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Cierro los ojos debajo de la ducha y permito que el agua caliente se lleve consigo la tensión de mi cuerpo por el drenaje

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Cierro los ojos debajo de la ducha y permito que el agua caliente se lleve consigo la tensión de mi cuerpo por el drenaje. Paso las manos por mi cabello y mis dedos tiran suavemente de las hebras negras en el intento de hacerme pensar, pero se me hace una misión imposible cuando lo único que se repite en mi cabeza es la imagen de la chica artista con los ojos llenos de lágrimas. Lágrimas que son mi culpa, de nadie más.

Me detesto por haberle hecho daño. Eso jamás ha sido mi intención. Desde el día en que la conocí ella ha sido la manera en que puedo encontrar paz, en donde puedo verdaderamente ser yo mismo. Sí, puede que me retenga de ciertas cosas de las cuales ella no es tan amante, pero después de eso, siento que tengo demasiada libertad al estar a su lado. McKenna no me está juzgando cada dos minutos. No discuto con ella a cada hora, mucho menos tenemos diferentes morales. Ambos somos parecidos en millones de aspectos y es la razón por la que encajamos bien juntos.

La comparación más grande entre nosotros es que ambos somos artistas. Pero, no somos esos artistas que simplemente decoran por el hecho de que se ve bien ante el ojo humano. Somos esos artistas que producen desde los lugares más oscuros de su mente para provocar que los demás se adentren en lo que nuestros corazones poseen cada día. Cada pequeño detalle tiene una conexión. Cada palabra o línea sobre el lienzo, tiene un significado más allá de ser solo hermoso. Diseñar lo puede hacer cualquiera.

Inspirar lo hacen pocos.

Salgo de la ducha y me seco con las toallas que Kaia Thalía ha dejado para mí sobre el inodoro. La ropa del pelinegro me queda un poco grande debido a que me lleva varios centímetros de estatura, pero es algo que rápidamente resuelvo con el cinturón. Me humedezco el rostro por última vez antes de salir del baño del cuarto de invitados.

Necesito irme, no puedo quedarme aquí cuando hay una persona que me necesita ahora mismo. Mis pies todavía se sienten helados a pesar de los calcetines dentro de los zapatos de andar por casa. Me encuentro con Blue echado al final de las escaleras con su pelota azul a su lado. El can me mueve la cola y me tomo dos segundos para rascarle detrás de las orejas como tanto le gusta antes de entrar a la cocina.

Kaia Thalía se encuentra preparando té.

—Thalía, me tengo que ir —le digo apenas pongo un pie dentro de la rústica habitación.

La castaña me observa con ambas cejas alzadas, y sus ojos grises se apoderan de un brillo oscuro que me hace sonrojar. La manera en que ella mira a las personas es demasiado intimidante, aunque no lo sepa todavía. El hecho de que puede pasar de ser una chica adorable a una mujer llena de determinación es lo que la hace tan peculiar al mismo tiempo que atractiva. Sus labios suben en una sonrisa entonces, y me pone una taza de té delante de los ojos sobre la isla de piedra.

—¿Te vas tan rápido? —pregunta con voz suave. Asiento —. Vale, pero por lo menos toma una taza de té. Acabo de prepararla especialmente para ti.

Abismo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora