“No existen recuerdos más activos y vigorosos que aquellos que se esconden detrás del velo misterioso de la amnesia.”Federico Andahazi
Pasaron dos semanas y mis heridas están completamente curadas. Los doctores quedaron impresionados ya que pensaron que tendría que pasar más tiempo, pero no fué así.
Estás últimas dos semanas Nathalie me ayudó a recordar y pues... no funcionó del todo, y estoy frustrada por ello, y necesito ahora mis recuerdos.
Al menos, no estoy perdida del todo, tuve contacto con la editorial de mis libros, me preguntaron sobre mis próximas obras y les dije que necesitaba tiempo para recuperarme, no les conté sobre mi amnesia porque me daba vergüenza.
También tuve comunicación con algunos de mis clientes, me dijeron que estaba un poco atrasada, y como Nathalie le dijo a todo el mundo que hoy saldría del hospital, empezaron a pedirme prendas nuevas.
En este momento necesito encontrar al doctor Alessandro Brown, ya que necesito preguntarle una cosa.
—Buenos días señorita Otero —dice a mis espaldas. Él me encontró antes que yo a él—. ¿Emocionada por volver a casa?
—Si le soy sincera, no mucho —le respondo—. Tengo mucho trabajo que hacer, y muy poco tiempo y para completar, poco conocimiento.
—¿No ha recordado nada?
—Más o menos, Nathalie me ha ayudado en explicarme y he recordado algunas cosas, pero muy poca información para empezar a trabajar.
—No se precipite, poco a poco sus recuerdos volverán y si no vuelven por completo, tendrá que encontrar una nueva manera de trabajar.
—Es más fácil decirlo que hacerlo, y era exactamente por eso que lo buscaba, necesito saber cómo...
—Doctor Brown —lo llama una enfermera—, el paciente de la habitación seis lo espera.
—Iré en seguida —le responde y vuelve a mí—. Discúlpeme, tanto usted como yo tenemos trabajo, su hermana tiene mi número de teléfono, llámeme y me dice su problema.
—Muy bien.
Me despido, y él se va a atender a su paciente. En eso, llega Nath con una sonrisa pícara.
—¿Hablando con tu amor platónico? —pregunta.
—Estas demente, vámonos a casa.
Ambas salimos del hospital y nos vamos a nuestro hogar. Llegamos después de unos minutos, y debo admitir que tengo una casa hermosa, pero excesivamente grande para solo dos personas.
Nath me da un recorrido por la casa y luego, ella hace que tome asiento en uno de los inmensos sillones.
—Muy bien —dice—. ¿He podido hacerte recordar algo?.
—Si —miento.
—Sé sincera. —Se cruza de brazos.
—No mucho.
—Entonces déjame hacerte recordar —dice con entusiasmo y se marcha de la sala de estar.

ESTÁS LEYENDO
Entre líneas
Lãng mạnUn día era una famosísima escritora y modista, muy perseguida y admirada por todos a pesar de su arrogancia y orgullo. Luego, el destino le cobra factura arrebatándole sus memorias y despierta de un accidente sin siquiera saber su propio nombre. P...