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Tomo la mano de mi hermano menor cuando él continúa sentado en la sala con sus mejillas sonrojadas

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Tomo la mano de mi hermano menor cuando él continúa sentado en la sala con sus mejillas sonrojadas. No ha dejado de lucir preocupado desde que llegó de la escuela, y a duras penas probó su almuerzo. Usualmente es el primero en terminar de comer y casi siempre se pone a conversar sobre su día. Pero, esta vez ha hecho todo lo contrario. Papá dice que es probable que ahora esté descubriendo su verdadera personalidad, esa que lo hace único y lo divide de su gemelo. Eso no me convence.

Sé que a mis padres tampoco cuando le piden al otro gemelo que suba a su habitación para que ellos puedan conversar en privado. Kodiak luce confundido, ya que no es muy común que existan secretos entre mis padres y uno de ellos. Siempre están juntos, de lado a lado, por lo que no lo culpo cuando aprecio la pequeña sombra de dolor que se apodera de su rostro antes de salir de la cocina.

Kalian toma mi mano cuando digo que también saldré para darles privacidad. Sus ojos azules se conectan con los míos y me pide en un susurro que me quede a su lado, por lo que me siento en la silla del comedor sin pensarlo mucho. Me sorprende el pequeño detalle de que sus manos estén sudando, ya que eso ocurre solamente cuando está demasiado nervioso.

—¿Quieres conversar? —le pregunto.

—No, estoy bien —susurra, sin mirarnos a los ojos.

—Kali, nosotros queremos saber si ha sucedido algo en la escuela —le dice papá —. No queremos que algo malo esté pasándote y que tú no nos digas.  

—Nada malo sucede —responde, demasiado rápido.

—Kali —mamá le mira con ambas cejas alzadas.

—Mamá, papá —les reprocho —. No están haciendo un buen trabajo ahora mismo. Lo están presionando —ambos se disculpan. Miro a mi hermano —. Kali, habla conmigo. ¿Sucedió algo en la escuela que te tiene así?

—Me van a mirar raro —replica.

—Jamás podríamos mirarte raro —le aseguro —. Eres parte de nuestra familia. Nadie tendría por qué decirte algo malo.

—Debes de escuchar a tu hermana, campeón —le dice papá —. ¿Qué te sucede? Cuéntanos, ten confianza con nosotros. 

—Hoy en la escuela, Stefano me contó que le preguntó a Emily para salir —admite, con la mirada clavada en su regazo. 

Sonrío al saber qué sucede  —. ¿Estás celoso de que él salga con ella? Pensé que no te gustaba Emily. 

—Sí me gusta —susurra bajo —. P-Pero, ese no es el problema.

Frunzo el ceño ante sus palabras sin entender lo que quiere decirme. Sus mejillas se sonrojan fuertemente, y me percato de las lágrimas que se apoderan de sus ojos. Evita mi mirada a toda costa, luciendo demasiado avergonzado de sí mismo. Me toma tan solo ver la manera en que juega con sus dedos para saber la verdadera razón del por qué se encuentra tan nervioso.

Abismo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora