Capítulo 46

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—¿A dónde vas? —le preguntó Olivia a su hermano.

—A darle a Lucas el detalle del equipo de fútbol —respondió mientras se dirigía a la puerta para irse, pero la pelirroja lo siguió.

—¿Para qué?

—Ni en los exámenes me hacen tantas preguntas —Olivia le dio un golpe en el hombro—. Auch, vale. Se muda a Canadá.

—Pero Lucas es hermano de Diana —Olivia unió piezas, dándose cuenta del por qué estaba rara su novia— ¿Cómo qué se mudan a Canadá? ¿Cuándo?

—Hoy, seguramente estén metiendo las cosas en el coche para irse al aeropuerto.

Olivia no dijo nada más durante todo el camino a la que fue casa de los González.

Al momento llegaron, y Olivia pudo identificar a su novia en unos vaqueros rotos y una camiseta de AC/DC, con una mueca de dolor y metiendo una maleta en el maletero del coche. La castaña levantó la vista hacia donde sentía una mirada, encontrándose con unos ojos verdes que le encantaban.

Con timidez levantó la mano hacia Olivia en señal de saludo, pero la pelirroja no correspondió el saludo, así que la castaña suspiró y se acercó.

—Hola —saludó jugando con el anillo en su mano.

—¿Hola? Me entero de que te vas el día en que lo haces, ¿y solo me dices hola? —exclamó claramente enfadada— No sé, pensaba que nos contábamos las cosas.

—Te juro que quería decírtelo, pero no sabía cómo, me daba miedo que te alejaras de mí o algo Pero creo que lo he empeorado —poco a poco fue bajando la mirada, la había cagado.

—Pues sí, lo has empeorado, sí —la castaña levantó la vista, encontrándose con los ojos de Olivia—. ¿Qué va a ser de nosotras?

Diana no respondió, no encontraba las palabras mientras que el nudo en su garganta crecía. Olivia miró por encima del hombro de su novia, viendo a Anna abrazando a Lucas mientras lloraba.

—¿Anna lo sabía? —Diana asintió, intentando no llorar— Genial.

—Lo siento, ¿vale? No me hace gracia tener que irme —hizo una pausa para tragar, ya que le costaba hasta hablar. Olivia asintió, en señal de que siguiera hablando—. Me avisó mi padre de que esto pasaría, estando en el pueblo, y antes de que digas nada, yo tenía esperanzas de que me dijera Diana, cielo, se ha cancelado la mudanza... Joder, es que quería decírtelo, quería hacerlo Pero me dio miedo

Se formó un silencio, siendo sincera, un poco tenso, donde solo se miraban.

—¿Volverás? —preguntó en un hilo de voz, notando sus ojos arder, Diana levantó los hombros mientras se abrazaba a ella misma.

—Supongo que en algún momento lo haré, pero no sé cuando —la castaña estaba al borde de empezar a llorar, al igual que la pelirroja.

—No quiero que te vayas —y la primera lágrima de la pelirroja cayó, a la vez que su voz se distorsionaba por los sollozos—. Te quiero aquí conmigo.

—Yo tampoco quiero irme, Olivia, no quiero —y el primer sollozo de Diana salió de sus labios, seguido por lágrimas que se llevaban a su paso el rimel de la castaña.

—Dime que volverás, aunque sea una mentira, dímelo —Diana negó mientras empezaba a llorar junto a la pelirroja—. Dilo, por favor.

—No quiero mentirte —ambas se abrazaron sin dejar de llorar. No querían separarse—. Mi querida pelirroja, eres de las mejores cosas que me han pasado.

—No me digas eso que lloro más, idiota —Diana sonrió mientras lágrimas de tristeza no dejaban de caer a montones.

—Te quería, te quiero y te querré. Te querré hasta que el sol deje de brillar, hasta que la Luna deje de alumbrar nuestras noches y hasta que los años nos hagan ancianas. Te querré toda mi vida, y eso nadie lo va a cambiar. Ni absurdos estereotipos de la sociedad, ni comentarios homófobos diciéndome lo antinatural que parecemos agarradas de las manos —Olivia agarró las mejillas de Diana y la besó, la besó cómo nunca lo había hecho, la besó con amor, con delicadeza, y con ganas de que ese momento nunca terminase.

—Te quiero y siempre lo haré, mi futura escritora —Diana sonrió, dándole un beso en la frente.

—Diana, es hora de irnos —avisó Leonardo, dándose cuenta del noviazgo de su hija.

—Ya voy, papá —contestó Diana girando la cabeza hacia su padre.

—Tienes el rimel hecho mierda —se rio Olivia agarrándola de las mejillas.

—Tú estás igual o peor —contraatacó carcajeando Diana. Ambas se volvieron a besar, terminando en un abrazo—. Te quiero muchísimo, nunca lo olvides.

—No es un adiós, ¿verdad? —preguntó mientras Diana se alejaba.

—Es un hasta luego, pelirroja —Diana quería decir algo, pero no sabía si hacerlo o no—. Te dije que yo era una perdición.

—Eres mi perfecta perdición, Diana, porque si es de ti, es perfecto —Diana sonrió mientras entraba en el coche, viendo a Anna consolar a Olivia.

Diana levantó la mano, despidiéndose de ambas chicas, Anna soltó una carcajada al ver la cara de Diana llena de rimel, la castaña le sacó el dedo del medio. Para después llamar a Emma por teléfono, pues ella no sabía nada, además de que estaba de vacaciones con su madre.

—Dime, guapa.

—¿Cuándo fue la última vez que nos vimos? —preguntó mientras creaba un grupo de WhatsApp, añadiendo a Olivia, Anna y Emma.

—Creo que hace una semana o así, antes de que me fuese en avión a Madagascar, ¿por?

—Porque esa ha sido la última vez que nos hemos visto, y la última será...

—Diana, corazón, soy muy mala con las indirectas, ve al grano.

—Voy camino al aeropuerto, me mudo a Canadá.

—¡¿Qué?! ¡Diana! ¡¿Por qué no me avisaste?! ¡Te habría abrazado más fuerte! —Diana sonrió, las lágrimas volviendo a caer.

—Me dio miedo... Pero volveré, algún día lo haré.

—Más te vale, no me parece bien, vaya mierda de despedida, voy a llorar, mañana te llamo —Diana soltó una carcajada mezclada con un sollozo.

—Hasta mañana —Emma colgó.

Sin duda, después de esto, todo iba a cambiar, absolutamente todo.

Diana siendo una perdición, o eso decía, pero, cómo había dicho Olivia, Mi Perfecta Perdición.

Diana es nuestra perfecta perdición. Y es alguien muy especial.

Fin.

Mi perfecta perdición ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora