AINHOA
Me encuentro sentada en el asiento del acompañante junto a Aaron. Pasó por mí, y no pude evitar que se me escapara una sonrisa de boca cerrada cuando Zeke me abrió la puerta y lo vi apoyado en la puerta del conductor, de brazos cruzados, con unas gafas negras y todo su pelo negro azabache despeinado, como suele llevarlo siempre.
Mierda.
Ya llevamos media hora conduciendo por la carretera y no tengo la menor idea de hacia dónde vamos.
—¿Piensas decirme a dónde vamos?
—Ya te dije que no, rubia —niega con la cabeza sin apartar la mirada de la carretera.
Me recuesto en el asiento, apoyando la cabeza de lado, observándolo. Me concentro en sus manos apretando el volante, en los tatuajes que empiezan desde sus muñecas y se extienden hasta su pecho, que lamentablemente están cubiertos por su camiseta negra. Es increíble lo sexy que se ve con esas gafas, asintiendo con la cabeza al ritmo de la música.
Aaron debe haber sentido mi mirada, porque ahora me mira riéndose y levanta el mentón como invitándome a decir algo, pero, por supuesto, me hago la que lo miré por casualidad dos segundos y comienzo a observar todo lo que hay en el auto y fuera de él.
Escucho su risa ronca.
—¿Qué? —lo regaño.
—¿Por qué me miras tanto?
—No te estaba mirando, ¿qué dices?
—Ah, no, claro, solo me estabas escaneando con los ojos.
—Ya quisieras.
Su mirada pasa de burla a intensa en un segundo. Puedo ver su nuez moverse al tragar y cómo se muerde el labio inferior mientras no me quita los ojos de encima.
—Me gustaría, sí.
Frunzo el ceño, sin entender del todo lo que quiere decir.
—¿Te gustaría qué, precisamente? —digo de mala gana.
—Que me miraras así siempre —se encoge de hombros y sigue mirando a la carretera.
Lo escucho y no lo creo. Siento mis mejillas calentarse, y probablemente esté más roja que un tomate, lo que me avergüenza aún más. Jamás me sentí así por nadie, y cuando eso pasa por mi cabeza, aparece Álvaro. Estuve muy enamorada de él y no sé si alguna vez sentí esto que siento ahora mismo.
¿Debería sentirme culpable? ¿Quizás jamás lo amé?
Mis pensamientos me abruman de tal manera que, cuando me doy cuenta, ya hemos llegado al medio de la nada, literalmente. Me incorporo en el asiento, quitándome el cinturón, mirando hacia adelante y luego a mi costado por la ventana para poder observar mejor a mi alrededor.
Aaron se mira en el espejo retrovisor y mueve su cabello de una forma muy sensual; le cae casi sobre sus ojos verdes y, a los costados, lo tiene un poco más corto. Me quedo todavía sentada, esperando indicaciones sobre qué hacer o explicaciones de por qué estamos aquí. Él baja del auto, pero yo sigo inmóvil, viendo ahora solo su torso por fuera del auto y cómo estira su cuerpo poco a poco. Palmeó el capó y lo pierdo de vista. Tomo mi celular y le escribo a India para que esté atenta al tono de emergencia por si necesitara huir de aquí y que me rescate.
Escucho su voz ronca en mi oído.
—¿Quieres que te abra la puerta y te escolte, o qué?
Lo miro sorprendida, pero claro, tendría que bajar como una persona normal cuando llega a destino, pero estoy tan nerviosa que no sé qué hacer. Obviamente respondo a la defensiva porque detesto que me haga sentir estúpida.
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Pude haber sido yo
Teen FictionAinhoa ha logrado superar un pasado doloroso y actualmente disfruta de una vida feliz con amigos, un novio que la ama y excelentes notas en la escuela. Pero todo cambia con la llegada de un nuevo alumno en North Hill, Aaron, cuya presencia despierta...