Después de muchísimos años de haber estado enamorado, Taehyung Neon descubre que el amor no es capaz de vencer todos los obstáculos. Lleno de impotencia y desesperación, decide hacer lo que por mucho tiempo juró jamás cometer.
Dejar ir a la mujer de...
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McKenna toma mi mano cuando salimos de mi hogar a esperar a que sus padres vengan por ella. La castaña luce hermosa con ese vestido, y me repito a mí mismo que fue una buena elección regalárselo. Su rostro se iluminó por completo cuando se lo entregué, y eso es suficiente para mí. Luce genial, y verla después de tanto tiempo me hace notar los pequeños cambios en su cuerpo. Sus muslos están más rellenos, y son la razón por la que el vestido se acomoda bien a su figura.
He decidido no comentarle nada al respecto de lo que escuché en la oficina porque no quiero que la velada se arruine, no cuando la he estado pasando muy bien. Todos están contentos, Derek y Claudia están encantados con la reunión, y los amigos de mi padre no dejan de felicitarme por todos lados por la gira. La fiesta ha ido mucho mejor de lo que pensaba. Últimamente no me gustan las reuniones, pero esta salió de maravilla. Tengo que darle méritos a mi padre por eso. Sabe cómo organizar todo.
—Seokmin, ¿cómo está? —pregunta entonces.
Se cruza de brazos, provocando que su busto sea marcado debajo de la tela. A diferencia de Gianna Jhalessi, McKenna no posee mucho en esa área, pero tiene lo suficiente para llamar la atención de cualquier hombre. Frunzo el ceño al pensar en que ha ganado más peso, y es la razón por la que su cuerpo está resaltando más de lo habitual. La mayoría de los chicos en la fiesta estaban mirándola, especialmente Liam.
—Escribió hace rato —le cuento —. Está emocionado por lo de las grabaciones de la película. Está en buenas manos con Jung Pia —sonrío —. ¿Cómo estuvo la fiesta? Te divertiste más de lo que esperabas, ¿cierto?
—Tienes razón, no lo puedo negar —ríe despacio —. Todo estaba demasiado hermoso, de verdad me quedé sorprendida. Nunca había asistido a una fiesta así.
—¿Y eso?
—No soy de la misma clase social, Taehyung —me recuerda, y ahora soy yo quien ríe —. Mis fiestas no tienen candelabros de cristal colgando del techo y meseros atendiendo por cada esquina. Esto es literal un baile al estilo Cenicienta para mí.
—A mí no me importan las clases sociales —digo sincero. Ella sonríe —. Te recuerdo que soy adoptado, así que todo esto no existía en algún momento de mi vida.
—Amo eso de ti —comenta. Arqueo una ceja y meto las manos en los bolsillos del pantalón —. Me gusta que trates a todos por igual sin importar la clase social a la que pertenezcan. Habla mucho sobre la clase de persona que eres.
—Gracias —sonrío. La música de la sala resuena por toda la mansión, y me percato de la manera en que sus pies se mueven ligeramente al ritmo de la canción. Tomo sus manos —. Hay que bailar.
—Yo no sé bailar tanto como tú —me advierte entre risas.
—¿Qué importa? No tienes que saber bailar para hacerlo —me alzo de hombros.
