Capítulo 42

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—Buenos días —murmuró Diana entrando a la cocina mientras se frotaba el ojo con la mano.

—¿A las tres de la tarde? —preguntó su hermano y Diana sonrió yendo a la nevera.

—Por supuesto, la mejor hora para despertar —contestó en un bostezo.

—En mi cuarto está tu gata —murmuró el azabache mirando cómo su hermana empezaba a ir a su habitación corriendo, causando que soltará una carcajada.

—¡Minerva! ¡Mi amor! ¿Has echado de menos a mamá? —le preguntó al animal agarrándolo en brazos y bajando— Yo a ti sí.

—¿Algún día dejarás de hablarle a los animales? —le preguntó Anna saliendo del baño.

—No.

—Lo suponía —la castaña le sacó la lengua aún con la gata en brazos—. Pobre gata. Minerva saca la lengua si estás secuestrada.

—Cabrona. ¿Y Olivia y Emma?

—Han ido a dar una vuelta, seguramente se han perdido —comentó la rubia sacando dos zumos, uno para ella y otro para Diana—. Ten mi amor, que si no te me mueres.

—Lo tomo pero me ofendo —dejó a la gata en el suelo y agarró el zumo.

—Me sirve.

Lucas las miró con el ceño fruncido, nunca entendería esa amistad.

—Diana, papá se ha ido con los tíos a dar una vuelta —avisó este, sabiendo que la castaña se preguntaba dónde estaría su padre. La chica le levantó el pulgar.

—Dios mío qué aburrimiento —murmuró Diana después de beberse el zumo y tumbarse en el sofá—. Minerva, ven —le habló a su gata, la cual estaba dando vueltas por el salón.

—Buenas —saludó Emma entrando con Olivia—. Uy un gato.

—Gata, respeta un poco Watson —Emma levantó los brazos sentándose en el otro sofá junto a Anna.

—¿Te acabas de despertar? —le preguntó Olivia, haciéndole un gesto para que levantara la cabeza y la dejase sentarse ahí. Además de que la castaña aún iba en pijama.

—Sí, y me he bebido un zumo —le sonrió mirándola.

—Deberías comer algo.

—Ya, pero no tengo hambre —contestó viendo como Minerva se acurrucaba para dormir encima de ella. Olivia empezó a pasar la mano por el pelo de Diana, transmitiéndole paz y tranquilidad—. Sí sigues así me duermo.

—Pero si te acabas de despertar —Diana le sonrió mientras la pelirroja la miraba con el ceño fruncido.

—Nunca subestimes lo que puedo llegar a hacer.

—Idiota —la castaña rodó los ojos riendo mientras sacaba el móvil para entretenerse.

Entró a Instagram, empezando a pasar historias, sin pararse a ver ninguna. Nunca las miraba, a no ser que fuera de algún famoso que le gustase o alguien que le cayese bien. Sabía que Olivia estaba mirando también, entonces entró al buscador y puso cotilla.

—¡Oye! —se quejó al leerlo, mientras que Diana no dejaba de reír, consiguiendo que su gata despertase y se fuera.

—¡No! ¡Minerva, no me abandones! —dramatizó, siendo ahora Olivia la que no dejaba de reír— Ni la gata me quiero.

—¿Y yo qué? ¿Estoy pintada en la pared? —preguntó la pelirroja, Diana observándola de reojo.

—Sí, en una pared muy bonita.

Mi perfecta perdición ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora