Capítulo 5

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Olivia, con el corazón a mil y a paso lento, se acercaba a Alex, el cual estaba sentado en un banco con el móvil. Alex levantó la vista y miró a Olivia, con la mano le señaló el lado del banco libre para que se sentara.

—Hola —saludó la pelirroja tímidamente.

—Hola —contestó cortante, mandando la felicidad de Olivia a la mierda—. ¿Y bien? ¿Vienes a disculparte?

—Yo —Olivia se quedó sin palabras, ella no iba a disculparse, ya que ella no tenía la culpa de que Alex fuese un celoso—. Perdón —murmuró por lo bajo, jugando con sus dedos. Alex sonrió, y pasó su brazo por los hombros de la pelirroja, asustándola.

—¿Vamos a algún lado? —preguntó el rubio.

—No puedo, he quedado con Emma y otra amiga —respondió sin mirarlo.

—¿Qué?

—Que he quedado ya con

—Cállate, ya te he escuchado —la interrumpió, soltando un suspiro frustrado—. ¿Quién es tu otra amiga?

—Es una chica nueva que ha entrado al instituto.

—Dime su nombre —exigió.

—Diana.

—¿Y el apellido para mi abuela?

—No me sé su apellido —Olivia quería llorar, pero había un pequeño problema, y es que tiene dependencia emocional con su novio.

—Ah, o sea, ¿es tú amiga y no te sabes el apellido? —preguntó, con su icónica risa desesperante— Muy bien, Olivia, enhorabuena.

—Ya, déjame en paz ¿no? —preguntó, con la voz rota— Estoy harta de que te burles de mi.

—¿Me acabas de contestar? —preguntó, y en su voz se podía detectar la clara ira que tenía. Levantó la mano, pero antes de que le diera a Olivia, un brazo se puso en medio.

—Le levantas otra vez la mano y yo te parto los huevos ¿me oyes? —Olivia, al escuchar la voz, rápidamente levantó la cabeza.

—¿Y a ti quien te ha invitado a esta conversación? —preguntó Alex levantándose, pensando que así intimidaría a Diana.

—Tus mu.

—¿Tus mu?

—Tus muertos me han invitado, pedazo de bastardo.

Antes de que Alex pudiera contestar, Emma llegó, y junto a Diana, se llevó a Olivia.

—¿Qué coño intentaba hacerte ese bastardo? —preguntó Diana, poniéndose delante de Olivia. Habían recorrido media ciudad para asegurarse de estar lejos de Alex.

—Una larga historia —murmuró la pelirroja mirando el suelo, casi llorando.

—Le voy a partir los huevos y voy a hacer huevos revueltos

—¡Diana, ya basta! —interrumpió Olivia, quebrándose con solo tres palabras, y rompiendo en llanto.

Diana y Emma se miraron antes de que la rubia se acercara a Olivia. Emma la abrazó, dándole un hombro en el que llorar, mientras Diana procesaba lo ocurrido.

No era la primera vez que Alex le levantaba la mano, y Olivia lo sabía, y lloraba por el miedo que le daba gritar, el miedo que la callaba.

Diana se levantó de donde se había sentado, y Olivia la vio intentar irse.

—¿Dónde vas? —preguntó la pelirroja, separándose de Emma, aún con el rastro de lágrimas y la voz rota.

—A pegarle a ese gilipollas.

—Diana —la pelirroja la miró con una mirada suplicante.

—Casi te pega.

—Por favor —una pequeña lágrima se le escurrió por la mejilla, y Diana se acercó a ella, limpiando con su pulgar la gota de agua salada—. Quédate aquí y no hagas nada —suplicó en voz baja, Diana asintió antes de que Olivia la abrazara, enrollando sus brazos por el cuello de la castaña.

Era gracioso el simple hecho de que se conocían de hace dos o tres días, y ya tenían confianza entre las dos.

Porque aunque solo fueran pocos días los que se conocían, y ambas fueran reservadas, no quitaba del medio que al mirarse a los ojos, una pequeña chispa se encendiera en ambas.

Mi perfecta perdición ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora