6. Fiesta

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AINHOA

La fiesta del lago es un evento icónico por aquí, una tradición que los de último año organizan para celebrar y al que invitan a toda la escuela. India y yo nunca nos la perdemos; es la fiesta más grande del año, y siempre es un acontecimiento.

Cuando llegamos, bajamos del auto de Zeke y nos damos cuenta de que ya hay bastante gente. Algunos están bailando, otros bebiendo, y por supuesto, muchos compartiendo besos con desconocidos.

El ambiente es fresco, especialmente por ser al aire libre y en un bosque en medio de la nada, pero la gran fogata en el centro y las luces colgadas en los árboles crean un ambiente cálido y acogedor.

—Bueno, que empiece la fiesta, ¿no? —dice Zeke, rompiendo el silencio.

Vemos a dos chicos pasar con dos vasos en la mano cada uno, y Zeke no duda en quitárselos para que podamos brindar.

—¡Gracias! —les grita a los chicos que lo miran con odio—. Luego les pago unos tragos —les dice, guiñándoles un ojo.

—No lo harás —señala India.

—Claro que no —responde Zeke, repartiéndonos los vasos—. Bueno, chicos, propongo un brindis para que esta fiesta sea una de las más épicas del año.

—Así se habla —dice Álvaro, levantando su vaso.

—¡Salud, amigos! —Chocamos nuestros vasos y bebemos.

—Vamos a bailar, amiga —me dice India, tirando de mi brazo.

Nos acercamos al centro de la pista, cerca de la fogata, y noto cómo Zeke y Álvaro nos observan desde lejos. Nos sumergimos en la música, bailando cada canción que el DJ pone, riéndonos sin parar.

Eso siempre me pasa con India: cuando estoy con ella, todo se convierte en motivo de risa. Especialmente porque no tiene vergüenza de nada y baila como si nadie la estuviera mirando, incluso de las maneras más ridículas. Yo soy más tímida, moviéndome de un lado a otro con mi vaso en la mano. Pero lo mejor de salir con ella es que siempre acabamos socializando con todo el mundo, divirtiéndonos con más gente, no solo nosotras dos.

A mi alrededor, veo a todos completamente inmersos en la fiesta, bailando, bebiendo mucho alcohol, y algunos incluso fumando. Yo, en lo personal, no fumo ni consumo ninguna droga, salvo el alcohol, si es que cuenta como tal. Hubo un tiempo en que sí lo hacía, pero ya dejé esa etapa atrás.

—Voy a buscar más de esto, ¿tú quieres? —India me pregunta, un poco agitada por tanto bailar.

—Sí, ve y tráeme algo bien fuerte, amiga.

—Así se habla —me da un beso en la mejilla.

La veo alejarse, toda feliz, hasta que tropieza con uno de los troncos de la fogata y se cae al suelo. Me río y pienso en ir a ayudarla, pero unos chicos se adelantan y la levantan del pasto.

El tiempo de espera cuando tu amiga va a buscar un trago o al baño es siempre incómodo, especialmente si solo vinieron dos personas y eres alguien vergonzosa que no sabe cómo llenar esos momentos de soledad.

De repente, siento que alguien me toca el hombro, y al darme vuelta, veo a un chico alto, rubio, con ojos azules. Creo que es un año menor que yo.

—Hola, Ainho —me da un beso en la mejilla.

—Mm... hola, perdón, ¿te conozco?

—Ya te olvidaste de mí, ¿eh? —dice acercándose más.

—Perdón, no me acuerdo —mi corazón empieza a latir con fuerza.

Pude haber sido yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora