—No lo sé, ¿a ti te gusta?
Gianna Jhalessi toma asiento a mi lado sobre el sofá de la vieja cabaña que hemos rentado en medio de la nieve. Las montañas cubren alrededor de la casa mientras que los dos disfrutamos de la compañía del otro. Hay silencio, demasiado, mucho más de lo que alguna vez he experimentado.
Y no me molesta en lo más mínimo.
Apoya su cabeza contra mi hombro mientras pone el cuaderno sobre mi regazo. Es uno de sus bocetos para el nuevo vestido de novia que su abuela le ha mandado a diseñar. Gianna Jhalessi ha conseguido acuarelas de la tienda más cercana, la cual está a por lo menos quince millas de distancia en auto, y ha decidido pasar esta semana pintando en lienzos para regresar a casa con pequeños regalos para los demás.
Porque las pinturas solucionan todos los reproches, según ella.
—Ehm, creo que le puedes hacer una cola más grande —le aconsejo. Me entrega el lápiz y no tardo mucho en crear un triángulo que ella se dedica a rellenar con ondas de los diseños —. Me gusta. Creo que a tu abuela también le va a encantar.
—Amable de ella mandarme por mensaje mi trabajo. —Gianna sonríe —. ¿Sabes? Estaba pensando que podíamos quedarnos aquí hasta fin de mes.
—No. —Niego con la cabeza. Pongo mi brazo alrededor de su cuello para acercarla a mí y poder besar sus labios. Ríe sobre mi boca —. No podemos hacer eso.
—¿Por qué no? Nadie allá tiene prisa de que regresemos.
—Sí, sí tienen prisa —le recuerdo en un susurro —. Mi amor, no podemos estar aquí de por vida.
—Yo quisiera estar aquí de por vida —responde —. Quedarme aquí siempre contigo. Los dos solos.
La beso.
—Yo también. —Mi boca se desliza por su mejilla —. Pero no.
—Unas cuantas semanas más.
—Tengo que ir a enfrentar todos mis problemas, Gianna Jhalessi. Puede que tú no tengas muchas cosas que resolver, pero yo sí —le recuerdo. Hace una mueca de tristeza que rápidamente cambia cuando beso su mejilla —. No podemos dejar solos a tus hermanos en Navidad tampoco. Prometimos que regresaríamos el veinticuatro antes de las doce.
—Sí, pero si nieva, no nos dejarán salir —insiste.
—Yo... —Los dos nos quedamos en silencio cuando la puerta se abre. El frío de la calle entra para golpearnos en la cara y Gianna esconde el rostro en mi hombro ante los copos de nieve que se cuelan dentro gracias a la brisa.
Hoseok y Seokmin nos miran.
—¿Listos? No tenemos todo el día —dice el menor.
Gianna se levanta del suelo y toma mi mano para ayudarme.
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Abismo ©
RomansaDespués de muchísimos años de haber estado enamorado, Taehyung Neon descubre que el amor no es capaz de vencer todos los obstáculos. Lleno de impotencia y desesperación, decide hacer lo que por mucho tiempo juró jamás cometer. Dejar ir a la mujer de...