Capítulo 41.

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Libro: La Tregua.

"Porque hay una cosa cierta y es que la quiero. Esto lo escribo sólo para mí, así que no importa que suene cursi."

De la cocina salía un olor no tan delicioso, y allí fue cuando la alarma de incendios se encendió de inmediato, Janice apresuraba el paso desde su habitación para llegar a la cocina, un pequeño grito salió de sus labios al ver como lo que estaba dentro del horno se estaba quemando, corrió y apago el horno para después desactivar la alarma de incendios.

Suspiro más tranquila y miro el horno, bueno al parecer la tarta de manzana no estaría lista para cuándo llegará Juliana.

Janice le había ofrecido que sería una gran idea que la acompañará a disfrutar de alguna comida, y ahora el postre estaba arruinado, no sabía porque le había ocurrido algo como eso, usualmente no le ocurría nada de eso.

Pero como siempre lo habían dicho hay una primera vez para todo y esta era una de esas primeras veces, la primera vez que quemo una tarta de manzana, se sentó en el piso cerca del horno, no quería abrirlo, era obvio que vería su más grande error en la cocina, pero no quería afrontarlo, no en esos precisos momentos, tal vez lo haría más tarde.

Tiene que limpiar el horno, claro si acaso la tarta había dejado su pequeño desastre, y Janice sabía que, para hacerlo, era necesario abrir aquel horno, con algo de miedo se levantó y puso su mano en la puerta del horno, y la abrió, el humo se hizo presente, olía como si la azúcar se hubiera quemado, no era agradable, e incluso podías llegar a darte un ataque de tos por solo ese aroma tan penetrante.

Entrecerró los ojos y con su mano aparto el humo que salía, tenía que percatarse del desastre dentro del horno. Y allí lo vio una tarta con toda la costra casi quemada, por la mente de Janice paso la posibilidad de que tal vez el sabor no era tan malo como lo pensaba, pero ni loca probaría aquello, pero sabía a la perfección quien si se atrevería.

"El día en que quemes algo en la cocina, será el día en que me agrade tu comida."

—Bien, al menos Valentina ya no se quejará de como cocino.

Tomo los guantes y se los coloco para después sacar la tarta, era obvio que no le daría ni un bocado a Juliana, seguramente lo quemado y todo aquel humo encerrado en el horno, había arruinado el sabor.

Ni siquiera sabía porque en esos momentos, en cuanto coloco la tarta en el mueble de cocina, había pensado en aquella comida preferida de Valentina, sus amadas brochetas de cordero.

—Mmm, tal vez no esté arruinado todo.

Sonrío, y miro el reloj, tenía el suficiente tiempo para salir comprar la carne y hacer esas dichosas brochetas de cordero, solo esperaba que a Juliana le gustarán.

El olor a carne era lo que llamó la atención de Juliana en cuanto empezó a caminar casi cerca de la entrada al departamento de Janice.

Había regresado con un nuevo libro en sus manos, se la había pasado leyendo para su bella durmiente por unas horas, claro que se disculpó con Valentina por abandonarla tan pronto, inclusive no sabía que le dio por dar una larga disculpa se sentía realmente apenada por abandonarle tan temprano de nueva cuenta.

Toco el timbre para que Janice le abriera, y no tardo nada en hacerlo, Juliana se percató que la mayor tenía puesto un delantal de cocina, tenía algo curioso, un conejo rosado que sonreía y que tenía en sus manos una cuchara y un pequeño gorro de chef, abajo de la imagen decía claramente "Cocina con Cookie".

Janice se percató de la mirada curiosa de Juliana.

—Me lo regalo Valentina en la navidad pasada, aunque claramente sabe que me agrada más RJ.

Juliana sonrío por el comentario, y claro que recordaba aquella navidad, esa vez Valentina le había regalado a ella un peluche de panda, las demás tenían diferentes cosas de aquellos personajes, según Valentina le recordaban a cada una de ellas.

—Di que al menos no te regalo una fotografía suya.

Janice no pudo evitar soltar una risita, era cierto que coleccionaba las fotografías que luego le daba Valentina, claro que lo hacía como broma, pues después le daba otro regalo que a Janice si le agradará.

—Pasa, casi termino las brochetas.

—¡Sabía que eran brochetas!

Entro para después querer ir a la cocina, pero Janice se lo impidió.

—No puedes entrar.

—¿Acaso hiciste un desastre y no me lo quieres mostrar? O ¿estás escondiendo a alguien?

—No y no —Janice sabía que lo del desastre era algo cierto—. Espera en la estancia.

Sin dar otro comentario se fue a la estancia.



Juliana se encontraba en el autobús, estaba cansada, no sabía cómo, pero Janice le convencía a cada rato que no debía entrar a la cocina, claro que a la hora de lavar los platos no se lo impidió y allí fue cuando vio la tarta quemada.

No dijo ningún comentario solamente se apresuró a lavar los platos y salir de allí con una sonrisa que reflejaba que no se había dado cuenta de aquella tarta quemada.

"Sí no dices nada por un pequeño error está bien, todos los cometemos alguna vez, y no es una sorpresa que hasta a quien admiras mucho los cometa, es humano y por tanto se equivoca igual que tú y yo."

Sonrío mientras veía la portada del libro de Mario Benedetti.

Mi Bella Durmiente |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora