AINHOA
¿Conocen esa sensación cuando se miran al espejo y están completamente satisfechos con lo que ven? Hoy es uno de esos días.
Llevo un vestido azul marino que se ajusta perfectamente a mi cuerpo, con el cabello recogido en un moño negro y zapatos de tacón también negros. No pueden faltar los brillos por todo mi cuerpo, un toque imprescindible en cada salida nocturna.
Mientras me retoco el labial rojo, escucho que alguien toca la puerta. Bajo las escaleras con algo de dificultad debido a los tacones altos y, sin pensarlo dos veces, abro la puerta.
—Wow —India me mira de arriba abajo—. Estás preciosa, amiga.
—Mírate tú —le tomo la mano y la hago dar una vuelta—. Hoy consigues novio sí o sí.
—¿Y quién quiere un novio, mi amor? —niega con la cabeza—. Me conformo con que me miren —dice riendo.
—Y lo harán —le guiño un ojo—. Estoy segura de ello.
—Vamos, querida —toma mi mano, tirando de ella—. Tu chico nos espera en el auto.
—Espera, espera —me suelto de su agarre—. Saludo a mi madre y nos vamos.
—Te espero en el auto.
Cierro la puerta y me apoyo en ella, respiro hondo y camino hacia la escalera.
—¿Ya te vas? —escucho la voz de mi madre desde la cocina.
Retiro el pie del primer escalón y me dirijo hacia ella.
—Sí, ¿por qué? —respondo con un tono algo irritable, sin saber realmente por qué.
—Primero, no me hables así —levanta una mano para enfatizar—. Y segundo... —hace una pausa que parece eterna—. ¿No piensas saludarme? —abre los brazos.
—Sí, mamá —digo, pretendiendo ir hacia ella—. Solo busco algo en mi habitación y bajo a saludarte.
Asiente y continúa picando los pimientos para su cena.
Subo a mi habitación apresurada; no me gusta hacer esperar a los demás, eso siempre da lugar a conversaciones incómodas. Revolví todo mi cuarto en cuestión de minutos, buscando algo indispensable para pasarla bien esta noche. Si no lo encontraba, la noche sería un desastre. Finalmente, lo encontré en uno de mis pantalones de la escuela, lo tomé junto con el encendedor y salí disparada de la casa.
Al subir al auto, me di cuenta de que no había saludado a mi madre, y por alguna razón, eso me causó angustia.
***
—¿Es necesario que prendas eso ahora, Ainhoa? —me pregunta Álvaro, mi novio.
—¿Y a ti qué? —le soplo el humo en la cara.
—No me gusta esta versión de ti —niega con la cabeza, mirando al frente.
—Ni que fuera una drogadicta, Álvaro.
—Podría pasarte algo, ¿entiendes? —me mira a los ojos—. Y yo no podría soportarlo.
Me quedo en silencio, reflexionando sobre lo que acaba de decir.
La gente siempre asume que cuando consumes drogas o alcohol es porque tuviste una infancia difícil, porque te abandonaron tus padres o porque viviste algo complicado que intentas ahogar en las sustancias. No es mi caso, o al menos eso creo.
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Pude haber sido yo
Teen FictionAinhoa ha logrado superar un pasado doloroso y actualmente disfruta de una vida feliz con amigos, un novio que la ama y excelentes notas en la escuela. Pero todo cambia con la llegada de un nuevo alumno en North Hill, Aaron, cuya presencia despierta...