Capítulo 21.

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Libro: Frankenstein.

"Cuando se ama a una persona se la ama tal y como es, aunque no sea como uno quisiera que fuese."

Juliana se encontraba saliendo de la cafetería, en sus manos llevaba una bolsa de papel, dentro de ella estaba una deliciosa rosquilla de chocolate, en su mano derecha llevaba un vaso con exquisito café con leche.

Hace tiempo que Juliana no se daba un gusto propio, y vaya que lo necesitaba, quería descansar, después de todo sus amigas han estado demasiado activas últimamente, se la pasaban queriendo salir a muchos lados y no la dejan ni siquiera dar un pequeño respiro.

Pero de alguna manera se los agradece internamente, pues los libros que lee se alargan con ahora pocas horas de lectura, pero a la vez no le gusta salir con ellas por el simple hecho de que ahora pasa menos tiempo con Valentina.

El canto de las aves se hizo presente en cuanto Juliana se acercaba cerca de un árbol, no pudo evitar sonreír en cuanto escucho ese trinar, era tan hermoso y relajante en esos momentos. Se pregunto si había más personas que apreciaran de tal manera ese canto.

—Claro que las hay —dijo Juliana mientras seguía su camino a su respectivo apartamento—. Valentina y una de esas personas.

Juliana no había podido seguir leyendo el diario de Valentina, ¿razones? Pues sus amigas, además de que terminaba muy cansada y no quería leer algo más, pues también se sentía que había una posibilidad de que olvidara la historia que leía para su bella durmiente.

La pelinegra abrió la puerta del apartamento y entro para después cerrar la puerta detrás de ella, camino directo a uno de los sofás de la pequeña estancia y coloco la bolsa que contenía su capricho, además del vaso con la bebida amarga dulce, sobre la mesa de centro y se sentó.

Su vista fue a dar a la repisa, en ella había puesto el diario de Valentina. Ella estaba consciente de que tal vez era una muy mala idea colocarlo allí, ¿Qué tal si alguna de las chicas llegaba de visita inesperada y se ponía a hurgar en la estantería?

Se levanto y fue directo a la estantería, agarro el diario y de nueva cuenta se dirigió a su respectivo sitio en el sofá, abrió el diario, tenía que leerlo un poco más.

22 de febrero.

Janice no para de preguntarme que es lo que quiero para mi cumpleaños, siempre le respondo que deje de joder, lo sé, no es una muy buena respuesta, pero al menos funciona para que deje de estar de insistente.

Estoy escribiendo mientras Juliana y Lexa están comiendo en la estancia, les dije que quería dormir, pero la verdad era que quería escribir sobre esto, ahora veo porque Janice me lo dio, tal vez para que escriba las muy pocas veces que ella llega a irritarme, pero aun así ella es una gran chica.

Han tocado a mi puerta, supongo que es Juliana, no le gusta que este en mi soledad mucho tiempo, le respondo que estoy durmiendo, pero vuelve a ser insistente, así que he decidido que iré con ellas, tal vez sea algo importante.

Bien, no fue tan importante, Lexa había derramado refresco en uno de los sofás, la puse a limpiar a pesar de que Juliana insistía que no fue su intención, no importa ella lo hizo.

La pelinegra suspiro, miro el reloj que se encontraba en la pared, sobre la repisa, ya era hora de ir a hacer su visita.

—Valentina ¿Por qué siento que tratan de alejarme de ti?

Juliana se encontraba cerca de la ventana, admirando los rayos solares que traspasaban el cristal, no quemaban, eran cálidos, miro a la chica rubia que se encontraba con sus parpados cerrados, y con la respiración tan calmada.

—Espero me disculpes por no venir más temprano, y también los anteriores días, pero es que las chicas no me han dejado en paz ni siquiera un minuto —suspiro—. Es como si trataran de que no venga contigo.

Agarro el libro que había puesto sobre su silla y se sentó, coloco el nuevo ejemplar en su regazo y miro a la chica pálida de labios delgados y hermosa sonrisa, Juliana en verdad extrañaba aquella sonrisa.

—Me han llevado a casi toda la ciudad, bueno creo que exagero, pero es que siento que es así, estoy cansada, pero no quiero decirles eso, seguramente estarás pensando; "Juls, debes de decir lo que sientes y piensas" pero siento que no es correcto, bueno puedo decirles que no tengo el ánimo para salir, pero no quiero que me pregunten el porqué, además si se los digo es posible que se preocupen por mí.

Su mirada fue a dar a Valentina.

—O tal vez quieren que me relaje un rato, aunque no lo necesito, creo que me siento más relajada leyéndote un libro.

Juliana abrió el nuevo libro en sus manos.

"¿Recuerdas aquel día que te hice sonrojar? Te diré que tengo una foto escondida de ese momento, aun me pareces adorable, es increíble como unas simples palabras puedan hacerte eso, Juls."

—Me hubiera gustado que escribieras en donde esta esa fotografía, pero claro no lo hiciste porque si no era probable que la buscara, claro que recuerdo ese día, y no fueron simples palabras, decirme que me veía bien adorable con la peluca rosa... me hizo sentir avergonzada, pero fue porque fuiste tu quien me lo dijo, mientras que las demás se reían.

Mi Bella Durmiente |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora