02

575 26 28
                                    

El delicioso aroma del té de jazmín llega a mis fosas nasales como un dulce abrazo, provocando que relama mis labios al imaginar lo dulce que ha de saber

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El delicioso aroma del té de jazmín llega a mis fosas nasales como un dulce abrazo, provocando que relama mis labios al imaginar lo dulce que ha de saber. Tomo un trago sin esperar más, sintiendo como mi estómago se calienta ante la bebida que se encuentra humeante en la taza de porcelana blanca. No me queda ni una sola duda de que la chica artista es una de las mejores reposteras en el mundo.

Me concentro en ella disimuladamente mientras continúo comiendo del desayuno que ha preparado con mucho esfuerzo para mí. Se ve demasiado hermosa con el cabello recogido. Me encuentro pensando en lo divertida que se ve cuando está concentrada: el ceño fruncido, los labios en una mueca, el lápiz balanceándose entre sus dedos. Enfocada completamente en su cuaderno de dibujos, continúa moviendo el marcador sobre la hoja. Una carcajada se escapa de mis labios.

—¿De qué te ríes? —pregunta, alzando una de sus cejas.

—De lo graciosa que te ves tan concentrada en ese dibujo —confieso, dándole otro sorbo a mi té. Empieza a reír, llenando la cocina de aquel bello sonido que tanto amo escuchar —. Y yo nunca miento —le recuerdo.

—Eso lo sé muy bien —me asegura —. Yo tampoco.

Al estar tan cerca, me toma solamente inclinarme unos cuantos centímetros para rozar nuestras narices, al igual que nuestros labios. Su respiración se mezcla con la mía antes de que mi boca atrape la suya en un corto beso que le toma desprevenida, pero que no tarda en responderme. Su mano derecha sube para acariciar mi mejilla, y sonríe tímidamente al verme protestar cuando se aleja de mí para impedirme continuar besándola.

Más no me contengo y tomo su rostro para volver a besarla. Mi lengua parte sus labios para poder tocar la suya, la cual tímidamente me recibe. Sus labios son suaves, y desprenden calor al estar con los míos. No tiene tanta experiencia, por lo que es demasiado tímida ya que piensa que está haciendo las cosas mal. Solo provoca que tenga ganas de continuar besándola.

—Eres hermosa —le susurro sobre sus labios.

Al estar a su lado, cerca de ella, es como si todas las sombras dejaran de existir. Todas esas estrellas en el cielo vuelven a brillar gracias a ella y forman nuevas constelaciones que nunca había visto antes. Melodías nuevas se forman en mi cabeza al verla, y sé que puedo encontrar luz en medio de esta oscuridad que abruma cada uno de mis sentidos cuando ella acaricia mi piel con sus dedos. Crean pequeños patrones que escarapelan cada centímetro de mi ser.

—Esto está delicioso —le digo, refiriéndome a los panqueques —. ¿Quieres probar un pedazo?

—Ya que insistes —responde sonrojada.

Está por tomar un nuevo cubierto cuando parto un pedazo del panqueque con mi tenedor y lo acerco a sus labios. Me pregunto cuántas veces hemos tenido momentos así. No muchos, debido a que ella siempre ha tratado de respetar la fina línea de la amistad que ambos tenemos. A pesar de haber tenido infinitas ganas de tocarnos libremente, de probar los labios del otro, jamás nos habíamos atrevido por el mismo hecho de que no estaba en lo correcto.

Abismo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora