Han pasado algunos años desde que el castillo del rey cayó junto con todos sus habitantes, un dominó que parecía interminable.
Los días, las horas y los segundos se me escapaban de la mano en un momento y luego se volvían desesperantes, deseaban volverme loco, estoy seguro, pero no sucedió.
Pese a todo el príncipe huérfano y fugitivo se levantó de sus cenizas como un fénix y corrió lo más rápido que pudo a algún lugar seguro, aunque no todo fue color de rosa.
Mis pasos marcaban un camino de sangre para todo aquel que mostrara misericordia. El demonio olía mi rastro y esperaba una sola oportunidad para atacarme.
Que lamentable, no lo logró. Aún cuando intentó desaparecer la ultima luciérnaga en mi bosque de noche, esta escapó, voló lejos y pudo encontrarme.
Por mucho tiempo corrimos en dirección contraria y solo podíamos soñar con un encuentro imaginario en el que todo se solucionaba con un beso.
No fue fácil, no tuvimos tiempo de procesar la sorpresa, el dolor, la traición y la decepción. Cada noticia fue lanzada como un balde de agua fría encima de nosotros.
Si pudiese cambiar algo, seguramente lo haría, pero si eso significa alterar nuestro presente, volvería hacerlo todo tal cual.
He sido indulgente y no cuidé de ti, te lastimé una y otra vez. Te presenté un panorama dramático en el que no tuviste tiempo de decidir con tus cinco sentidos, pero elegiste arriesgarte sin una sola objeción.
¿Qué puedo decir?
Miles de veces lamenté retenerte, pero todo eso solo era miedo. Miedo a dañarte, miedo a que sepas quién era realmente y me rechazaras, aunque no pensaba con la cabeza porque tu no eres ese tipo de persona. Eres más de lo que merezco y aunque te moleste que lo diga, no puedo omitir decir que eres lo mejor que pudo sucedernos a JiHan y a mi.
Cuatro años, cuatro largos años difíciles y curativos al tiempo.
Encontré la familia que siempre anhelé y me golpee miles de veces con la muralla del pasado. Con las dificultades del presente y con el temor al futuro, pero has estado en cada paso y yo para ti. No sabes cuándo agradezco poder decir que eres mi esposo y somos una pequeña gran familia de tres.
Jungkook, Park Jimin creció por ti, es feliz por ti, ama por ti, vive por ti, sonríe cada día por ti.
El pedacito de ti que me acompañó en mi intrépido viaje, me ayudó a pensar en mil ideas positivas. El rompecabezas eliminaba los malos pensamientos y los malestares del embarazo me recordaban que el dolor físico podría nublar el dolor del alma por unos cuanto minutos.
Tal vez es por eso que no soporto estar lejos de JiHan durante mucho tiempo y me siento ansioso cuando las maestras no me lo entregan a la hora correcta. Dos minutos de tardanza para mi es un mundo en el que mi pequeño bebé no está conmigo y aunque hemos logrado superar un poco nuestra dependencia, Jungkook, si te llamo contestas al instante, desesperado esperando una mala noticia.
Tenemos muchas tendencias extrañas, pero tenemos muchos años para superar nuestro miedo al peligro constante.
Lo digo por las cuatro cerraduras en la puerta y el timbre de emergencia que suena a cinco casas a la redonda.
Los números de emergencia pegados a un lado del teléfono, la alarma contra incendios o la cadencia de oro de JiHan con una medalla que lleva sus datos y un chip de rastreo.
Aún estando lejos de Seúl y con la persona que destruyó nuestras vidas a varios metros bajo tierra, tomamos precauciones, algunas más intensas que otras, pero todas con el afán no volver a separarnos ni por un instante, jamás.
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Tinta Negra
FanfictionJimin es hijo del jefe de una de las mafias más grandes de Corea. Jungkook es su novio, con el que ha estado saliendo por tres años. Durante todo este tiempo le ocultó la verdad por miedo a involucrarlo. Todo da un giro de 180° cuando una mafia enem...