I

96 21 22
                                    

  “¿Acaso la memoria sea el eco de la secreta melodía del origen?”

  Beatriz Villacañas

  Una luz empieza a cegar mis ojos. Un doctor, con una pequeña linterna, me revisa los ojo, al darse cuenta que abro ambos ojos sonríe, y se aleja un poco.

  —Ya despertó —le dice a una mujer vestida totalmente de blanco, supongo que es una enfermera—. Infórmale a su hermana.

  Trato de moverme, pero un terrible dolor de cabeza empieza a molestarme.

  —No trate de moverse —me advierte el doctor—, le dolerá más.

  —Dónde... ¿Dónde estoy? —pregunto muy desconcertada.

  —Está en un hospital —responde viendo unos papeles—. Sufrió un accidente automovilístico y tuvo algunas heridas, la más grave fué un golpe que tuvo en la cabeza, pero pudimos controlar la hemorragia.

  Intento recordar cómo terminé aquí o que me había sucedido, pero no recuerdo nada. Empiezo a asustarme un poco, así que decido informarle al doctor.

  —No recuerdo que pasó —digo.

  —Es normal que no recuerde nada, cuando tuvo el accidente, tenía alcohol en su organismo —responde.

  Alcohol...

  Exhalo con un poco de alivio, ya que no debía preocuparme, solo fué el alcohol.

  En eso, llega una chica, el doctor se retira, ella tenía un semblante cansado, como si no hubiera dormido, y también, tiene sus ojos hinchados y rojos por llorar.

  —Eres una sinvergüenza —dice molesta—. Sabes que no puedes conducir borracha, ¿por qué lo hiciste?.

  Estoy confundida, y ahora más que antes, jamás había visto a esta chica y su acción me confunde más, ya que actúa como si fuéramos cercanas, algo que no recuerdo.

  —Disculpa, ¿Quién eres? —le pregunto.

  Ella queda asombrada por mi respuesta y me mira desconcertada.

  —Soy tu hermana. Soy Nath —responde con su voz un poco rota—. No actúes como si no me conocieras.

  —Lo siento, pero no sé quién eres —aseguro.

  Ella sale corriendo de la habitación.  No entiendo que sucedía, ¿Quién era ella? No la conozco. ¿O si?

  La chica vuelve a entrar,
esta vez estaba acompañada del doctor, y se acerca a mí.

  —¿No recuerda nada? —me pregunta el doctor.

  —No, usted dijo que era por el alcohol —respondo.

  —¿Puede decirme su nombre?

  —Claro, es...

  En ese momento, mi mente queda en blanco, no recuerdo nada, ni si quiera mi propio nombre. Empiezo a entrar en pánico y trato de buscar en mi mente cualquier nombre, el primero que me viniera a la mente, para ver si era el mío.

  —Es... ¿Estela?

  La chica, que estaba a mi lado cubre su boca con ambas manos y empieza a llorar.

  —¿Lo olvidaste? —me pregunta y toma mi mano—. Eres Amelia, eres mi hermana, no puedes olvidarlo.

  Sinceramente, me duele verla así, pero más me duele no saber si quiera quien era.

Entre líneas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora