𝙻𝚘𝚜 𝚐𝚞𝚊𝚛𝚍𝚊𝚎𝚜𝚙𝚊𝚕𝚍𝚊𝚜 𝚍𝚎 𝙶𝚊𝚗𝚐

1.5K 218 38
                                    

El teléfono en su bolsillo comenzó a vibrar con intensidad, esperó a que parara, pero las llamadas seguían llegando tan insistentemente que tuvo que pedir permiso para contestar.

—Mi hijo está enfermo y le pedí a un amigo que lo cuide, también le indiqué que me llame si era necesario, supongo que es por eso, vuelvo enseguida.—el hombre asintió y lo dejó ir, no sin antes pedir a uno de sus guardaespaldas que vayan tras él.

—Solo vigilen de lejos, nadie debe acercarse a menos de dos metros, conozco a estos viejos asquerosos, mi pieza preciosa no debe ser tocada por nadie más mientras sea yo quien lo haya reservado.—ordenó desde el auricular que llevaba en su oído.

—¿Sigue en pie el plan, señor?—preguntó uno de sus guardaespaldas.

—¿Debo repetirte las cosas? Es mío después de todo y ahora es mucho más valioso que antes.

¿Quién podría adivinar? ¿Quién cuestionaría su cordura? ¿A que mente retorcida se le ocurriría que este hombre coleccionaba a las personas más preciosas que pudiese obtener como si se trataran de juguetes?

Las desapariciones terminaban como casos archivados sin pista alguna.

Los cuerpos irreconocibles sin rastro del culpable, en muchos casos ni siquiera eran encontrados.

¿Cuánto tiempo había evitado tomar a Taehyung como la siguiente pieza de su colección?

Es que este confiaba tanto en él que le contó todo sobre si mismo. Su hijo, su madre, su situación y aunque pecara de despiadado, no pudo ignorar su infortunio y lo dejó vivir en paz.

Sin embargo, aquel día en tv lo vio llorar por Jeon Jungkook, entonces su piedad se acabó.

¿Qué clase de conexión tenían? ¿Él era la supuesta nueva pareja de la que hablaban los medios? ¿Qué escondían? ¿Sabría algo sobre el paradero de Park Jimin? A este punto le convenía tener en sus manos a Kim Taehyung para que pudiese contarle todo lo que sabía, seguramente sería de mucha utilidad.

Había esperado este momento con tanta necesidad, que sus manos sudaban de la emoción por tocar su piel bajo el traje que había mandado a confeccionar a su precisa medida.

En su gran mansión tenía muchos de ellos, ropa de todos los estilos solo para él, una enorme habitación llena de las cosas que seguramente amaría. Un baño preciosamente decorado, un jacuzzi que se moría por probar junto a él.

¿Cuántas veces soñó con esto?

Ya había perdido la cuenta.

Los cuerpos perfectos de alguna que otra modelo de revista ya no eran suficientes, ni los anfitriones más bellos, necesitaba con urgencia calmar su sed de ese cuerpo que jamás se atrevió a tocar esperando en momento exacto en el que pudiese hacer más que eso.

Estrujarlo, sostenerlo y manipularlo a su antojo hasta que no quede un solo indicio de vida en él.

Aunque había otro cuerpo que siempre anheló tener, ese jovencito perfecto, al que tuvo ganas de raptar desde que cumplió trece años, pero claramente estaba prohibido.

El preciado hijo de su amigo y socio. El hombre que lo ayudó a sobresalir y convertirse en uno de los hombres más ricos del país, pero es que este pequeño parecía haber sido tallado en porcelana.

Todo en él era hecho a la perfección, su belleza, carisma, inteligencia, le hicieron enloquecer en muchas ocasiones, tal vez gracias a él tomó a muchos y muchas con algún tipo de parecido.

Solo cuando conoció a Kim Taehyung pudo dividir esa obsesión en dos.

Aún así, tampoco pudo obtenerlo de inmediato.

Tinta NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora