariciando la cabeza del animal que comía tranquilamente en el jardín recibiendo un ronroneo de su parte.
Algunas pequeñas bolitas habían desaparecido y temía que los tigres se las hayan comido o arruinado. Finalmente las encontró aplastadas cerca de dónde estaban los tigres más jóvenes, haciendo una mueca las recogió y tiró a la basura.
- Niños, pongan los platos en el lavado y vayan a bañarse, tenemos mucho que ordenar - murmuró sacando todas las guías de luces.
Los trillizos obedientemente murmuraron un "si mami" y terminaron de desayunar. Luego se unieron a su padre para comenzar a abrir las cajas, cada caja contenía un tipo diferente de esferas, rojas, verdes, azules, con brillos, decoradas, con nombres de la familia, plateadas, amarillas, etc.
Los pequeños comenzaron a decorar la parte de abajo del árbol, colgando muchísimo adornos, Louis se encargo de la parte de arriba y tenia lista una escalera para continuar con la decoración en la punta del árbol.
Pasaron toda la mañana y parte de la tarde terminandolo únicamente se detenían para poder almorzar o alguna merienda. Los trillizos les prometieron a sus pequeños una noche de películas navideñas, todos aceptaron, Louis y Marcel se ofrecieron para hacer las galletas y Harry y Edward la cena.
Las galletas tardarían más en estar por lo que Louis y Marcel fueron a hacer las cosas para poder meterlas en el horno.
Louis puso algo de música y movía sus caderas de un lado a otro balanceándose mientras tarareaba la canción y terminaba la decoración de las galletas.
Marcel lo miraba embobado mientras que Louis seguía en su mundo terminando de meter las galletas al horno, el rizado se acercó a él y lo tomó de sorpresa depositando un beso en la parte de atrás de su cuello.
- Si sigues moviéndote así, harás que te folle aquí mismo - le dijo haciendo una pequeña marca en su cuello.
- Quizás quiera que lo hagas - dijo suave cerrando sus ojos.
Marcel no respondió, simplemente lo volteo y lo sentó sobre la mesa de madera frente a la cocina. El rizado deslizó rápidamente el pequeño short dejándolo en unas pequeñas bragas de encaje.
- No las vayas a... - No terminó de decir porque sus bragas favoritas estaban rotas en el piso.
- Lo siento, te compro otras - dijo el rizado besándolo.
Louis sintió y cuando se separaron, abrió sus piernas para darle la bienvenida, Marcel acarició sus piernas hasta llegar a su parte íntima, tomó su miembro que ya estaba goteante y acarició la punta en círculos haciendo temblar a su esposo. El castaño mordió fuerte su labio evitando que algún sonido saliera de su boca y se aferró al borde de la mesa.
- ¡Chicos apurense! - gritó Harry desde el living.
Louis abrió mucho sus ojos y trató de alejarlo pateandolo un poco recibiendo únicamente un apretón en su pene como advertencia.
- Te iras cuando yo te lo ordene - Marcel le susurró en el oído haciendo que Louis soltara un agudo gemido, es que joder su voz! - Ahora abre las piernas y toma mi pene.
Louis abrió sus piernas obedientemente y el rizado se bajo un poco sus pantalones dejando libre su erección. Marcel se inclinó un poco y lamió la pequeña entrada, Louis chilló tirando la cabeza hacia atrás. - Por favor, por favor de nuevo.
Marcel obedeció y Louis tiró de sus rizos jadeando. Cuando el mayor pensó que estaba lo suficientemente mojado para continuar, finalmente alineó su pene en la entrada húmeda.
- Espera, no me has preparado - dijo Louis rojo de la vergüenza.
Marcel sonrió tiernamente y sin previo aviso se adentró en él.
- Idiota - chilló el menor hundiendo sus uñas en los brazos del rizado.
- Lo siento amor pero no tenemos tiempo - dijo con una sonrisa comenzando con unas estocadas duras.
Louis se mordió el labio inferior para evitar gemir alto mientras recibía cada una de las embestidas, cada una igual de dura que la anterior llegando a tocar en repetidas veces el punto dulce en su interior haciéndo que pequeñas lágrimas se formaran en sus ojos, necesitaba gemir y desahogarse del placer que estaba sintiendo pero muy cerca estaban sus hijos y no tenían porque escuchar esto, sería jodidamente vergonzoso e inapropiado, estúpido rizado calenturiento.
- Joder - chilló sintiendo como el orgasmo se comenzaba a formar en su vientre, pequeñas descargas recorriendo su cuerpo, sus pezones estaban tan duros y rojos.
No tardó mucho cuando sintió como el líquido caliente lo llenaba por completo haciendo que su orgasmo lo golpeara derribandolo en la mesa. Marcel se inclinó para besarlo sin dejar de moverse dentro de él hasta que cada gota de su corrida quedó muy dentro del castaño.
- Ese fue uno de los orgasmos más increíbles que he tenido - dijo Marcel saliendo de él y acomodando su ropa.
- ¡Mami, papi Edward está de gruñón! - gritó uno de los pequeños.
Louis se levantó rápidamente y se vistió - Soy un desastre me iré a dar una ducha, encargate de este desastre y saca las galletas del horno.
Marcel asintió y Louis subió tan rápido como pudo para darse una merecida ducha y luego continuar con la noche de películas navideñas familiares.