Capítulo 3

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Después de que el profesor de geografía les diera los puntos a Olivia y Diana. La pelirroja giró la vista hacia su compañera nueva, observándola detenidamente, tenía un hematoma en su mejilla izquierda, eso le llamó muchísimo la atención.

¿Se habría peleado con alguien? ¿Le habrían pegado a ella?

Eran preguntas que se le pasaban por la cabeza, pero no conseguiría respuesta a ninguna.

Mientras analizaba a la nueva, Emma, su mejor amiga, la miró levantando una ceja, Olivia, en respuesta, levantó los brazos restándole importancia a la acción que estaba haciendo. Emma volvió a levantar la ceja y Olivia hizo una señal de que después le diría.

A Olivia le había llamado la atención el hecho de que Diana hubiera llegado tarde y con un hematoma en la mejilla. Dejó de prestarle atención a sus pensamientos e ideas sobre Diana y se puso a atender en biología.

La clase de biología terminó, dándole paso a la clase de matemáticas, que se dividía en dos clases, las aplicadas y las académicas. Esa era de las pocas clases en las que Olivia no iba con Emma. Nuestra pelirroja iba a las aplicadas y nuestra rubia a las académicas.

—Sigo sin entender como puedes ir a las académicas —le dijo Olivia, que se había acercado a Emma antes de irse.

—Pues Yo tampoco lo sé —respondió con una leve risa—. Por cierto, me tienes que contar lo que acaba de ocurrir hace unos minutos.

—Estaba examinando a la nueva —respondió con una sonrisa tímida—. Por cierto, ¿has visto el moretón que tiene en la mejilla?

—Aja, pero no sé como se lo ha hecho.

—En fin, me voy a mates.

—A las mates de tontos —contestó riéndose de su amiga.

—Oh, ni que tú aprobarás en la de listos.

Sin decir más, salió del aula para irse a la de matemáticas aplicadas, o como dice Emma, a las mates de tontos.

Al llegar al aula se sentó en la esquina de la segunda fila, ni cerca ni lejos, simplemente intermedio, donde siempre se prefería quedar, en un intermedio de todo, como siempre.

La profesora no tardó mucho en llegar, pero en esa clase, Olivia no prestó atención, no hizo nada y, claramente, la profesora se dio cuenta, poniendo así una nota en Ítaca.

En qué pensaba Olivia, os estaréis preguntando, la respuesta es simple, hacía unos dos o tres días, nuestra pelirroja había tenido una discusión con su novio, Alex. El chico le echaba en cara que le había puesto los cuernos, mientras que Olivia le llevaba la contra, diciéndole que ella estaba demasiado enamorada de él como para ponerle los cuernos, cosa que Alex no se creía, y eso hizo que se enfadara, dejándose de hablar ambos. Y Olivia estaba pensando en cómo pedirle perdón, aunque ella no tuviese la culpa.

—Olivia, ¿puedes atenderme aunque sea un momento? —preguntó la profesora con cansancio.

—¿Eh? Ah, sí, claro —respondió y se puso a copiar lo de la pizarra.

Pero el hecho de que estuviera fuera de sí, no pasó desapercibido para la profesora ni para Diana, que la chica le había llamado la atención desde el día anterior, cuando entró en ese instituto.

Mates había terminado. Diana, lo más rápido que pudo, recogió sus cosas y se puso la mochila en un hombro mientras se acercaba a Olivia.

—¿Eras Olivia? —preguntó, rascándose la nuca.

—¿Mhm? Sí.

—¿Estás bien? Te he visto un poco distraída —soltó de golpe, yendo al grano y sin irse por las ramas, algo muy común en ella.

—Sí, sí sí, sólo estaba pensando en Cosas.

—Mhm, vale, cualquier cosa, aunque no me conozcas, puedes contarme ¿sí? —una leve sonrisa subió a los labios de Olivia.

—Gracias, supongo —respondió mientras se ponía la mochila—. ¿Vamos juntas al patio? —Diana murmuró un leve vale y ambas salieron de la clase, directas al patio. Pero del aula de mates al patio había pasillos y escaleras. Muchos pasillos y escaleras. Para ser más exactos, estaban en la tercera planta, y tenían que ir tres pisos abajo, más o menos.

—Y bueno —habló Olivia, cortando la leve tensión que se había formado—, ¿qué te gusta?

—Pues —se quedó pensando un momento antes de responder—. Me gusta el arte, leer y una buena película con una manta encima, ¿y a ti?

—Leer, pintar y el romance —respondió, sonriendo un poco.

—¿No será usted una romántica cursi? —preguntó, con tono de broma, causando una risa en la pelirroja.

—Vaya, me has pillado —le siguió el juego, subiendo los brazos y riendo con Diana.

—Oh rayos —contestó riendo y moviendo el brazo como si le diese pena.

—¿No eres fan del romance? —preguntó cuando dejaron de reír, empezando a bajar las escaleras.

—Soy fan de leerlo, vivirlo no es lo mío —respondió subiendo los brazos, como si no tuviese importancia.

—¿Nunca te ha gustado nadie? —volvió a preguntar, bastante sorprendida con la respuesta anterior. Diana movió la cabeza de un lado a otro, dándole a saber que no— ¿Y no has soñado nunca con tener un romance o algo por el estilo?

—Sí, pero no creo que llegue a conseguirlo, es decir, no me ha gustado nunca nadie, no creo que me vaya a gustar ahora.

—No pierdas las esperanzas, hombre ya —comentó, mirando el perfil de Diana, que tenía la vista en el frente—. Cuéntame qué te gustaría vivir en una relación.

—Pues no sé, la verdad Que me trate bien, poder contarle mi vida diaria sin sonar pesada, que cumpla las expectativas que me han hecho tener los libros —ambas soltaron una risa por lo último—. Que le gusta el arte y me entienda. Ah sí, y que me presuma, si no me presume ni me trata bien, lo siento mucho pero se va a ir a la mierda. ¿Y tú, cómo te gustaría que fuese?

—Pues, yo ya tengo al tío que me mola a mis pies —Diana la miró sorprendida—. Pero discutimos hace unos días y no me dirige la palabra —Diana vio de reojo como la mirada de Olivia bajaba.

—Yo no me preocuparía por eso, es decir, eres una chica atractiva y das muy buenas vibras, además eres majísima, cualquiera estaría a tus pies —le dijo, subiéndole el ánimo—. Quiero decir, que seguro ese chico volverá a tus pies enseguida.

Olivia no pudo evitar sonreír, de veras esa chica sabía como animar a la gente.

—Oye, muchas gracias, de verdad —dijo Olivia de repente, parándose de golpe, ya habían llegado al patio.

—¿Por qué? —preguntó Diana confundida.

—Por subirme el ánimo.

—Chs, eso ni se agradece, además, he dicho la verdad —y sin esperarlo, Olivia le dio un beso en la mejilla.

—Nos vemos después en clase —dicho eso se fue, dejando a una Diana confundida y sonrojada.

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Hola, vuelvo a aparecer con el 3r capítulo de esta bonita historia.

Espero que os haya gustado, un beso a todxs <3

Mi perfecta perdición ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora