𝙱𝚊𝚛𝚋𝚊

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—No respires.—susurró Yoongi a Hoseok.—Esto me ha costado demasiado como para perder la oportunidad y la vida.

El hombre frente a él, lo observaba indeciso.

—¿Están seguros de que Joosuk los mandó? Pueden cortar mi garganta si no es así.—preguntó rascándose la cabeza.

Hoseok asintió frenéticamente.

—Que si, nos dijo que debíamos recoger algo. Si quieres puedes preguntarle.—el hombre tocó su bolsillo buscando su teléfono.—Aunque cuando nos llamó, estaba de un humor terrible. ¿No es cierto, Hotak?—preguntó Yoongi, pero Hoseok no contestó y tuvo que golpear su brazo haciendo que recuerde su "nombre".

—¡Oh, si! Mis piernas temblaron de miedo.—exageró recibiendo otro golpe de su amigo.

Para sumar la tensión al momento, el tipo de cabello oxigenado recibió una llamada y Yoongi inició sus oraciones a quien sea pudiere escucharlo.

—¿Jefe Yoobin? ¿Cómo está hoy?—preguntó con un tono de sumisión absoluta, inclusive agachando la cabeza como si este pudiese verlo, en el mundo animal este tipo de conductas son bastante cotidianas, los débiles se agachan y muestran el cuello a los más fuertes mostrando que no son una amenaza por lo tanto el dominante no los dañará, en estos ambientes también era algo similar, el que tiene poder reina y gobierna sobre otros hasta que se topa con uno mucho más poderoso y se convierte en una cadena de nunca acabar.

Se escucharon unos cuantos gritos tras el teléfono, el tal Yoobin no gozaba de buen humor. ¿Para estar en este oficio era requisito tener el hígado en la lengua?

—¡Oh, si señor! Una pregunta más, han llegado dos tipos, Joon y Hotak, fueron enviados por Joosuk para recoger los paquetes que se enviarán a Daegu el día de mañana, por lo que veo no tienen mucho tiempo en esto. ¿Usted considera que deberían ir a ver al señor Dong en sus circunstancias?

Era claro, iban a morir.

—Si, está bien.

Hoseok se preguntaba el porqué del ceño fruncido de el oxigenado mientras los veía fijamente.

—Genial, por su culpa tendré que ver a ese viejo puerco.—se quejó por fin.—Es un señorón desagradable, he estado evitando cruzármelo y ahora debo acompañarlos para asegurarme de que no destruyan el negocio con la gente de Daegu.

—¿No viajaremos a Daegu o si?—preguntó Hoseok.

—No, idiota, por cierto, soy Heechul.—se presentó con pocos ánimos.—Soy mayor que ustedes y tengo más experiencia, así que, respétenme y escúchenme que es más importante.

El tic toc del reloj de aguja en esa vieja oficina de una tienda de venta de autos usados, estaba terminando con la paciencia de Yoongi

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El tic toc del reloj de aguja en esa vieja oficina de una tienda de venta de autos usados, estaba terminando con la paciencia de Yoongi.

Unos minutos más tarde apareció un hombre muy bien vestido, claramente era un pez gordo, Hoseok juraba haberlo visto en algún otro lado, no lo recordaba, pero Yoongi sí, aún sabiendo ello, tuvo que callar y bajar la cabeza.

Tinta NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora