𝙿𝚛𝚒𝚖𝚎𝚛 𝚍𝚎𝚜𝚎𝚘 𝚑𝚘𝚖𝚒𝚌𝚒𝚍𝚊

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—¿Estás loco? ¿Crees que es bueno para ti hacer todo esto?—preguntó el hombre claramente enojado.—¿Cuánto crees durar? Tu contextura lo hace más llevadero, pero no será más que un mes para que ya no puedas ocultarlo, entonces ¿Qué harás?

El rubio se levantó de la camilla, aún sintiendo el gel conductor en su vientre que le fue aplicado para hacer el ultrasonido.

—¿Tienes una toalla?—preguntó ignorando su pregunta, bajo la atenta mirada del doctor que no hacía más que lamentarse por su situación.—Para ese entonces, debo estar lejos de Corea, no puedo quedarme, ni siquiera en un país cercano, sé que puede ser un problema, pero no tengo otra alternativa, el gobierno confiscó todas las propiedades de papá, yo estoy oficialmente muerto, no sé que sucedió con Jungkook, debería ser optimista, pero tengo miedo y, aunque desee quedarme, no queda demasiado para que mi suerte se acabe y termine en manos de Gang.

El doctor trataba de pensar en una y mil opciones, pero ninguna era viable.

—¿Tan fuerte es ahora? Recuerdo que antes dependía de tu padre para moverse.

—A rey muerto, rey puesto. Se trata de la ley del más fuerte, al morir mi padre, con mi desaparición y posterior muerte, no había más que hacer, todos los aliados, los fieles y los perros se fueron con él.—tomó la toalla brindada y se limpió el gel para poder bajar su camiseta.—No los culpo, era eso o la muerte porque en definitiva impediría que dijeran algo que lo relacionara con mi padre, aunque para ser sincero, ese vejestorio casi no daba la cara, muchos de sus hombres ni siquiera lo conocían, ahora con todo bajo su mando, hace y deshace a su antojo.

Tenía escalofríos de solo pensar que ese señor podría llegar a ocupar algún puesto de estado.

—Me carcomen las ganas de ir tras él, de partirle el cuello con mis propias manos, por mi padre, por mi, por la persona que amo, por mi hijo, porque destruyó mi vida entera en venganza como si la escoria de su hijo valiese la pena.—tragó saliva con amargura.—El grandioso Gang SiHyun, un cerdo fetichista igual al padre, cuando supe de su muerte no pude evitar sonreír. Aún cuando sabía que todo se iría al infierno, estuve feliz, muchos niños indefensos se salvarían de él. Nadie volvería a sufrir por su culpa. Mi padre siempre me alejó de esa familia y con justa razón, mamá le repetía a papá que  yo representaba exactamente lo que a los dos les gustaba cuando pensaba que no la escuchaba. Aún con su enfermedad le rogaba cuidarme. Siempre me lo pregunté hasta que tuve oportunidad de saberlo gracias a SungWoon y odié mi curiosidad.

—Entonces ¿Es verdad?

Mujeres y hombres jóvenes amarrados en una especie de cochera enorme, todos tan bellos, del otro lado niños y niñas en la misma situación, todos amontonados y esperando ser llevados a otro país, pero los más hermosos eran escogidos para los Gang.

Mercancía, sus cuerpos, sus vidas, eran mercancías, un simple cambio por dinero. Las lágrimas, la sangre y su dignidad estaban olvidadas tras un camión con olor a petroleo y cocaína.

—Lo es, lo vi. No pude hacer nada, no cuando era socio de mi padre. Con esto no quiero deslindarlo de sus pecados porque ha matado y ha hecho daño a muchas personas, pero él nunca estuvo dentro del negocio de tráfico de personas. Gang SiWoo tiene especial atención por la belleza sea femenina o masculina, eso no le importa. En algún momento SungWoon me contó cómo se deshicieron de un cuerpo que había sido cortado tan perfectamente como si se tratase de las marcas de un cirujano. No es humano, los usa como una barbie en su casa de juguete, satisface sus bajos instintos hasta que sus sentidos explotan de placer y los mata. No quiero hablar de lo que hacía su hijo, eso es aún traumático para mi.—acarició su antebrazo con pesar, repasando una cicatriz antigua en él.

Tinta NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora