16. Lluvia

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AINHOA

—Aquí tienen, chicas —dice India, entregando un panfleto a dos chicas que pasan por el pasillo de la escuela—. Fiesta en mi casa este sábado.

—Creo que ya le diste a toda la escuela, India —digo, ya irritada.

—Nunca es suficiente —responde India mientras pasa otro chico—. Oye, tú —lo agarra por el brazo—. Me interesa que vayas a mi fiesta. Aquí tienes —le da una invitación.

—Si estás tú, iré —dice él, guiñando el ojo y sonriendo.

—Qué asco —comento sin pensar.

El chico se da media vuelta y sigue caminando, lanzando una mirada babosa y desagradable a India.

—A mí me pareció bastante guapo —India se encoge de hombros—. En fin, esta fiesta es para ti —añade, pegando más panfletos en los lockers—. Así que dime a quién quieres invitar —me mira expectante.

—¿Por qué esta fiesta es para mí? Sorpréndeme.

—Porque estás triste y nada mejor que una fiesta para alegrar un poco las cosas —pone su brazo sobre mis hombros y empezamos a caminar—. Así que dime si quieres que invite a cierta persona de ojos verdes —comienza a parpadear rápidamente.

—¿Qué? No —freno en seco—. Soy capaz de asesinarte —la apunto con el dedo.

—Mhmm —India mira detrás de mí con una ceja levantada y una sonrisa desafiante—. Tendrás que matarme entonces.

No me esperaba que India saliera corriendo como una loca por el pasillo, riéndose abiertamente.

—Oye tú... —la escucho decir.

—India, que... no... ajjj —golpeo mis manos en mis piernas y voy tras ella.

Corro por el pasillo hasta que en un momento la pierdo de vista. Doblo a la izquierda y la pierdo en la multitud de alumnos.

Mi carrera se convierte en un caminar torpe y acelerado, y me falta el aire después de haber corrido solo diez metros. Qué desastre.

El aroma de un perfume muy reconocible me hace mirar hacia la izquierda. Al final del pasillo y justo en la esquina está Álvaro, pero no está solo; está con Amber, una chica popular, rubia, hegemónica, irritante y demás adjetivos que no vienen al caso.

Siento mi corazón apretarse un poco. A pesar de que terminamos en buenos términos, me duele verlo con otra persona tan pronto y tan cómodamente hablando.

Parece notar mi presencia y levanta la cabeza en señal de saludo. Yo lo saludo a lo lejos con la mano y empiezo a mirar a otro lado para que no piense que claramente lo estaba observando. Escucho su voz, ahora más cerca.

—¿Estabas espiándome?

Lo odio.

Lo miro haciéndome la sorprendida.

—¿Qué haces aquí? Ni noté tu presencia —digo sarcásticamente.

—No, claro —levanta una ceja y sonríe de lado.

Va a matarme si sonríe así.

Matarnos.

—Me pareció verte saludarme en cuanto yo te saludé.

—Quizá era alguien muy parecida a mí —río forzadamente.

—Quizá... —él también ríe—. Escucha, mm... —veo su nuez moverse al tragar saliva—. ¿Cómo estás?

—Ah... bien, bien, sobrellevándolo, supongo —miro hacia abajo, algo tímida.

—Yo igual... pero oye, mañana hay fiesta en lo de India —levanto la cabeza y lo miro sorprendida—. Te veré allí.

Pude haber sido yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora