Capítulo 11

1.2K 100 5
                                    

Diana y Olivia estaban andando por la ciudad. Era un domingo por la tarde. Ya habían empezado las vacaciones de Navidad, y también se podía notar la brisa helada de invierno. 

Iban caminando en un agradable silencio, bajo un precioso atardecer con tonos rosas y naranjas. Típico de película, ¿no? Bueno, pues déjame decirte, que no todas las películas tienen final feliz, ni mucho menos todo es tan precioso como el atardecer anteriormente descrito. Pero sigamos con nuestras protagonistas, ya dejaremos las tragedias para más tarde. 

Olivia agarró la mano de Diana, la cual ni se inmutó por la acción, pero Olivia estiró de su brazo, frenandola en mitad puente, y haciendo que la mirase a los ojos. Unos ojos en los que Diana vio lujuria, y eso no le gusto nada. La mano libre de la pelirroja subió a la cara de la castaña, ahuecandola mientras sonreía. Le dio una última mirada a Diana para después cortar la distancia entre ambas.

Y justo antes de que los labios de Olivia tocaran los de Diana, está se despertó, agitada.

—Joder —murmuró, llevandose las manos a la cara, desvió la mirada a su móvil y lo agarró para mirar la hora.

5:40a.m.

Dejó el móvil en la mesita y se tiró de golpe en la cama. Había soñado que la pelirroja la besaba. ¿Qué se le pasaba por la cabeza? Sin duda, no pegaría ojo en lo que quedaba de madrugada y, sobre todo, le sería muy incómodo mantener una conversación con Olivia. 

—Pero yo no puedo ir a una persona y exigirle y reclamarle el porque me había besado en un sueño —susurró, tapándose los ojos con su antebrazo.

—Diana —llamaron tras la puerta, confundiendo a la castaña—, ¿estás despierta? —preguntó su padre.

—Sí —contestó mientras se sentaba en la cama y su padre asomaba la cabeza—. ¿Pasa algo?

—¿Quieres que hagamos una escapada hasta la noche? Tú, tu hermano y yo.

—¿Dónde? —preguntó mientras su padre se sentaba a su lado.

—No sé, donde el coche nos lleve, ¿no? —Leonardo le sonrió mientras se levantaba— Pues prepara una mochila o algo, voy a por tu hermano.

Diana no pudo evitar sonreír y asentir mientras su padre se iba. La chica se cambió y, con sumo cuidado y sigilo, se fue al salón, donde su padre ya la estaba esperando. 

—¿Café? —Diana asintió mientras su padre le extendía un vaso con café con hielo, el favorito de la menor. 

Realmente, Diana necesitaba el café, es decir, se ha ido a la cama a las 4:10 y se ha despertado a las 5:40, no ha dormido una mierda. 

—Hola hola, buenos días —saludó Lucas mientras entraba en la cocina y se empezaba a hacer un colacao— ¿Cómo habéis dormido?

—Pues en una cama, cerrando los ojos… No sé, lo normal ¿sabes? —respondió Diana sonriendo un poco mientras le daba un sorbo al café.

—Bastante bien —respondió Leonardo, riendo un poco por el comentario de su hija menor.

—Que graciosa te has despertado —respondió Lucas, a lo que Diana le sacó la lengua mientras seguía bebiendose su tan apreciado café. 

—No más que tú, mi rey —Lucas rodó los ojos riendo mientras dejaba su taza y la que le había dado Diana en la pica— ¿Y si vamos a…? —se quedó callada mientras pensaba— Dejadlo, no tengo ni idea de dar ideas.

—¿Qué? —Diana le dio un golpe en el hombro mientras empezaban a salir.

Los dos adolescentes casi se pegan por ver quién se iba a subir delante, hasta que al final lo hicieron a piedra papel o tijera, ganando así Lucas.

—¿Y si vamos a la playa? —preguntó Lucas mientras se ponía el cinturón—. Pero no a la playa de aquí, a una que esté lejos.

—Va, por mi bien —contestó Diana poniéndose unas gafas, aunque aún no hubiera sol.

—¿Por qué te pones las gafas si aún no ha salido el sol? —le preguntó su hermano mientras la miraba raro.

—¿Qué más te da? Pesado —respondió cruzándose de brazos y apoyándose en la ventana—. Ten claro que resaca no es porque de casa no he salido. 

—Diana —habló su padre después de un silencio— ¿Qué hacías despierta?

—Me había desvelado por un mal sueño —respondió bostezando—. Un sueño demasiado raro. 

—¿Qué has soñado? —preguntó curioso Lucas. 

—Pues, que estaba paseando con Olivia por ahí, y derrepente se me abalanzaba a besarme, pero antes de que me besara me he despertado. Ha sido super raro —contestó aún procesando lo soñado. 

—¿La hermana de Alejandro? —volvió a preguntar el azabache. 

—La misma. 

—Aiba —Diana le dio un golpe en el hombro por su expresión—. ¿Y yo que te he hecho? 

—Ser mi hermano.

_____________________________________________________________
Buenaas, a ver, he entrado en un "pequeño" bloqueo de escritor y me está costando bastante continuar los capítulos. Ese es el único problema ya que tengo todo pensado para el libro, solo que me está costando bastante entrelazar las cosas.

En fin, un besazo y que paséis un buen año.

Mi perfecta perdición ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora