Después de muchísimos años de haber estado enamorado, Taehyung Neon descubre que el amor no es capaz de vencer todos los obstáculos. Lleno de impotencia y desesperación, decide hacer lo que por mucho tiempo juró jamás cometer.
Dejar ir a la mujer de...
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Cuando esta noche termine, me temo que no podré verlo una vez más. Sus pequeños ojos azules me indican lo mismo, detrás de aquella sombra llena de tristeza, detrás de esas memorias que algún día seremos capaz de recordar en el momento en que nos encontremos otra vez. Incluso cuando su cabeza se posa en mi regazo con dificultad, es él quien continúa dándome su apoyo a pesar de estar en sus últimos momentos a mi lado.
Me acostumbré demasiado a tenerlo a mi lado todos los días de mi alocada adolescencia. El viejo amigo que me recibía con alegría al verme entrar a casa, quien me llenaba de besos el rostro con la intención de mostrarme lo mucho que me había extrañado durante todo el tiempo que no había estado a su lado. Es posible que sea la persona a la que más he llenado de abrazos, de besos sinceros, de sonrisas infinitas provocadas por él mismo. Es el único ser al que jamás le he fallado, por el cual siempre he estado sin condiciones de la misma manera en que él nunca se ha movido de mi lado.
¿Cómo puedo estar sin él? ¿Cómo voy a ser capaz de resistir no escucharlo todos los días? El dolor más grande en mi pecho fue causado por el hombre al que más he amado, pero este sentimiento de nostalgia, de abandono, es algo diferente a ello. Ocupa todo mi corazón. Me abruma y me llena de sombras que jamás había visto en toda mi vida. No encuentro la luz de este lugar, y me pregunto el por qué se siente demasiado frío hasta el punto de poder apreciar el hielo formándose en las puntas de mis dedos.
Recuerdo perfectamente bien el día en que mi padre llegó con Baltazar dentro de una caja que no dejaba de moverse una vez que la posó en el suelo de la sala. Tan inquieto y lleno de energía, él mismo se encargó de quitarle la tapa al pedazo de cartón para mostrarme que había llegado a alegrarme mis días. Con la lengua afuera y la cola moviéndose de lado a lado, no dejó de ladrar hasta estar entre mis brazos. Su pequeño cuerpo se sintió cálido contra mi pecho, y no dudó ni un solo segundo para llenar mi rostro de pequeños besos que me robaron infinitas risas.
Mi mejor amigo, ese que se queda conmigo por horas delante del espejo mientras le muestro las prendas que puedo escoger para vestirme. Siempre opina, siempre me da sus respuestas, siempre celebra conmigo cuando estoy riendo. Es el único ser en el mundo que parece saber qué hacer a la perfección para hacerme sonreír a pesar de encontrarme con un dolor insoportable dentro del corazón. Sabe cómo espantar la oscuridad que trata de apoderarse de mi alrededor, y desde que era un pequeño cachorro, ha sabido protegerme de las personas que pensaba eran malas.
Le muestro su juguete favorito en un intento de alegrarlo mientras el veterinario continúa con su último chequeo. Aprieto a súper zanahoria, haciendo que el juguete chillón desprenda aquel sonido gracioso que ama. Es el objeto con el que Baltazar llegó a mi hogar. Papá nos contó como el cobrizo siberiano lo tenía en la boca todo el tiempo a diferencia de los demás cachorros, quienes intentaban llamar la atención de las personas una vez que estas se acercaban a los vidrios a verlos. Baltazar, por el otro lado, estaba concentrado en averiguar cómo el juguete producía ese sonido.