Capítulo 25.

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Libro: Poesías Completas.

"¿Recuerdas que querías ser una Margarita Gautier? Fijo en mi mente tu extraño rostro esta, cuando cenamos juntas, en la primera cita, en una noche alegre que nunca volverá."

El fuerte sonido del claxon del autobús la saco de su lectura.

Juliana dirigió su mirada hacia el conductor, que al parecer estaba discutiendo con el conductor del automóvil azul que se encontraba al frente, seguramente se había puesto en el camino justo cuando iba a avanzar el autobús.

La pelinegra suspiro y regreso su vista hacia su lectura, era el diario de Valentina, mientras que en su regazo se encontraba el siguiente libro.

Juliana estaba dirigiéndose hacia el nuevo apartamento de Janice, pues había dicho que se mudaría y cuando todo estuviera listo que las invitaría a comer para celebrar el nuevo apartamento, claro que se encontraba algo alejado, pero para Janice estaba bien, pues ahora seria menos de media hora su camino hacia su trabajo.

22 de abril.

Tuve una discusión con Juliana, para mí no fue tan fuerte, pero sé que le ha afectado y eso me hace sentir culpable, no me ha dirigido la palabra en todo el día y no me agrada, me hace sentir todo el peso de la culpa sobre mi espalda, estoy escribiendo esto en mi hora del almuerzo, el trabajo ha estado algo aburrido, ciertamente por estas zonas no hay muchas personas que quieran comprar algún instrumento musical.

Pero lo que me preocupa es, ¿Cómo demonios me disculpare con Juliana? No sé qué hacer, tal vez le regale algo, o solamente me pare frente a ella y me disculpe, pero no estoy segura si aceptara mis disculpas, Janice ha notado que no hemos hablado, me ha preguntado a mi lo que ha pasado, pues al parecer Juliana no quiere hablar del tema.

Cuando termine mi turno, lo primero que hare será ir con Juliana y disculparme, pero no sé si le dé un regalo para que acepte mis disculpas, supongo que le llevare unas flores, a ella le gustan las flores.

Juliana dejo de leer y miro que estaba casi cerca de su parada. Cerro el diario y con ambos libros en manos espero a que el autobús se detuviera para poder bajar.

Cuando ya estuvo en su destino, se dispuso a caminar en dirección hacia el nuevo edificio en donde se encontraba ahora el nuevo apartamento de Janice.

Algo había que admitir la zona era muy bonita, las calles estaban limpias, y se podían ver grandes árboles por todo el lugar, Juliana sabía que Janice tiene buenos gustos.

—¡Juliana! —ese grito hizo que girara sobre sus talones para mirar detrás de ella.

Era Laila quien la saludo con una sonrisa mientras se acercaba, Juliana sonrió al verla.

—Vas con Janice, ¿no?

—Sí, acabo de llegar, me dirijo a su apartamento.

—Vamos no puedo esperar a la comida.

Ambas chicas comenzaron a caminar hacia el edifico, según las indicaciones de Janice, quedaba a dos cuadras de la estación de autobús. Laila miro que Juliana tenía dos libros en sus manos.

—¿Qué lees? —pregunto Laila.

—Bueno este es el diario de Valentina, me dijo que podía leerlo, y este es el nuevo libro que voy a leer para ella.

Juliana le entrego el libro a Laila.

—¿Poesía? Pensé que a Valentina no le gustaba, usualmente no le gusta leer poesía a menos que le interesen algunos fragmentos, o se lo dejen en el instituto.

—Pues a veces las personas nos pueden sorprender.

—Te doy la razón —Laila le devolvió el libro y busco algo en los bolsillos de su chaqueta.

Por un momento Juliana tenía en la mente la caja de cigarrillos, pero al ver que Laila había sacado un pequeño paquete en forma de cilindro en donde se leía claramente la palabra "salvavidas" se tranquilizó.

—¿Aun existen esos dulces? —pregunto Juliana curiosa.

—Sí, ¿gustas uno? —Juliana no se negó—. Valentina a veces compraba y siempre me ofrecía y lo rechazaba, pero ahora que los pruebo me gustan.

—¿No los habías probado? Pensé que sí, Valentina era quien me regalaba a veces, y algunas veces le robaba un paquete.

Ambas sonrieron ante esos recuerdos, muy buenos recuerdos.

Juliana abrió la puerta despacio, miro que no había nadie y entro en la habitación 127, Valentina seguía con los parpados cerrados y con la respiración calmada.

—He llegado —susurro Juliana mirando la puerta detrás de ella—. Valentina vine a leerte rápido, aunque sea algunos poemas, ya no son horas de visita y estoy aquí, solo espero que la enfermera no me haya visto.

Juliana estaba consciente de que estaba mal hacer tal cosa, podría leer el día siguiente, pero no quería hacerlo, y es que nunca pensó que la reunión con Janice se hiciera tan larga y divertida, que hubiera perdido por completo la noción del tiempo.

—Las chicas te envían saludos, Janice ya tiene nuevo apartamento, es muy espacioso, no me no me creerás, pero lo pinto de rosa, dice que se ve genial de ese color rosa pastel y no lo dudo, pero siento que fue algo exagerado —sonrió—. Isabella la estuvo molestando todo el tiempo con eso, Lexa casi se termina toda la comida que había preparado Janice, y Katherine nos dijo que iba a abrir su propia escuela de danza, y eso me emociona, Laila ha probado los salvavidas, ¿lo recuerdas? Se que esta demás preguntar, pues siempre me has dado muchos.

De nueva cuanta Juliana miro hacia la puerta, con la esperanza de que ningún médico o enfermera entrase y le dijera que se fuera porque no eran las horas de visita.

—Bueno, supongo que tengo que leer ahora, antes de que entren y me digan que me vaya. Esta vez te leeré en voz baja para que no me escuche nadie más.

"¿Sabes? La poesía no es algo que se me dé bien, a veces puedo escribir algo poético, pero no me gusta, a los demás les gusta, pero a mí no me convence del todo, Juliana ¿Cuándo escribirás algo para mí? Me gustaría leer unas palabras escritas por ti."

—Eres muy insistente, tal vez después —dijo Juliana en voz baja, casi inaudible.

Mi Bella Durmiente |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora