<Capitulo 38>

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Había pasado un mes desde el primer intento. Un mes en el cual nos brindamos apoyo mutuo, mes en el cual vivimos las cosas mas hermosas, locas e inolvidables junto a Nolan.

Siempre se disfruta del tiempo que pasas con él, todo gracias a su inocencia, su timidez, su simple persona. 

Nathalie todo este tiempo trato de no pensar en las pruebas, y en los intentos que nos esperaban. Lo cual eso es bueno, ayuda a su estado de animo, ayuda a la relación y ayuda a la familia.

Y en este mes, llenamos la pared de la sala con fotos de nosotros, fotos con Nolan, y con los amigos de siempre. La pared del departamento cobro vida con los momentos que se ven reflejados en las fotografías, tal como me paso a mi con la llegada de Nathalie y ahora la de Nolan.

Todos mis momentos junto a ellos están guardados en mi memoria, son todos esos momentos los cuales me hacen sentir que esta vida vale la pena. Todo porque ellos son parte.

–¿Papá? –Nolan me interrumpe cuando estoy viendo las fotografías.

–Dime, hijo.

–¿Podemos ir a ver a Zoey? –lo miro, y me observa con ojos suplicantes– Es que la echo de menos.

Nolan se balancea en su lugar, con las manos metidas en sus bolsillos, mostrando su timidez.

–Claro, luego podemos pasar por mamá en el trabajo.

–¡Si! –grita Nolan y sonrío.

–Ve a calzarte las zapatillas –asiente– ¿Necesitas ayuda?

–No, ya he practicado ¿quieres ver?

–¡Por supuesto!

Nolan corre a su habitación, y vuelve con sus zapatillas azules. Nos sentamos en el sofá, y yo lo observo sonriendo. Susurra para si mismo el mecanismo que le enseñe, hasta que finalmente consigue atar sus cordones.

–¿Lo hice bien? –me pregunta y me mira a los ojos.

¿Como decirle que no cuando me mira de esa forma?

–Como todo un campeón –me sonríe, y chocamos los cinco.

Bajamos hasta el estacionamiento, y emprendemos viaje hasta la casa de los Orwell. En el camino, Nolan y yo cantamos canciones que se aprendió en el jardín de infantes. Y como no dejaba de cantarlas una y otra vez, obviamente se me terminaron pegando.

Llegamos, y Zoey sale corriendo desde la casa como si nos hubiera estado esperando.

–¡Nolan!

–¡Zoey!

Ambos se abrazan y parece ser que no se vieron por años, cuando tan solo pasaron dos días.

Zoey lo mira, y sus mejillas se sonrojan. Y esto me hace pensar en lo que Chloe y Nathalie dijeron, pero de forma inmediata aparto esos pensamientos.

–¿No hay un abrazo para el tío?

Zoey se ríe y corre a abrazarme, y deja un delicado beso en mi mejilla.

–Papá me termino de construir la casita del árbol ¿quieres ir? –le propone Zoey.

–¡Si! ¿Podemos jugar a Peter Pan y Wendy? –agrega Nolan, y Zoey sonríe con sus mejillas sonrojadas.

–¡Si! Vayamos antes de que el sol se vaya a dormir.

Zoey y Nolan corren hacia el patio trasero, y yo entro a la casa.

Di cuando (#2 A través de ti)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora