22 de enero de 2021, clase de mates, 5 minutos antes de terminar.
Diana no dejaba de fijarse en Olivia y las ojeras bastante notarias de su rostro. Una pregunta no dejaba de rondar por su mente.
¿No habría dormido, habría estado llorando, qué cojones le ha pasado?
Además de que en las dos primeras clases la ha visto muy ida, es decir, no prestaba atención y apenas estaba apuntando cosas en su libreta.
Por fin sonó la música que daba final a la clase, y le daba paso al recreo.
Diana se levantó con solo un asa de la mochila puesto, directa hacia Olivia.
—Pelirroja —la nombrada levantó la vista—. ¿Estás bien? Puedes contarme lo que sea, lo sabes, ¿verdad?
—Sí, no te preocupes, solo es por el estrés de los exámenes —mintió, y demasiado mal.
—No quiero presionarte ni nada por el estilo, pero cualquier cosa me llamas y aparezco en tu casa antes de que llegues a decir esternocleidomastoideo —la pelirroja sonrió levantándose, y antes de que pudiera ponerse la mochila, Diana la atrajo a un abrazo.
Un abrazo que Olivia aceptó gustosamente
—Gracias —murmuró Olivia después de un rato abrazadas—, pero será mejor que bajemos o Emma terminará cortándonos el cuello.
—Vale, vamos —Olivia se puso la mochila y salieron de la clase, yendo hacia abajo, al patio. Diana rozó su mano con la de la pelirroja accidentalmente—. ¿Te importa si yo... ?
—No te preocupes —respondió Olivia sonriendo, sabiendo a que se refería y agarrando ella su mano—, es reconfortante —murmuró, en un tono casi inaudible.
El problema es que el sentimiento, de momento, no era mutuo, y Diana lo sabía, entristeciéndose y deprimiéndose. El segundo problema es que a Diana, una mínima acción de Olivia, hacia ella le ilusionaba, hasta que caía en la realidad y le dolía hasta respirar.
Y es que Diana no se había pillado de nadie en su vida, no entendía ese sentimiento de mariposas cada vez que estaba al lado de esa persona especial, y sentirlo hacia alguien no correspondido se sentían como mariposas con cuchillas dentro del estómago y pecho. Se sentía como si todo fuera una simple perdición de tiempo. Eran mariposas ansiosas por sentir, pero que solo producían ansiedad y estrés.
Diana había aceptado sus sentimientos por Olivia, y le había costado por el miedo que le causaba el rechazo, rechazo de que le gustara lo distinto a lo que su madre y la sociedad le había implicado desde que era una niña.
Y desde que era una niña le habían atraído las mujeres, pero nunca entendía el porqué se le aceleraba el corazón cuando estaba con niñas lindas, o el porqué de los nervios en su estomago, porque ella era solo una pequeña niña sin entender el amor.
Y seguía sin entenderlo, porque nunca se lo habían enseñado, y nunca creció con ese amor de madre y padre, es decir, desde que ella era pequeña, no había un ambiente de amor entre sus padres, siempre eran discusiones. Y a Diana le daba miedo enamorarse. Le daba miedo terminar en un amor perdido, en un matrimonio con hijos y lleno de discusiones, porque no le gustaría tener hijos y que crecieran en un ambiente traumático, como en el que crecieron ella y su hermano.
⌛
—Hasta que bajáis —se quejó Emma, sentada en un banco de brazos cruzados.
—Ay, perdóneme usted, madame. Pero no se baja de un tercer piso como si fueras aquí Spider-Man —contestó Diana sentándose en el suelo, delante de Emma y Olivia.
—Ajá —se limitó a contestar la rubia, confundiendo a las dos chicas, que compartieron una mirada de confusión.
—Alguien se ha levantado con el pie izquierdo —tarareó Diana con una leve sonrisa, mientras que Olivia le negaba con la cabeza y las manos.
—Uff, cállate ya.
—Cállame.
—De una hostia te voy a callar.
—Cuidado, que la gatita saca las garras.
—Diana, para —le susurró Olivia, viendo a Diana reírse del enfado de la rubia.
—Diana, te vas a ganar una patada en el morro.
—Vale, vale, ya paro —gesticuló levantando los brazos—. ¿Qué ha pasado?
—¡El profesor de matemáticas, que no tiene otra cosa mejor que hacer que humillarme delante de toda la clase por no saber hacer el ejercicio! —se quejó bastante malhumorada.
—Si te sirve de consuelo, a mi me humilla hasta mi madre por solo respirar —habló Diana, esperando a que la rubia la mirada, y así lo hizo, con una pequeña sonrisa—. ¿Te acuerdas el primer día que vine a este insti? —ambas chicas asintieron— Me perdí más de 10 veces por los pasillos, por eso llegaba media hora tarde a la mayoría de las clases.
—¿Era por eso? —preguntó entre risas Emma.
—Pues claro, ¿por qué otra razón iba a ser?
—Pues yo que se, tenían pintas de ser la típica que pasa de las clases, no hace una mierda y se mete en líos.
—A ver, que por una parte tienes razón, pero no soy así.
—Mi vida, decídete —habló Olivia riendo—, ¿eres así o no?
—Sí pero no.
Las tres seguían riendo, como si la vida nunca les hubiera dado la espalda en ningún momento, como si no tuvieran millones de problemas detrás de cada carcajada.
Reían y reían, olvidándose de cada uno de sus problemas y preocupaciones.
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*Desaparece un mes*
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Mi perfecta perdición ©
RomansaElla era un completo caos. Todo por donde pasaba quedaba destruido, y eso la destruía también a ella. Era un pequeño rayo de luz que quemaba y destruía, por la oscuridad que le nublaba la vista. Diana era un desastre hecho para repararse y ser fuert...