Una semana después
AINHOA
—Si no vas, nunca sabrás lo que podría pasar —me dice el psicólogo, mirándome con seriedad—. Estamos hablando de intentar y fallar... no de dejar de hacer cosas por miedo a lo que pueda ocurrir.
—Lo sé —digo, bajando la mirada a mis manos inquietas.
Estoy sentada frente a mi psicólogo. Desde su posición profesional, él observa y toma notas en su cuaderno mientras emite pequeños sonidos de asentimiento, instándome a seguir hablando. No puedo evitar sentirme ansiosa por no saber lo que realmente piensa de mí.
Mientras tanto, yo me siento como la paciente nerviosa al otro lado del escritorio, con mi pierna temblando sin parar, las manos entrelazadas, y mi mirada vagando por toda la oficina. Hace una semana tuve el mayor ataque de ansiedad de todo este proceso interminable. Ese día, apenas llegué a casa, sentí el impulso de llamarlo y pedir ayuda. Creo que fue la mejor decisión que tomé en mucho tiempo. Me di cuenta de que no puedo enfrentar esto sola, de que necesito hablar sobre lo que recuerdo, aunque sea poco. Necesito sacar todo lo que llevo dentro para poder seguir con mi vida de la manera más normal posible, pero bien, de verdad. Ya no quiero fingir que nada pasó, cuando en realidad ocurrió de todo.
Hoy hay una fiesta y estoy aquí por dos razones: primero, por Aaron y Álvaro. No puedo dejar de pensar en ellos y en cómo me cuidaron el otro día. Y segundo, por el miedo de ir a la fiesta y que me ocurra otro ataque de ansiedad.
Que ellos dos hayan estado ahí para mí en ese momento tan crucial me hizo ver que no puedo seguir así sola, que necesito a alguien, que necesito ayuda externa, además de la de mi madre, que siempre está a mi lado.
Toda esta semana, Aaron y Álvaro han estado llamándome, pero yo no he respondido. Solo me reuní con India dos veces en la semana, pero no asistí al colegio. Sus mensajes me hicieron querer llorar, porque me sentía egoísta por no contestarles a ninguno de los dos. Pero estoy tratando de aprender que tengo que cuidar de mí misma, y que ellos me apoyan como nadie más. No piensan que soy egoísta por no responder; entienden que necesito mi tiempo.
—Prométeme que lo intentarás —dice el psicólogo, volviendo a captar mi atención—. No te presiones... si no puedes, tomas la medicación —asiento con la cabeza—. Y si te resulta imposible, te quedas en casa, pero al menos lo habrás intentado —me señala con su dedo índice—, y eso es lo importante.
—Está bien, lo intentaré —le sonrío tímidamente.
—Eres fuerte, Ainhoa.
Después de la sesión, me voy directamente a la casa de India para prepararme para la fiesta. A pesar del miedo de que me suceda algo, no puedo evitar sentir un poco de emoción por volver a salir con India. Pero también me entristece pensar que la última fiesta a la que fui, Álvaro estuvo con otra chica, y aunque ahora todo está bien, no puedo evitar que me duela. También tengo un recuerdo algo bonito con Aaron de ese día; deseaba que me besara cuando me encontró llorando. Lo quería más que nada, pero no me di cuenta hasta hace unos días de que él me tiene completamente...
¿Enamorada?
Intrigada, no puedo evitar sentir mariposas en el estómago cuando pienso en él o cuando estoy con él.
Recuerdo nuestro primer y único beso, un beso cargado de tensión, frustración y gritos. En medio de una discusión acalorada, me tomó por la nuca y me besó con desesperación, como si hubiera deseado hacerlo desde hace tiempo. Y yo, sin poder evitarlo, caí rendida a sus pies. No entiendo por qué se fue aquel día, ni por qué a veces siento que está cada vez más cerca de mí, listo para abrirse y decirme lo que siente de manera clara, mientras que otras veces parece que somos completos desconocidos. Me doy cuenta de que realmente no sé mucho sobre Aaron. Sé que tiene una hermana y nada más. No sé cómo son sus padres, dónde vive, por qué ingresó a nuestra escuela a mitad de año, por qué habla con policías, por qué ha estado tan cerca de mí desde el primer día y dice que quiere cuidarme, por qué está obsesionado con mi cadenita, por qué...
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Pude haber sido yo
Teen FictionAinhoa ha logrado superar un pasado doloroso y actualmente disfruta de una vida feliz con amigos, un novio que la ama y excelentes notas en la escuela. Pero todo cambia con la llegada de un nuevo alumno en North Hill, Aaron, cuya presencia despierta...