36. Somos uno

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Alert +18

AINHOA

El fin de semana había llegado y no tenía noticias de Aaron. Ni él me escribió ni yo tampoco lo hice, pero al menos yo tenía razones. Lo que pasó en la escuela con la imbécil de Ailin me molestó más de lo que quería admitir. Sé que no estamos juntos, sé que no merezco explicaciones, pero solo pensar que Aaron podría estar con chicas como ella me da asco. No puedo evitarlo. Una parte de mí esperaba un mensaje suyo, aunque sea para saber cómo estaba, pero ningún mensaje llegó. Quizás le pasó algo.

A la mierda.

Tomo mi teléfono y marco su número.

Un tono.

Dos tonos.

Me cuelga.

Miro el teléfono indignada y lo tiro sobre la cama.

—Hijo de... —un golpe detrás de mí me sobresalta.

—Epa —Aaron aparece entrando por la ventana—. Espero que ese insulto no haya sido para mí —ríe.

—¿Qué? —titubeo—, ¿cómo...? —exhalo con frustración—. ¿Cuántas veces te he dicho que no entres por la ventana?

Deja su chaqueta en la silla de mi escritorio, negando con la cabeza. Realmente me sorprende lo que me provoca tan solo verlo. Su expresión siempre tranquila, como si nada le preocupara, con esa quijada tan marcada que se pronuncia aún más cuando se enoja. Sus ojos, un verde profundo y expresivo, y esos labios carnosos y seductores, que ni puedo imaginarme lo que podría hacer con ellos... pero Ailin sí lo sabe.

Ya me enojé de nuevo.

—¿Estás bien? —pregunta acercándose—, tienes cara de querer asesinarme —me da un beso corto en los labios.

—Quién diría que no solo eres un rostro bonito —le sonrío falsamente.

—Ok... —exclama, posando sus manos en mis mejillas—. ¿Quieres hablar de ello?

Me acaricia. ¿Por qué me acaricia?

—No —me cruzo de brazos—, quiero estar enojada contigo.

Me mira en silencio, tratando de descifrar qué me pasa.

—¿Es porque no estuve ayer en la escuela? —pregunta antes de dejarme contestar—. Tuve algunos problemas que tenía que resolver, pero India me contó que saliste ilesa.

—Sí, ya sabes —me encojo de hombros—, soy una chica muy ruda.

—¿Sí? —se acerca más y apenas roza sus labios con los míos—. ¿Qué tan ruda?

—Lo suficiente cuando me provocan.

Dije eso con el tono más sensual imaginable. Tenerlo tan cerca no me ayuda a querer seguir enojada, y menos cuando se interesa por lo que siento y me da explicaciones sin siquiera tener que darlas. Aaron ha empezado a mostrar ese lado vulnerable que siempre supe que tenía, y eso hace que mi corazón lata más fuerte y rápido.

Sus manos bajan de mis mejillas para recorrer suavemente mi cuerpo hasta llegar a mis caderas, y no solo eso, mete su dedo pulgar bajo mi camiseta. Puedo sentir su respiración entrecortarse, mientras yo creo que ni siquiera respiro. No puedo pensar en nada más que en el cosquilleo que sube por mi espalda con ese simple toque. Paso mis manos alrededor de su cuello, enterrando mis dedos en su despeinado cabello negro. Aaron se lame el labio inferior y lo muerde de manera provocativa, sin saber que ese gesto me enciende aún más.

Su mano se desliza hacia la parte trasera de mi falda, rozándome con un dedo, y todas mis alarmas se disparan.

—Aaron... —susurro, sonando como un gemido, y me avergüenzo.

Pude haber sido yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora