15. Nada es para siempre

141 4 0
                                    

AINHOA

Aquí está la escena reescrita:

---

El día continuó relativamente bien. Después de lo que ocurrió con Álvaro, pasamos la mayor parte de la mañana abrazados y decidimos no ir a la escuela. Desayunamos juntos y tratamos de actuar como si nada hubiera pasado, aunque ambos sabíamos que eso no era verdad. Vimos películas y preparamos palomitas de maíz; a él le gustan saladas y a mí, dulces, así que tuvimos que hacer dos tazones, uno para cada uno.

Cuando el día llegó a su fin, me despedí con un beso en la mejilla, lo que me dolió como si me hubieran clavado una estaca en el corazón. Me sentí como si hubiera cometido un error, y esa sensación persiste.

Mi madre me llamó para decirme que no estaría en casa hasta mañana temprano, así que decidí ir a la casa de India para contarle todo lo que había sucedido.

Voy escuchando una de mis bandas favoritas con los auriculares, disfrutando del sol escondiéndose detrás de los árboles mientras camino hacia la casa de India. Las seis o siete de la tarde es mi hora favorita para sentarme junto a la ventana de mi habitación, escuchar música, ver el atardecer y sentir la paz que me transmite el sol en mi piel. Aunque no estoy en casa, caminar con música por la calle mientras el sol se pone también tiene su encanto.

Casi llego a la casa de India cuando veo una camioneta que me resulta familiar estacionada a dos cuadras. Oh no.

Me doy media vuelta, porque esa camioneta... es la de Aaron. No estoy preparada para enfrentarme a él ahora, especialmente después de lo que acaba de pasar.

Estoy caminando más rápido en dirección contraria cuando la cuerda de mi mochila se rompe y todo lo que llevaba cae al suelo. Literalmente todo.

—Mierda —suelto un suspiro, agachándome a recoger lo que puedo.

Reuno mis libros, lapiceras y todo lo que se ha caído, pero cuando me toco el bolsillo, me doy cuenta de que no tengo mi celular y empiezo a buscarlo frenéticamente, revisando mi bolsillo, mi ropa y mi mochila rota.

—¿Buscas esto?

Esa voz la reconocería en cualquier parte.

La suerte no está de mi lado hoy, "rubia".

Cállate.

Sigo agachada mientras veo cómo Aaron recoge mi celular del suelo y se pone de pie. Pienso un momento antes de levantarme, aprieto los ojos y suspiro. Cuando decido ponerme de pie, tengo que inclinar mi cuello hacia atrás para verlo a la cara.

—Sí, gracias —le quito el celular de las manos rápidamente.

El silencio se hace incómodo. Estoy desordenada, tratando de que no se me caiga nada más de lo que he recogido, mientras nerviosa miro alrededor esperando que India me llame o dé señales para que pueda irme de aquí. Aaron, mientras tanto, fuma como siempre y rasca su nuca, algo nervioso.

Puedo notar el ojo morado de Aaron. Ya había olvidado que Álvaro lo golpeó con todas sus fuerzas ayer.

—¿Cómo está tu ojo? —decido romper el hielo.

—¿Eh?... ah, sí —tartamudea—. Bien, gracias.

—Me alegro —asiento con la cabeza y carraspeo.

—Rubia... —dice acercándose a mí.

—No, ahora no, Aaron —coloco mi mano en su pecho para detenerlo.

—Ah, claro —dice malhumorado, alejándose bruscamente—. Ya se arreglaron ¿cierto?

—¿Qué?

Realmente no entiendo a este chico.

Pude haber sido yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora