Capítulo 20

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—Entonces, ¿escritora? —preguntó Olivia mirando el techo de su habitación— Yo lo veo, la verdad.

—No me mientas así que me ilusiono eh —avisó Diana con una leve risa.

—No miento —reprochó la pelirroja con un leve gallo en su voz, causando que Diana rompiera a carcajadas, consiguiendo un codazo de parte de Olivia en las costillas.

—Vale, perdóneme mi humilde artista —murmuró, completamente seria.

—No la perdono, ¡que le corten la cabeza! —exclamó, siguiéndole el juego a la ojiverde.

¡Non, madame, ayez pitié! (¡No, señora, tenga piedad!) —Olivia abrió los ojos, sin duda tenía muchísimo que descubrir de la castaña.

—¿Francés? —Diana asintió— Eres una caja llena de sorpresas.

—Y aún no sabes ni la mitad —murmuró sonriendo.

—¿Cómo qué?

Je suis derrière tes yeux verts, et tes cheveux roux, brillants comme le feu et éblouissants comme le soleil (Estoy detrás de tus ojos verdes, y tu cabello pelirrojo, brillante como el fuego y deslumbrante como el sol) —susurró, mirando los ojos de Olivia con una sonrisa y un brillo en los ojos.

—¡No vale, yo no lo entiendo!

—Ese es el punto, pelirroja —contestó sonriendo, tocándole la nariz para después volver a tumbarse en la cama.

—Eres una

—¿Una persona super guapa, amable, inteligente, genial, increíble, fantástica? —interrumpió mirándola.

—Una egocéntrica —terminó Olivia, tumbandose también, hasta que una llamada entrante llegó a su móvil—. Ahora vuelvo.

Avisó saliendo de la habitación mientras respondía la llamada.

Diana la miró, miró la habitación y suspiró tirándose hacia atrás.

—Cállate, por favor, no quiero discutir, no ahora, no hoy —escuchó a Olivia murmurar fuera de la habitación—. Alex, termine contigo por una sola razón, no quiero estar contigo sin tener mi libertad, mis derechos No, Alex, yo si te quiero, pero no puedo estar así Yo Yo te amo

Silencio. Y más silencio.

Olivia entró en la habitación y se tumbó, dándole la espalda a Diana.

—Oli, si quieres hablar Aquí me tienes ¿vale? —murmuró, sin darse cuenta del apodo salido por sus labios.

—Es que —soltó un bufido, lleno de odio y dolor, mientras se levantaba—, yo Paso.

Diana, con cuidado y delicadeza, agarró su mano, consiguiendo así la mirada de la pelirroja. Le dio una leve sonrisa, dándole a saber que aunque las cosas salieran mal, ella estaría a su lado.

Olivia le sonrió de vuelta, mientras los ojos se le aguaban. Su ruptura la estaba consumiendo.

La castaña se acercó y abrazó a Olivia, esta última escondió las cabeza en el pecho de Diana, abrazándola con fuerza, dejándose ver completamente vulnerable a los ojos de Diana, otra vez.

—Llora todo lo que quieras, yo no te voy a juzgar —murmuró, depositandole un tenue beso en la cabeza.

Y ahí, en ese preciso momento, fue cuando Diana pudo ver lo rota que estaba Olivia, y la confianza que le tenía para dejarse ver así delante de ella.

—Yo Lo amo —sollozó en el pecho de la castaña.

—Lo sé, y eso no está mal —murmuró, viendo como la pelirroja se aferraba más a ella—. No está mal sentir amor por alguien, y mucho menos sentir dolor por eso. Sentir ese dolor nos hace ver que estamos vivos, que somos humanos Además, después de la caída siempre se aprende algo.

—¿Qué los hombres son gilipollas? —preguntó la pelirroja sobándose la nariz mientras se separaba de Diana.

—A pesar de eso —rió Diana—, también adquieres más inteligencia.

—Sí, bueno, pues para llegar a esa inteligencia

—Oye —se quejó agarrándola de las mejillas—, no te desvalores así.

—¿Y cómo quieres que me trate? Si soy así.

—No, no eres así. Tú eres una chica que a pesar de tener un físico precioso y una cara monísima, eres increíble —ambos ojos verdes de las dos chicas conectaron, unos completamente rojos, y los otros con unas ojeras bastante notables—. Olivia, eres inteligente, siempre sacas más de un notable, te esfuerzas muchísimo y se nota. Eres muy amable y trasmites mucha confianza. Enserio te lo digo, eres de las mejores personas que he conocido, y no me parece bien que te valores tan poco con lo genial que eres —los ojos de la pelirroja volvieron a llenarse de lágrimas, mientras que los de Diana también lo estaban haciendo.

—Diana —sollozó, volviendo a abrazarla.

A la castaña le cayeron un par de lágrimas, pero la pelirroja no lo notó, estaba demasiado ocupada rompiendo en llanto en el hombro de su amiga.

Diana sabía que tenía un 0.01 de llegar a tener una oportunidad con la pelirroja, o eso pensaba ella.

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Buenaas
Tengo noticias, vaya. Tng pensado actualizar cada semana, pues m viene la imaginación en mitad d clase y tengo MUCHÍSIMAS cosas pensadas, además d q cada personaje y capítulo estan completamente estudiados a fondo para q el libro tnga sentido.

Un saludo y beso para todxs<3

Mi perfecta perdición ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora