IX

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   Si tu corazón es un volcán, ¿Cómo pretendes que broten las flores?

   Khalil Gibran.

   Narrador.

  
   —¡Maldito! —grita Anthony con enojo arrojando su copa de vino contra la pared—. Ese bastardo me las pagará muy caro.

   —Señor, es mejor que se tranquilice —le aconseja uno de sus sirvientes—. Puede que esa foto sea editada.

   —No trates de llenarme la cabeza de mentiras, esa foto es real.

   —Y si es real, puede ser un rumor —persiste aquel sirviente, ya que sabe que su enojo podría traer fuertes consecuencias.

  Anthony camina de un lado a otro furioso, sus ganas de saber la historia detrás de aquella foto tan hablada y publicada lo vuelve loco de odio.

  —Ese miserable de Alessandro me las pagará —murmura—. Es mi mujer con la que está saliendo, es mi mujer con la que está en esa foto riendo, es mi mujer... ¡Ella es de mi propiedad!

   En la sala, entra una sirvienta con una bandeja, la cuál traía la cena de Anthony.

   —Aquí tiene, señor —dice en voz baja y con un poco de timidez ante ese hombre tan escalofriante.

   —Lárgate —le ordena su jefe.

   Al momento de retirarse nota que su compañero de trabajo, Santiago, tenía en su celular la foto de Amelia y Alessandro riéndose. Ella no soporta la intriga ya que es fan de los libros de Amelia, y pregunta por la razón de la foto.

   —No es asunto tuyo —le responde susurrando—. Lo que debería interesarte es salir de aquí antes de que haya una tragedia.

   —Vamos, Santi, sabes que me gustan mucho sus libros, y su vida me interesa mucho —insiste.

   —Beatriz —interrumpe Anthony. Es obvio que escuchó— ¿Conoces a Amelia?

   —Conozco un poco de ella, sinceramente no he tenido la gran oportunidad de conocerla en persona, señor —responde con la cabeza baja.

   Anthony se acerca a su sirvienta y le muestra la dichosa foto.

   —¿Sabes por qué salen juntos? ¿Son pareja? —le pregunta mirándola fijamente esperando los detalles.

   —No lo sé, hay varios rumores de que están juntos, pero ella no ha confirmado nada.

   —Entonces, puede que sí sean solo rumores y ellos no estén juntos —dice Anthony entre sí con un poco de satisfacción.

   —Aunque —continua Beatriz—, la sobrina de ese hombre aseguró en las redes sociales que Amelia le comentó que si algún día se casaban ella sería la madrina. Eso significa que puede que estén juntos, pero lo ocultan.

   Al escuchar eso, la sangre de Anthony hierve de furia, Santiago lo nota e intenta desviar el tema.

   —Señor, su comida se enfriará —dice Santiago temblando por el aura de su jefe.

   Anthony, sin decir nada, toma asiento sobre su sillón a degustar su cena.

   —¿Puedes retirarte? —le dice Santiago a su compañera.

   —Bueno, si sabes más noticias dímelo, me gustaría mucho que ambos se casaran pronto. Amelia merece un hombre bueno y generoso como él —le responde Beatriz inocentemente sin medir las consecuencias.

   —¿Bueno... y generoso? —pregunta Anthony.

   —Señor, ella no se refería a eso, ella quiso decir...

   —Sé lo que quiso decir —Anthony interrumpe a Santiago.

   Beatriz empieza a temblar, había olvidado el odio que Anthony le tiene a Alessandro, pero no sabía el porqué y su relación pasada con Amelia. Ahora, teme por su vida y la de Santi, ya que también lo ha perjudicado.

   Anthony se acerca sin mucho apuro a Beatriz, y coloca ambas manos alrededor de su cuello.

   —¿Desde cuándo trabajas para mí? —pregunta.

    —D-Desde hace cinco meses, s-señor —le responde tartamudeando.

   —Básicamente eres nueva aquí —Anthony aprieta con lentitud su cuello—. Te daré un consejo, cuando trabajes para alguien procura siempre obedecer...

   Poco a poco, el rostro de la pobre sirvienta se vuelve rojo, casi morado, y deja de respirar con facilidad. Coloca sus manos sobre los brazos de su jefe, tratando de indicar que la está matando.

   —Y nunca hablar de más —continua Anthony—. Y mucho más si se trata de Amelia, mi mujer...

   Beatriz pierde sus fuerzas y empiezan a escucharse sus horribles agonías.

   —Pero, hoy es tu día de suerte ya que no pretendo asesinar a nadie más, solo acabaré con las víctimas de mi lista negra —Anthony suelta a Beatriz y ésta empieza a toser buscando oxígeno. Santi se arrodilla para ayudarla —Además, ahora tengo un objetivo y debo reservarme todas las energías posibles para realizar mi cometido.

   Anthony camina lentamente hacia el sofá para tomar asiento, toma un poco de vino y dice de la manera más macabra y psicópata de lo que sus sirvientes pudieron presenciar.

   —El próximo en la lista será, nada más y nada menos, que el desgraciado de Alessandro Brown...

  

  

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