Entre líneas

XV

    Lo que ocurre en el pasado vuelve a ser vivido en la memoria.

  John Dewey

  Una semana después...

  Muy bien, tengo todo listo: trajes, accesorios, maquilladores, modelos. Todo está listo para la exhibición, claro, todo excepto yo.

  En el transcurso de la semana estuve trabajando hasta tarde, no le presté atención a las advertencias de Alessandro y ahora no puedo ni levantarme de la cama. Estoy exhausta sin haber comenzado bien el día, no tengo fuerzas, pero debo hacer un esfuerzo para al menos verificar los últimos detalles.

  —¡Buenos días! —dice Nath entrando a mi habitación con una bandeja de comida—. ¿Quieres levantarte?

  —No me causa gracia —digo casi sin voz, ya que ni mi mandíbula tiene fuerza para moverse.

  —Solo juego contigo. —Coloca la bandeja sobre la cómoda de noche—. Come un poco, te sentirás mejor y te dará energías.

  Trato de sentarme, pero mis brazos fallan y me dejo caer.

  —No puedo —digo al borde de la desesperación—. Esto es increíble, cuando más necesito energías no puedo ni levantarme.

  —Pero dijiste que ya habías terminado con todos los pedidos pendientes.

  —Sí, los terminé, pero necesito hacer otras cosas. No puedo estar así tanto tiempo.

  Ella me mira con un poco de tristeza y preocupación. Toma mis mejillas y las acaricia.

  —Descansa —dice—, no pienses tanto.

  —Es fácil para tí decirlo, pero para mí no lo es.

  Nath caya un momento y luego sonríe, puede que se le haya ocurrido una locura.

  —No todo el tiempo piensas en trabajo —dice con una macabra sonrisa.

  —A ver, ¿Y en qué más pienso?

  —En A-le-ssan-dro —responde deletreando y sale corriendo de la habitación.

  —¡Nathaly! —Trato de levantarme y lo único que logro es caerme de la cama golpeándome la cabeza con la cómoda—. Lo que me faltaba.

  Me quedo allí sin ninguna opción, coloco mi antebrazo sobre mis ojos a esperar que algún milagro suceda.

  Minutos más tarde, empiezo a quedarme dormida por el cansancio, pero luego, escucho la puerta abrirse y siento unos pasos acercarse a mí. No tengo fuerzas ni ganas de ver quién es, ya que por naturaleza debe ser Nath, así que no trato de moverme.

  —Nath, déjame sola —murmuro.

  No escucho respuesta y supuse que se había ido, pero siento unos brazos rodear mi cuerpo y levantarme. Abro los ojos y es Alessandro quien me tiene entre sus brazos.

  —¿Que haces...

  Al instante, como si de un interruptor se tratase, me quedo profundamente dormida sin saber que sucedió después.

 
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  Me despierto, por el hambre que tengo, y poco a poco abro mis ojos para encontrarme...

  —¡Señor Alessandro, ¿Que hace?! —exclamo al notar que estaba prácticamente dormido abrazándome.

  —Se supone que la cuido —responde un poco somnoliento—, pero usted se quedó dormida y me dieron ganas de dormir con usted. Discúlpeme.