Capítulo 38.

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Libro: Lolita.

"Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía."

El sabor de su nueva adicción recorría sus papilas gustativas saboreando el dulce sabor con un ligero toque de acidez del dulce de limón. Laila se dirigía hacia la cafetería en donde Juliana trabajaba medio turno.

Era un día relajante presentando un clima frío, pero no un frío que te calaba hasta los huesos, no, esté frío era de esos en los que solamente en lo único que piensas es estar en tu casa con una taza de café caliente en tus manos mientras disfrutas viendo la televisión o leyendo un buen libro.

Entro a la cafetería, Juliana se encontraba tomando una orden, tal vez la última que tomaba en ese día, después de todo muy pronto terminará su turno.

—¿Laila?

—Hola Juliana, ¿tienes un momento?

Juliana miro su reloj de mano.

—Espera unos minutos más, ya está casi a punto de terminar mi turno, ¿gustas una bebida?

—Está bien esperare, y no gracias, estaré sentada allá en lo que espero —señalo la barra.

La pelinegra asintió y siguió con su trabajo mientras que Laila se dedicó a esperar a Juliana.

Juliana se preguntaba el porqué de que su amiga estuviera en su trabajo, pues no esperaba que viniera y menos a su trabajo, además tenía que ir al hospital para poder estar con Valentina un rato, claro que al parecer llegaría algo tarde ese día.

El encargado de la cafetería le indico a Juliana que su turno ya había terminado y que podía retirarse, a lo que ella sonrío despidiéndose y acercándose a Laila.

—Listo —dijo Juliana al estar cerca de Laila.

—Bien, entonces caminemos.

Juliana dio un gesto de asentimiento con la cabeza y ambas chicas salieron de la cafetería, Juliana sintió el viento frío pegar en su rostro, en verdad que estaba muy calentito en la cafetería. Tenía mucha curiosidad por saber la razón por la que Laila se encontraba allí.

Pero claro no quería sonar grosera al preguntárselo y estaba tratando de formular la pregunta correcta mientras caminaban.

—Laila... ¿por qué has venido? Y no es que no quisiera que vinieras, pero tengo curiosidad.

—Vine a decirte ya que puede que me vaya al extranjero.

Juliana abrió sus ojos como platos, no esperaba eso.

—¿Al extranjero? ¿Por qué?

—Verás, he estado queriendo perfeccionar mi vocabulario de inglés, así que entre a una escuela, en ella a veces algunos alumnos salen afortunados y pueden obtener una beca para estudiar un semestre completo en el extranjero para mejorar en el idioma, además de impartir clases allí.

—¡Woa! Laila eso es fabuloso.

—Sí lo es —suspiro—. El problema es que aún no he aceptado la invitación, salí como uno de los afortunados, e iré a Londres, pero no sé si aceptar.

—¿Por qué?

Laila saco un paquete de "salvavidas" de sus bolsillos y se lo enseño a Juliana, la pelinegra comprendió de inmediato.

—No quiero perderme el momento en que Valentina despierte, ¿te imaginas? Yo en el extranjero y ella despertando.

—Supongo que tienes razón, pero Valentina te reprendería por no aprovechar una oportunidad como esa.

Eso era muy cierto, Laila era constantemente apoyada por Valentina, tanto así que cuando Laila creía que no podía hacer algunas cosas, Valentina era la encargada de darle ánimos y decirle que lo podía lograr. Laila estaba consciente de que si no fuera por ella inclusive no hubiera entrado a esa escuela.

—Creo que volvería a caer en coma si se enterara de que rechace la invitación —Juliana le sonrió—. No sé qué hacer, ¿tú que piensas? ¿Cuál es la mejor decisión?

—¿Por qué me lo preguntas a mí? Es decir, puedes hacer lo que pienses que es lo correcto, a veces es bueno ser egoísta y dejar de pensar tanto en los demás.

Laila le sonrió y le entrego el paquetito de dulces a Juliana.

—Sí a veces es bueno, aceptaré la invitación, eso sí prométeme algo.

—¿Qué?

—Promete que harás que Valentina me llame cuando despierte, tengo la sensación de que despertará justo cuando este en Londres.

—Tenlo por seguro, es lo primero que hará cuando despierte.

—Bien, gracias, Juliana, Valentina tenía razón eres buena con las palabras.

Laila dio la vuelta con sus talones y se fue del lado contrario, dejando a Juliana parada en medio de la acera con el paquetito de dulces en sus manos.

"A veces es bueno darse todo a uno mismo, el día en que des este consejo a la persona adecuada, será el día en que le des una oportunidad de ver más de sí mismo."

Juliana se sorprendió un poco al leer la frase que se encontraba escrita en la página del libro, a veces creía que Valentina de verdad tenía planeado todo desde hace mucho o que inclusive viajaba en el tiempo.

—Juliana, es lo más ridículo que has pensado —se reprendió a ella misma—. Bien, iré al hospital, espero que le guste este libro.

Mi Bella Durmiente |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora