Capítulo 31.

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Libro: Hamlet.

"Y, sobre todo, se fiel a ti mismo, pues de ello se sigue, como el día a la noche, que no podrás ser falso con nadie."

Katherine estaba en su departamento, tenía mucho cansancio, había estado practicando varias coreografías ese día, sobre todo lo hacía para poder conseguir nuevos pasos y modificarlos para nuevas coreografías para su pequeña escuela de danza, estaba feliz de haber abierto una.

Los rayos del astro rey entraban por su ventana iluminada la estancia, y ella se encontraba con un bísquet en sus manos, le había colocado mermelada de piña y se lo estaba comiendo, la verdad era que moría de hambre, pero no planeaba darse un atracón de comida.

Se levanto del sofá y se dirigió a su habitación, tal vez un día de descanso recostada en su cama mirando algún programa en la televisión le habría bien.

Cuando se acercó a su habitación y entro no lo dudo ni un segundo y se recostó en su cama con una sonrisa, su mano se dirigió hacia la mesita de noche, pero al tantear no encontró lo que buscaba.

—¿Dónde está el control remoto? —se preguntó mientras se rascaba la parte de atrás de su cabeza, suspiro y busco entre los cajones, nada.

¿Dónde lo habría dejado? Siguió ahora buscándolo entre sus cobijas, pues tal vez lo habría dejado debajo de la almohada, pero no había absolutamente nada.

Se quedo parada pensando por unos momentos en donde lo había dejado, pero por más que trataba de recordar, no lo sabía.

Chasqueo los dedos y miro su cama de nueva cuenta, pero esta vez se puso de rodillas, estaba muy segura de que tal vez se le pudo haber caído debajo de la cama.

Con la mirada busco y lo encontró, sonrió al ver eso, estiro su mano para agarrarlo, pero su mano había agarrado también otra cosa, era una hoja de papel. Katherine dejo el control a un lado y miro la hoja de papel, en ella estaban escritas algunas palabras, otras estaban tachadas, unas cambiadas y tenía un título arriba.

Katherine sonrió, recordaba que era eso.

Katherine había conocido desde antes a Valentina, y en esos tiempos Valentina era gran fanática de escribir canciones, casi siempre entre ella y Katherine se la pasaban escribiendo algunas canciones, Katherine siempre había apoyado a Valentina inclusive le había dicho que fuera a una audición, pero Valentina no acepto ir.

—No creí que todavía tendría una —sonrió y la coloco a un lado del control.

Por su mente pasaba solo una pregunta, ¿habrá algunas canciones más? La curiosidad fue más fuerte en ella y se dispuso a buscar de nuevo bajo la cama, estiro lo más que pudo su mano y cuando sintió unas hojas de papel no dudo ni un minuto más y las agarro.

Al sacarlas se dio cuenta que ya estaban algo maltratadas y algunas tenían polvo, vio que una tenía manchas de café.

"Katherine, ¿en serio? Pensé que no te gustaba el café."

"Fue un accidente Valentina, tranquila."

Miro otra hoja que estaba casi toda rayada, ese día Valentina había terminado una melodía perfecta, y estaba feliz por eso, pero claro ni siquiera Katherine estaba consciente de porqué de un de repente la actitud de Valentina paso de feliz a enojada, no recuerda muy bien cuantas de las hojas escritas había roto, y Katherine había logrado salvar una, pero claro en cuanto Valentina lo descubrió termino rayándola.

"Valentina, deja de hacer eso, ¿Qué es lo que te ocurre?"

"Solo... nada."

Katherine de nueva cuenta busco debajo de la cama y su mano ya no agarro más hojas, si no que ahora era algo diferente, Katherine lo agarro con su mano y lo atrajo hacia afuera.

—¡Por Dios! —exclamo con alegría—. Pensé que lo había perdido.

Era un pequeño radio, había un gran recuerdo del día en que se lo había dado. Era algo que Valentina le había comprado.

"Ten, disfrútalo."

Katherine recordó su emoción al ver el aparato que Valentina le entregaba, y es que era uno que quería desde hace tiempo, pero como tenía otras cosas en las que preocuparse, y más era por los gastos que tenía con las rentas del apartamento y la comida, que poco a poco se le había olvidado darse un gusto propio, por eso cuando Valentina había aparecido con el radio que quería, no pudo evitar sentirse tan agradecida con su amiga.

—¿Aún funcionaras? —Katherine recordaba que usaba baterías, así que busco en sus cajones para ver si tenías algunas, y afortunadamente pudo encontrar un par.

Las coloco y encendió el pequeño radio, y para su sorpresa aun funcionaba, y eso no pudo hacer más que hacerla sonreír demasiado, estaba feliz, el regalo que hace tiempo le había dado Valentina aun funcionaba. De repente recordó que Valentina seguía en aquel hospital, aun en coma.

Recordó que también se le había olvidado llevarle flores frescas para que disfrutara del aroma mientras dormía, por Dios, se estaba olvidando de su amiga, su primera gran amiga.

Se levanto apago el radio y se colocó sus zapatos de nuevo, reviso su celular, aún estaba a tiempo para ir en horario de visitas.

—Valentina - Katherine entro a la habitación y observo a su amiga que dormía plácidamente—. Perdón por no venir los anteriores días, creo que me consumen algunas cosas demasiado tiempo, peor aquí me tienes.

Katherine se acercó para poder poner las flores en la mesita de noche.

—Te he traído narcisos, lo sé no eres tan fanática de estas flores, pero a mí me gustan, de alguna forma me hacen recordarte a ti, sobre todo porque siempre me decías que no te gustan, que prefieres margaritas, y yo a veces las confundía con manzanilla, te molestabas con eso, pero lo hacía para hacerte enojar, y siempre terminábamos riéndonos.

Miro a Valentina, Katherine sentía que le estaba sonriendo, no sabía porque tenía esa sensación.

—¿Juliana ya vino a verte? Seguramente sí. He llegado tarde, y por lo que se, entra a su trabajo a las cinco de la tarde, ella se esfuerza mucho, seguramente incluso siempre viene a verte, ¿y yo? Apenas y creo que tengo tiempo de hacerlo, es ridículo ¿no crees?

Katherine sonrió y se sentó en el respectivo lugar cerca de la cama de Valentina.

—He encontrado el radio que alguna vez me regalase, y aun funciona de maravilla, creo que pasare de la televisión y escuchare más música, como cuando antes las dos hacíamos proyectos mientras escuchábamos música —sonrió con tristeza—. Extraño esos momentos, Valentina, perdón si no he venido a verte más seguido, tratare de hacerlo, lo prometo.

Juliana sonrió al escuchar eso, había ido a hablar a su trabajo, iba a avisar que llegaría un poco tarde.

—Tenías razón Val —Juliana volvió su vista al libro en sus manos y abrió la página en donde estaba la nota escrita.

"Hay veces que marcas tanto la vida de una persona, que es difícil que esta te olvide, así que cuando creas que ya te ha olvidado tu más grande amigo, solo recuerda que él nunca te ha olvidado y no te olvidara jamás."

Mi Bella Durmiente |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora