Epílogo

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Diana estaba yendo en su moto, directa a una casa que conocía muy bien. Buscó un lugar libre para aparcar la moto y tocó el timbre.

-¿Diga? -preguntó una voz al otro lado.

-Soy yo, Diana.

Entonces la puerta se abrió, y la castaña subió al segundo piso, encontrando a una señora esperándola en la puerta.

-Hola, cielo -saludó alegre dándole un abrazo.

-Buenas tardes, Maria -dijo devolviéndole el abrazo.

-Enseguida llegará, no debe tardar mucho, van a dar las 15:10 -Diana asintió entrando y dirigiéndose al salón, más específicamente el sofá-. ¿Cómo está tu familia?

-Bien, bastante bien. Mi padre ha sido contratado en una empresa en la que le pagan bastante bien y mi hermano está sacándose la carrera de criminología -María notó cómo a Diana se le marcaba el acento canadiense.

-Eso es genial, ¿tú qué estás haciendo?

-Carrera en letras, para ser escritora y profesora de lengua. Me encantaría enseñar bien las cosas, no cómo muchos profesores hacen. He solicitado plaza en una universidad de Italia, entre esta semana y la semana que viene llegará la carta a mi casa -sonrió, sabiendo que estaba cumpliendo una de sus metas-. Me pilla estando aquí, pero mis padres están allí, así que me mandaran lo que diga la carta.

-Espero que todo te salga bien, eres muy inteligente -Diana se sonrojó por el halago.

-Muchas gracias.

Diana durante esos tres años en Canadá había mejorado muchísimo en el ámbito del estado mental. Había empezado a ir a un psicólogo desde el primer momento que pisó el país. Y de cada cosa que pasaba allí se la comentaba a sus dos amigas y su novia.

Muchas cosas en su vida habían cambiado. Es decir, su padre empezó a salir con un chico, Cameron. Ya en la adolescencia ambos estuvieron saliendo, pero por muchas circunstancias se separaron. Aunque el destino los ha vuelto a juntar. Cameron es dos años más que Leonardo, y es de origen africano, aunque nació en Canadá y estuvo toda su vida ahí.

Un año después de que empezasen a salir, se casaron. Ambos se quieren mucho y están felices juntos. Además, Cameron ama muchísimo a Diana, y Diana a él.

-Ya he llegado -murmuró una voz femenina, Diana sonrió, mirando la entrada del salón, esperando que entrara, pero pasó de largo. Diana se levantó y se apoyó en el marco de la puerta.

-¿Ya no saludas? -preguntó, Olivia se giró con el ceño fruncido, reconociendo la voz, al ver que no eran alucinaciones suyas corrió a los brazos de Diana, abrazándola con fuerza- Te he echado mucho de menos.

-Y yo a ti -susurró, sintiendo las lágrimas escaparse de sus ojos-. Dios mío, sin ti nada aquí era lo mismo. Me hacías falta.

-Allí en Canadá era lo mismo, necesitaba tus abrazos en mis bajones... Pero Cameron me ayudó muchísimo en eso -sonrió, su padrastro se había ganado el cariño de la chica enseguida.

-Tienes acento al hablar -se rio al separarse del abrazo, aún con sus brazos en los hombros de la chica.

-Me he dado cuenta, my sweetheart -Olivia sonrió volviendo a abrazarla con fuerza-. ¿Sabes? Trabajo en una pizzería.

-Júrame eso -Diana asintió riendo.

-Te lo juro, en mis tiempos libres después del instituto, para ganar dinero. Aunque he cogido las vacaciones para venir aquí -Olivia soltó una leve risa.

-Yo trabajo en una cafetería, a veces va mucha gente y me estreso, pero es agradable -Diana le dio un beso en la mejilla.

-Maria, ¿me la puedo llevar a comer?

-Por supuesto, pero me la traes para cenar o dormir -avisó, Diana asintió sonriendo.

-Nos vemos luego, mamá -se despidió la pelirroja, dándole un beso en la mejilla y saliendo fuera con Diana-. ¿Y dónde vamos?

-A la playa -respondió-. Pero primero a comer, no sé donde, pero a comer.

Olivia sonrió, echaba de menos a Diana así.

-¿Y cómo vamos a ir, genia?

-En mi moto, genia.

-¿Tienes moto? Nunca me lo dijiste -se quejó dándole un golpe en el hombro.

-Me saqué el carnet hace poco, Anna tampoco lo sabe -respondió cuándo llegaron delante de la moto, le extendió un casco a la mayor con una sonrisa mientras se ponía el suyo-. Agárrate fuerte.

-Oh, claro que me voy a agarrar fuerte, no me apetece morir -Diana se rio cuando al arrancar la pelirroja apretó el agarre en su cintura.

A los 10 minutos llegaron delante de una pizzería, Olivia soltó una risa, sabiendo que Diana la iba a llevar a algún lugar por el estilo.

Entraron y pidieron una pizza mediana de barbacoa y dos Coca-Colas. Diana se hizo la graciosa y casi se le cae la pizza encima, causando una gran carcajada en la pelirroja.

Cuando terminaron de comer, Diana le dijo que se esperase un momento ahí donde la moto, que enseguida volvía.

Lo que Olivia no esperaba es que Diana volviera con un ramo de flores, más específicamente de sus favoritas, un ramo de iris.

-Sé que son tus favoritas y quería hacerte un regalo, no sé -murmuró nerviosa, tapándose la cara con el ramo de flores.

-Diana... Es precioso, jo -habló impresionada, agarrando el ramo de iris, pasando su vista de las flores a su novia-. Eres la mejor -dicho eso la abrazó, sintiendo sus latidos acelerarse con los segundos. Cómo las primeras veces que estaban juntas.

-Te quiero.

-Te quiero más.

Ambas sonrieron.

Diana le puso el casco a Olivia sonriendo para después ponerse el suyo y subirse, notando las caricias de Olivia en su abdomen, terminando por sonreír.

Al rato llegaron a la playa. Empezando ambas a pasear, hablando de todo lo que habían pasado en esos tres años.

Diana, en un arrebato, agarró a Olivia de la cintura, levantándola en el aire mientras reían.

El sol estaba cayendo tras el mar, mientras ambas chicas estaban sentadas al lado de la orilla, abrazadas.

-Es muy bonito -comentó Olivia sonriendo.

-Es precioso, pero no se compara contigo -Olivia, sonrojada, escondió su cabeza en el cuello de Diana mientras reía, causándole cosquillas a la castaña-. Creo que todas las personas que he conocido en Canadá saben de tu existencia.

-¿En serio?

-¡Por supuesto! Tenían que saber quien sería mi futura esposa, porque yo si me veo en un futuro a tu lado -Olivia miró con ternura a su novia, agarrándole las mejillas y robándole un beso-. Te amo.

-Te amo muchísimo más -Diana negó riendo.

-Nah, yo te amo más.

Y así empezaron una discusión, entre besos y te amo. Siendo el mar testigo del amor de ambas chicas.

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Creo que voy a llorar, las amo, son mis hijas😭🫶🏻

Mi perfecta perdición ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora