Capítulo 15

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—A ver, vamos a aclararnos —habló Diana dando vueltas por la habitación—. La semana que viene la tengo llena de exámenes, tengo que estudiar, hacer dos trabajos y centrarme en otras cosas Lo que no tengo que hacer es estar pensando en un beso que no llegó a beso de un sueño con mi amiga y compañera de clase

Anna se levantó de la cama y la agarró de los hombros.

—Corazón, respira que te mueres —Diana le sonrió un poco y ambas se sentaron en la cama de la rubia—. Respira. Quita un momento los estudios de tu cabeza y céntrate en ti, en lo que sientes, ¿sí? —la castaña asintió varias veces— Ahora, si tú quieres, cuéntame ¿cómo te hace sentir?

—Me hace sentir Bien. Suele halagarme por como me queda la ropa que llevo puesta Y me ha apoyado en las pocas cosas que sabe de mi —Anna sonrió dándole caricias en la mano.

—Bien, ahora dime, ¿qué te gusta de ella?

—Me gusta su pelo, también su risa y su sonrisa —respondió sin pensarlo dos veces y sonriendo—. Y también sus pecas. Me gusta su forma de ser y la forma que tiene de afrontar sus problemas, y también me gusta como me hace sentir

—Te gusta —afirmó la rubia.

—¿Qué? No.

—Cuanto más lo niegues, más te pillaras.

—Anna, que no me gusta, es imposible. No, me niego —ambas chicas se miraron y Diana tenía los ojos aguados.

—Diana

—No, Anna, no puede gustarme una chica, sería una completa locura. Además, deben gustarme los chicos y Olivia tiene novio.

—¿Qué tiene que ver que tenga novio para que te guste? —reprochó la rubia con el ceño fruncido, aún acariciando con el pulgar las manos de Diana—. ¿Quién te ha metido esas ideas absurdas en la cabeza?

—Mi Mi madre —contestó, bajando la cabeza y escuchando un suspiro de parte de la rubia—. Y me da miedo Decepcionarla, ¿sabes? La he decepcionado desde el primer momento que empecé a vivir, y no quiero seguir haciéndolo, no quiero que siga decepcionada de cada cosa que hago o dejo de hacer.

—Si hace falta, ocúltaselo, te puedo ayudar en eso —aconsejó la rubia, pero la castaña no respondió—. Oye, me tienes aquí para cualquier cosa, lo sabes ¿no?

—Lo sé, lo sé —respondió con la voz quebrada—, pero tengo miedo, Anna.

La rubia no respondió ni habló, solo la atrajo a un abrazo, un abrazo que Diana necesitaba desde hace bastante.

—Te quiero, y lo sabes, y sabes que me tienes para todo.

Diana asintió, intentando con todas sus fuerzas no romper en llanto delante de la rubia.

Pero cambiemos de escenario por un momento.

Olivia y Emma. Ambas juntas. Una llorando y la otra consolándola. Una con el corazón en mano, completamente roto, y la otra insultando a un hombre con demasiados huevos y poco corazón y sentimiento. Una con las ganas de morir a flor de piel, y la otra con ganas de cometer un homicidio.

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Hola, pensaba q había desaparecido 4 siglos y solo ha sido una semana help JAHja

En fin, aquí os dejo otro capítulo, espero os guste y le deis a la estrellita

Mi perfecta perdición ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora