28

479 33 10
                                    

Gianna se encuentra pintando las paredes cuando entro al nuevo apartamento

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Gianna se encuentra pintando las paredes cuando entro al nuevo apartamento. 

Las comisuras de mis labios suben en una sonrisa al ver su cabellera moverse de lado a lado mientras su mano derecha desliza la brocha llena de pintura de color celeste claro por la pared principal. Hace dos días se ha vuelto a teñir su cabello para regresarlo a su tonalidad rubia al escucharme decirle a sus hermanos lo mucho que extrañaba el color dorado que resalta sus bellos ojos. 

A pesar de haber insistido en que podíamos contratar un equipo de remodelación para el apartamento que hemos comprado juntos, ella ha insistido en que quiere hacerlo todo sola con la ayuda de su nona y su madre. Todavía no se ha percatado de mi presencia en la entrada gracias a la música que sale de los parlantes ubicados en el techo. Mis cejas se alzan al notar que de sus labios salen pequeñas notas. No tendrá aquel don que otras personas como Kaia Thalía poseen naturalmente para cantar sin necesidad de haber sido entrenados, pero Gianna Jhalessi tiene algo en su voz que te contagia hasta el punto de hacerte sonreír con el corazón latiendo de felicidad.

—¡Gia! ¡Ya terminamos de pintar el estudio de Taehyung! 

Parpadeo cuando los gemelos salen de uno de los cuartos. Tienen puestos los mismos overoles, y ambos están manchados de pintura hasta en las mejillas. Sus rostros se iluminan al notarme al lado de la puerta principal y dejan sus brochas a un lado sobre los pedazos de papel periódico que su hermana ha colocado en el suelo. Gianna se contornea para voltear a ver el momento exacto en que los gemelos corren hacia mí para abrazarme. 

—¡Ay no! ¡Tu camisa! —Kodiak se lleva las manos a sus mejillas al ver que mi camisa azul ahora tiene una mancha de color gris en la zona del torso —. ¡Voy por una toalla! 

—No te preocupes, tengo diez más de esta camisa —le sonrío. Despeino su cabello —. No sabía que iban a venir. Hubiera comprado algo para el almuerzo.

—No hay necesidad de comprar —los tres giramos la mirada hacia Gianna, quien se baja de la pequeña escalera para acercarse a nosotros. Me sonríe —. Yo puedo cocinar. 

—Pero usted ya está pintando, señorita Kabakov —replico. Ríe cuando pongo mis brazos alrededor de su cintura —. Seré yo quien cocine.

—¿Sabes cocinar? —pregunta Kalian.

—Claro que sí —asiento —. Si me quieren ayudar, vayan a ducharse. 

—¡A la orden, capitán! —dicen al unísono. Río cuando los dos hacen un gesto militar antes de salir corriendo hacia el cuarto de visitas. 

Gianna abre los labios para hablar, pero le impido hacerlo al posar mi boca sobre la suya. Su pecho se sacude levemente cuando se le escapa una risa y esconde sus manos detrás de su espalda por el hecho de que hay pintura en ellas. Envuelvo mis dedos alrededor de sus muñecas para colocar sus manos sobre mi rostro sin importar aquel insignificante detalle. Sus dedos se sienten fríos contra mi piel, y sonrío al poder sentir como deja pequeños círculos de color celeste sin ninguna mala intención.

Abismo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora