Capítulo 28.

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Libro: Drácula.

"Hay oscuridades en la vida y hay luces, tú eres una de esas luces, la luz de todas las luces."

—Gracias —dijo Juliana en cuanto recibió su vaso lleno de un delicioso café americano.

El frío estaba en pleno esa mañana, Juliana sentía que se le congelaban las orejas de tan solo caminar afuera, ¿Qué era mejor que una bebida caliente para calmar el frío?

En su mano izquierda sostenía el diario de Valentina el vaso lleno de esa bebida amarga había aprendido a ya no ponerle azúcar a su café, había aprendido a tomarle un gusto agradable a ese sabor amargo que ahora le parecía dulce.

Salió de la cafetería, el viento frío la hizo sentirse congelada en un instante, había pocas personas deambulando con sus abrigos puestos, unos llevaban gorros y orejeras para que no les pegara el frío, mientras que algunos como ella solo llevaban un abrigo, por supuesto ella que consideraba que los cubría bien del frío, además de una bufanda en sus cuellos, Juliana lo único que quería en esos momentos era no enfermarse.

Se dispuso a caminar de nueva cuenta al departamento, después tendría que ir al hospital, por su mente paso que tal vez Valentina estaría muriéndose del frío en esos momentos. La preocupación la ataco en ese momento, tanto como para parar un taxi y de inmediato ir al hospital, pero no podía, no llevaba el siguiente libro consigo, y si no lo llevaba no podía leer para su bella durmiente.

Suspiro resignada y siguió su camino, definitivamente no quería congelarse allí afuera.

Cerró la puerta detrás de si y se quitó la bufanda que cubría su cuello, al menos el departamento estaba cálido, dejo la bufanda en el perchero y se dispuso a quitarse su abrigo, camino hacia su habitación coloco el abrigo encima de su cama y se dispuso a ir a su armario para buscar un suéter.

Mientras buscaba vio un suéter de color negro que se encontraba entre sus cosas, lo agarro, era el suéter que Valentina le había prestado un día, cuando Juliana se estaba muriendo de frío, Valentina había aparecido con un suéter en sus manos de color negro y se lo había entregado.

"Póntelo Juls, veras que estarás cómoda con esto, úsalo cuando tengas mucho frío y nadie pueda darte un abrazo."

Juliana sin rechistar se lo había puesto, y era cierto se había sentido mejor, estaba cómoda y demasiado agradecida de que Valentina le hubiera dado ese suéter que al ponérselo sentías como la calidez estaba sobre ti.

La pelinegra agarro ese suéter y de nueva cuenta se lo había colocado, sonrió de alguna manera sentía que Valentina la abrazaba para darle calor y que no tuviera frío. Dios de verdad que la extrañaba, extrañaba que Valentina preparara chocolate caliente cada que hacía frío, extrañaba que Valentina siempre estaba dispuesta a darle un abrazo cada que sentía frío, extrañaba todo de esa rubia.

Salió de la habitación y se dirigió directamente a la estantería de Valentina, allí vio los libros que ya había leído para la ojiazul y su mirada se posó en el siguiente libro, lo saco de la estantería y después observo el reloj, era hora de leer un poco para Valentina.

—Lamento la tardanza —dijo Juliana cerrando la puerta de la habitación.

Todo el hospital tenía una calefacción cálida, tanto que ni parecía que existiese el frío en ese lugar, Juliana sonrió al ver a la rubia aun con sus ojos cerrados esperándola.

—Hace mucho frio afuera, pero aquí está muy cálido —Juliana se acercó a Valentina para después acariciar los suaves cabellos de la rubia —. Perdón si no vine más temprano, pero es que el frio me calaba los huesos, Katherine dice que muy pronto comenzaran las heladas, no me gusta como suena eso, creo que preferiría que lloviera o que hiciera un calor infernal.

La pelinegra aparto su mano de los cabellos de Valentina y se sentó en su respectivo lugar, Juliana se había percatado que Valentina ya no tenía como casi siempre el típico ramo de flores en la mesita. Katherine ya casi no tenía tiempo de ir a visitarla.

—Me pregunto... si estas cansada de que venga a leer para ti —Juliana sonrió con tristeza—. Tal vez dirás que estoy equivocada, pero siento que hasta las demás se han cansado de esperar, casi no hablan de ti, soy la única que a veces les recuerda que sigues con vida y que no estas muerta. A veces Janice viene a hablar con el medico que te atiende, quiere recibir buenas noticias y las ha recibido, pero es raro cuando nos platica sobre eso.

Juliana acaricio la pasta dura del libro era uno de los pocos libros en pasta dura que tenía Valentina en su estantería.

—¿Crees que debería decirles que no te olviden? ¿Debería insistirles de que sigues aquí? Tal vez incluso piense que es inútil hacerlo.

Juliana abrió el libro y vio la nota que estaba escrita en ella.

"Nada es inútil si lo piensas muy bien, todo es necesario, Juls. Inclusive si no te hacen caso, inclusive si tú lo crees inútil o que pienses que los demás lo crean inútil. Se considera inútil cuando en verdad no tiene importancia."

—¿Por qué siento que me respondes a veces con tus notas? Eres increíble Valentina, es como si de verdad me leyeras la mente, aunque estés dormida y sepas que estas notas ya estaban escritas —sonrió.

Mi Bella Durmiente |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora