XXXIV

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"Uno no mide cuán grande fue una historia amor por el tiempo que duró, sino por la transformación que trajo a nuestras vidas".

Jeff Brown

Narra Amelia.

Los días empiezan a pasar lento y rápidamente a la vez. Nath llega de la universidad, muy alegre, contándome que en una semana presenta la tesis y se gradúa en quince días. Me pidió que confeccionara su vestido de graduación y que trabajaría para mí unos meses para reunir dinero y vivir en Nueva York para ejercer cómo profesional. Cómo hermana, me siento orgullosa; pero cómo "madre", quisiera que no se fuera.

Por otra parte, siento que los días son una tortura con mi relación. No porque Alessandro me trate mal o por algo parecido, me siento totalmente libre y me trata cómo una reina cuando estoy junto a él, el problema es que el tiempo que pasamos juntos es mínimo.

Llego a la mansión a las once y media de la noche por trabajo extra. Al entrar, acaricio a Rey quien está profundamente dormido sobre su pequeña cama; me dirijo a la cocina donde me preparo un sándwich, pero al probarlo quise comer más y terminé comiéndome cuatro. Luego, tuve que ir corriendo al baño que está cerca para vomitar todo lo ingerido.

-Y estaban tan deliciosos -confieso mirando el vómito con asco y bajo la cadena.

Subo al segundo piso, y la única luz encendida, es la que proviene del cuarto de Nathalie.

-Nath... -la llamo desde el marco de la puerta.

-Cinco minutos más -pide con la mirada fija en el computador.

-Mañana tienes que levantarte temprano -insisto-. Ve a dormir.

-Okey... -acepta finalmente y apaga el computador-. Por cierto, tu novio se quedó dormido en el sofá esperándote, lo desperté y le dije que fuera a dormir en su cuarto.

-¿Cómo está? -pregunto, refiriéndome a Alessandro.

-Cuándo llegó del trabajo, tenía la misma cara de zombie que tú tienes -responde-. Creo que fué por eso que se durmió tan rápido.

-Bien. Hasta mañana -me despido.

Voy hacia mí habitación con sumo cuidado para no despertar a Alessandro, quien duerme profundamente sobre la cama. Me despojo de mi ropa y accesorios en el baño, me ducho y coloco una bata más cómoda para dormir.

Al acostarme en mi cama, dispuesta para dormir, Alessandro se mueve un poco y al sentir que estoy a su lado, se despierta.

-Hola, Lía-susurra con cansancio.

-Hola, Les -susurro igualmente y le doy un pequeño beso en la nariz.

-¿Cómo te sientes? -pregunta.

-Bien -miento-. Estoy mucho mejor.

-Me alegro, mi amor -dice casi en un murmullo. Se está quedando dormido.

-Yo igual. Ahora, descansa. Mañana será un nuevo día.

Y cómo por arte de magia, Alessandro se queda dormido en mis brazos al instante.

Otro día sin poder pasar tiempo juntos. Quisiera resolver esta situación lo antes posible.

Al amanecer, realizo mi itinerario matutino. Llego a la boutique, cómo de costumbre, reviso si todo está bien con la boutique, pedidos, la importación y exportación de vestuarios, ganancias... Sé que lo hago casi todos los días, pero también tengo otras boutiques las cuales confío ciegamente en mis manos ayudantes y no quiero pasar desapercibido nada.

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