Capítulo 27.

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Libro: Tokio Blues.

"Para un cierto tipo de personas el amor surge con un pequeño detalle. Y si no, no surge."

11 de mayo.

"¿Cuándo te das cuenta de que estas enamorado?" La anterior semana Juliana me había hecho aquella pregunta y no supe cómo responderle, ¿Cómo te das cuenta de aquello? ¿Cómo sabes si ese sentimiento es real? No lo sabes, de eso estoy muy segura, me ha ocurrido.

No le he respondido porque si se lo digo, tal vez recuerde mi actitud ante ella. Porque estoy enamorada de ella, no se lo planeo decir, necesito tener el valor para hacerlo, y tengo un plan perfecto, no sé si escribirlo, tengo miedo de que Janice o Isabella descubran mi diario y lo lean y lo cuenten a todos, en especial a la pequeña Juls.

Pero a veces hay que tomar unos riesgos, pero no esta vez. Me encuentro en el apartamento, sola, han salido todas a comprar comida rápida, quieren hacer una pequeña noche de películas con botanas y algunas pizzas.

Sera una noche muy divertida.

Y quién sabe, tal vez logre responder a la pregunta de Juliana.

Juliana sonrió con tristeza al terminar de leer aquello, ni siquiera recordaba haberle hecho esa pregunta a Valentina, pero si creía recordar porque la había hecho.

Katherine había estado extraña, decía que se sentía mucho más feliz, que los días nublados podían ser iluminados con sol una sonrisa de aquella persona, y Juliana le había preguntado qué era lo que le estaba ocurriendo, quería saber la razón de sus grandes sonrisas y de ver tanto un mundo tan positivo.

"Estoy enamorada Juli."

Esas habían sido sus palabras. Entonces habían empezado a surgir demasiadas dudas en su cabeza, ¿enamorada? ¿Cómo era que se sentía estar de esa manera?

Juliana cerro el diario, y agarro la cerveza que tenía en la mesita de centro, se encontraba en su apartamento, su vista se posó en la repisa, ¿Cuántos libros faltaban? Juliana sabía que eran los suficientes para seguir esperando, pero no quería seguir esperando.

—¿Cuándo despertaras Val? No puedo esperar más, no quiero llegar al último libro.

El hospital estaba tranquilo, no había muchas cosas que hacer, la tranquilidad podía respirarse, afuera había algo de viento, que podía volar inclusive algún gorro que alguien tuviera puesto.

A Juliana le despeinaba sus cabellos formando divertidos peinados que a ella no le hubieran dado tanta gracia si se hubiera visto en el espejo.

—Este aire es algo molesto —dijo Juliana—. Y frío.

Juliana cruzo la calle para después entrar al hospital, sonrió a la recepcionista que le daba la bienvenida, pero no se esperaba algo, la recepcionista le dijo que afuera de la habitación de su bella durmiente estaba el medico que se encargaba de revisar los avances de Valentina Carvajal.

La pelinegra camino rápido dirigiéndose hacia la habitación 127 para saber qué era lo importante que quería saber lo que le estaba a punto de decir.

Llego a la habitación y vio como el medico salió de la habitación 127 para después anotar algo en unas hojas que tenía en sus manos. El medico levanto la mirada y vio que Juliana estaba acercándose hacia él.

—Señorita Valdés, es bueno verla —el medico miro las manos de la chica pelinegra—. ¿Nuevo libro?

Juliana escondió el libro detrás de su espalda.

—Sí... nuevo libro.

—Me han dicho varias enfermeras que te encanta venir a leer para la paciente Carvajal.

Juliana bajo la mirada, era cierto que la mayoría sabia de lo que, hacia Juliana, pero no sabía que llegaría a oídos del médico encargado de Valentina.

—Sí lo hago a menudo.

—Mas bien cada semana, no hay día que no lo haga, o eso me han dicho. ¿Sabe? Ha enternecido mucho a las enfermeras, inclusive puedo decir que a otros empleado y médicos de este hospital.

—Ya veo... ¿Qué es lo que quería decirme?

El medico se quitó sus anteojos y miro directamente a Juliana.

—Debo decir que no ha habido alguien tan atento hacia un paciente, usualmente los olvidan de inmediato, pero usted es diferente y debo decir que estoy agradecido de que haga eso.

—¿Qué? —de repente la preocupación en la pelinegra se había esfumado por completo.

—Gracias a usted puedo decirle algo, la paciente Carvajal está mejorando, no estoy muy seguro, pero creo que está luchando por despertar, lo que quiere decir que...

—Me está... ¿escuchando?

—Sí, la está escuchando, puedes seguir viniendo a leer para ella, solo hazlo. Te dejo para que puedas leer para ella.

Cuando el medico se alejó Juliana entro a la habitación con una sonrisa, en ese momento quería abrazar a Valentina, estaba muy feliz por saber aquello.

—Val... en verdad puedes escucharme, esto se siente tan cálido que no sé cómo explicarlo, me siento más que feliz, quisiera abrazarte, quisiera gritarlo, cielos quisiera besarte —se sonrojo al escuchar sus propias palabras—. ¿Crees que sea muy atrevido que lo haga en estos momentos?

Se sentó en su respectivo lugar con el libro en su regazo, su sonrisa era amplia, escuchar aquellas palabras de parte del médico le habían hecho sentir de una manera tan increíble e inexplicable que le hacían querer sonreír en todo momento, quería gritarle al mundo su felicidad, pues saber que Valentina Carvajal la estaba escuchando y que estaba tratando de despertar la hacían sentir tan malditamente bien.

"Juliana no soy buena diciendo algunas cosas, pero te puedo asegurar algo que, si no me escuchas decirte lo mucho que te quiero, no te sientas no querida, te lo puedo demostrar con muchos detalles, inclusive pequeños, tal vez no te des cuenta, pero cuando te sonrió eso significa que te quiero."

—Sí me doy cuenta Val... cada que sonríes haces que mi corazón lata muy fuerte.

Mi Bella Durmiente |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora