Capítulo 16.

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Libro: El Fantasma De La Ópera.

"La música posee una virtud que hace que no exista nada en el mundo exterior fuera de esos sonidos que invaden el corazón."

El sonido estruendoso de un relámpago fue lo que logró despertarla de sus sueños, Juliana se levantó de su cama agitada, no le gustaban las tormentas, y menos si estaba sola en la habitación.

Usualmente cuando algo así pasaba, se despertaba y era fácil ir al lado de Valentina, a ella no le molestaba en lo absoluto, pero ahora todo era diferente, estaba sola en el apartamento, no había nadie más en aquella cama que se encontraba del lado de la suya.

Juliana dirigió su mirada hacia la cama vacía de Valentina, allí se encontraba aquel oso café oscuro, otro rayo ilumino la habitación, Juliana inmediatamente coloco sus manos en sus orejas para evitar escuchar el trueno.

Se levantó de su cama y se dirigió a la de Valentina, agarró ese oso de peluche y se regresó a su cama, no tenía a Valentina, pero sí a Teddy, tal vez eso lograría relajarla, aunque sea un poco.

Claro que no funcionó del todo, pues los truenos se hacían cada vez más estridentes y no podía evitar esconderse bajo las cobijas para evitar escuchar aquellos truenos, no le gustaban las tormentas eléctricas, odiaba verse a ella misma tan miedosa ante esa situación, odiaba necesitar la compañía de alguien para pasar la tormenta y poder conciliar el sueño.

De nueva cuenta despertó, se levantó de su cama con el oso aún en sus manos y salió de la habitación, tal vez un vaso de leche tibia le ayude a dormir.

Se dirigió hacia la pequeña cocina y encendió la estufa para después disponerse a llenar una pequeña olla con una taza de leche, en verdad que lo necesitaba, Juliana dejó al peluche de Valentina sobre la mesa y lo miró.

—No me mires así, sé que tengo miedo y no es para tanto, pero... creo que necesito a Valentina, no es lo mismo sin ella.

Su mirada regreso hacia la estufa, y de vez en cuando movía un poco la leche para que esté no se pegará a la pequeña olla.

—¿Gustas un poco Teddy? —dijo algo desinteresada—. Creo que enloqueceré si te sigo preguntando, eres un oso de peluche, uno muy importante para Valentina.

Juliana sirvió la leche tibia en una taza y se sentó justo enfrente de aquel peluche.

Tenía que ir a ver a Valentina por la mañana, ya se estaba cumpliendo dieciséis semanas desde aquel accidente y ella aún no había despertado.

—¿Crees que despierte? —pregunto viendo al peluche—. Isabella ya perdió las esperanzas, dice que tal vez no despierte, pero... estoy muy segura de que ella despertará.

Una abrigada Juliana entró a la habitación de la bella durmiente, Valentina seguía perdida entre sueños profundos.

—Valentina, he llegado —dejó el paraguas recargado en la pared cerca de la puerta, se quitó su abrigo y lo dejo en un pequeño perchero que se encontraba allí—. No ha parado de llover en toda la noche, pero al menos se terminaron los rayos.

La pelinegra agradecía que ya no hubiera más rayos, había dormida bien después de aquella taza de leche tibia, pero aun así podía escuchar los truenos entre sueños.

Juliana se quitó la mochila y de ella saco el siguiente libro, suspiro aliviada, pensaba que se mojaría el libro, pero no fue así, se acercó a la ventana de la habitación y miro hacia afuera, el cielo era de un gris que llegaba al blanco y las otras seguían cayendo, había pocas personas en las calles, al parecer nadie quería salir por la tormenta.

—Valentina, el doctor me ha dicho que has mejorado un poco más, eso me pone feliz, dice que la actividad cerebral va mejorando poco a poco, ahora reaccionas más rápido, se lo diré a las chicas en cuanto me vaya, será lo primero que haga.

Por la mente de Juliana paso la imagen de Isabella, ¿sería buena idea decirle? Ni siquiera Juliana lo sabía, Isabella había perdido las esperanzas, pero Juliana sabía que Isabella solo ya estaba desesperada, sabía que ella estaba segura al igual que todas que Valentina despertaría.

—Isabella... ha perdido las esperanzas, pero sé que despertaras, y ella también lo sabe, solo... solo está cansada de esperar, creo que todas estamos de la misma manera, te extraño mucho Valentina, tienes que despertar, haz el esfuerzo.

Juliana se sentó en su respectivo lugar y no puedo evitar agarrar la mano de Valentina, aun eran frías, pero Juliana pudo sentir un poco de calidez.

—Hay que comenzar con el siguiente libro, me emociona tanto saber que ya he avanzado mucho en tu estantería, aunque me gustaría leer más lento para no terminarlos rápido. No quiero ser quien te desconecte, quiero ser quien te vea despierta. Por favor, Valentina enséñame de nuevo tus hermosos ojos azules.

La pelinegra dejo la mano de la rubia y abrió el libro, de nueva cuenta aquella nota escrita a puño y tinta.

"La música es el sentido del alma, Juliana si alguna vez tienes algo que decir, no hay mejor manera que una bella melodía para expresar lo que sientes."

—Tienes razón, no hay mejor manera, ¿por qué crees que te canté en tu cumpleaños? Te quiero Val.

Mi Bella Durmiente |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora