Capítulo 32

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—Y ya hemos llegado —avisó David parando el coche.

Dando por hecho que Emma estaba durmiendo, Olivia también, Diana estaba en mitad de un viaje por su mente abrazando a Olivia con un brazo, y que Clara estaba procesando en cómo había soportado tantas horas sentada Solo David se había dado cuenta que estaban en el pueblo.

—¡Chicas que ya hemos llegado! —gritó el mayor, causando que las tres menores saltaran del susto y que Clara diera un mini grito.

—¡Que soy sensible a los sustos! —gritó de vuelta Clara mientras a Diana le empezaba a dar un ataque de risa.

—Diana, diles a tus amigas donde van a dormir.

—Voy, voy —respondió entre risas saliendo del coche y agarrando sus cosas—. Dame la llave y abro yo.

Mientras los adultos descargaban las cosas, Diana subía al piso de arriba para indicar las habitaciones.

—Vale, esta es la de mis tíos, esa la que usaba mi hermano y esta la mía, luego está la que se usa de trastera y ahí no se puede estar para dormir pero ni de coña —comentó mirando el pasillo—. Os dejo elegir, ¿quién se va a la habitación de Lucas y quién conmigo?

Ambas chicas se miraron antes de que Emma hablará con una sonrisa traviesa.

—Yo duermo sola, suelo dar patadas y no creo que Diana quiera volar a la pared en mitad de la noche.

Diana la miró sería antes de sonreírle a Olivia.

—Bien, pues Emma se acomoda en esa habitación y tú y yo en esta —la pelirroja le devolvió la sonrisa antes de entrar ella primero en la habitación—. Watson, te voy a ahogar en el río.

—Ajá, pero dormirás con ella —susurró, levantando las manos en la palabra ella, como si tirará brillos.

La castaña negó antes de entrar en la habitación y ver a Olivia sentada hablando por teléfono, supuso que sería su madre.

Mientras la pelirroja conversaba con su madre, Diana empezó a guardar su ropa en el lado izquierdo del armario, dejando el lado derecho para Olivia.

—Voy a abajo —susurró Diana en dirección a Olivia, esta asintió.

La castaña salió de la habitación y bajó a la sala de estar con una leve sonrisa. Emma estaba ya abajo, sentada en el sofá observando la casa.

—Eres una cabrona —fue lo primero que dijo Diana nada más ver a Emma.

—Pero si en el fondo quieres y lo sabes —murmuró riendo.

—¡Pero eso no tiene nada que ver! —gritó dejándose caer en el sofá y pasándose las manos por la cara— Dios mío que vergüenza.

—Pues vas a cagartre cuando a mitad noche se tire encima de ti a abrazarte —susurró riendo, viendo como Diana la miraba con pánico.

—¡Joder Emma!

Olivia, que estaba bajando las escaleras, paró de golpe para mirar confundida a sus amigas, viendo a Diana roja y avergonzada y a Emma descojonarse de la cara de Diana.

—¿Contexto?

—Te la meto sin —antes de que pudiera seguir hablando, Diana le puso la mano en la boca para que se callara, terminando por chupar la mano.

—¡Guarra de mierda, no me chupes!

—Jodete calva.

Diana optó por no responderle y terminar cruzándose de brazos mirando el suelo.

—Pero no te enfades —murmuró Emma, posicionando su mano en el hombro de la castaña.

—Me voy a dar una vuelta, luego vuelvo —comentó Diana levantándose de golpe y agarrando unas llaves antes de salir por la puerta colocándose los cascos.

Emma, apenada, se quedó mirando la puerta, sabiendo que era su culpa.

—¿Voy yo o vas tú? —preguntó Olivia mirando a la rubia.

—Ves tú, a mí ahora no me quiere ver.

Olivia asintió y salió de la casa, mirando a ambos lados para saber donde se había ido Diana. A lo lejos vio la figura de Diana introduciéndose por un prado, empezando a correr tras ella.

—¡Diana! —gritó lo más fuerte que pudo, causando que la nombrada girara un poco la cabeza, mirando de reojo a la pelirroja que corría hacia ella, quitando los cascos de sus orejas mientras una canción se alcanzaba a escuchar.

Diana paró en seco, causando la parada de la pelirroja también, la cual se sostuvo de sus rodillas, cansada de correr.

—¿Qué? —respondió con poco interés.

—¿Estás bien? —preguntó cuando recupero el aire y respiraba con más facilidad— No sé que ha pasado, pero Emma me ha dicho que te buscase yo.

—Sí, estoy bien, no te preocupes, no es nada —respondió dejando de mirarla, yendo a ponerse de nuevo los cascos pero Olivia volvió a hablar.

—¿Puedo ir contigo? —Diana levantó los brazos y Olivia empezó a seguirla donde sea que fuese.

Diana no volvió a ponerse los cascos, pero la música se escuchaba a través de ellos, Olivia podía identificar canciones como Another Love - Tom Odell, alguna que otra de Beret, Melendi y Aitana.

Después de caminar bastante, llegaron debajo de un gran árbol, donde Diana se sentó a sus pies, apoyando la espalda en él. Olivia imitó la acción de la castaña y se sentó a su lado, jugando con sus manos y mirando el suelo.

—Emma no deja de joder desde que supo quien me gusta —murmuró Diana abrazando sus rodillas con un brazo, mientras que con el otro jugaba con las hierbas del suelo—. Y me jode porque es la primera vez que me pillo de alguien, y encima fuera de lo que la sociedad considera normal en una mujer Me jode porque me da miedo

Olivia se acercó a Diana y agarró su mano con cuidado, produciendo que la castaña entrelazara los dedos y apretara.

—Me da miedo que ella no sienta lo mismo que yo, o que mi amistad con ella se vaya a la mierda por mis sentimientos Joder, todo es tan complicado —susurró cerrando los ojos con fuerza—. Que tampoco culpo a Emma de sus chistes sobre que alguien me guste, pero todo esto es nuevo para mi y es extraño Y me da miedo.

Olivia no dijo nada, porque tampoco tenía que decir nada, sabía que con darle su apoyo emocional, un hombro en el que llorar y escucharla a Diana le valía.

Después de un rato, Diana dejó caer la cabeza en el hombro de Olivia.

—¿Sabes qué? —murmuró la pelirroja, formando leves caricias en la mano de Diana— Te quiero.

Diana levantó la cabeza de golpe y la miró sorprendida a Olivia, pero poco a poco fue formando una sonrisa en sus labios, una sonrisa verdadera, una sonrisa de boca abierta.

—Yo también te quiero —susurró sonriendo como nunca.

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Aparezco de entre los muertos y la depresión de las notas. Buenas mañans, tardes noches.


Besos

Mi perfecta perdición ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora