VIII

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  “Si alguien debe saber algo de mí, seré yo quien se lo diga. Tenlo en cuenta para la próxima vez.”

Julia Navarro.

  Un momento... ¿Qué?

  —¿C-Como que lo amo? —digo un poco nerviosa por la cercanía—. Creo que está equivocado.

  —¿Estoy equivocado, Amelia? —pregunta— No creas que no noto tu emoción al mirarme, se acelera tu corazón cuando estoy cerca de tí, te vuelves loca cuando te invito a salir o algo parecido y podría seguir contando. Así que, vuelvo a preguntar:  ¿Estoy equivocado?

  No sé que me impresiona más, sus palabras o el simple hecho de que, por primera vez, me llamó por mi nombre.

  *Rio a lo bajo* —Claro, está en lo cierto, no puedo negarlo, y tal vez tenga razón, tal vez estoy enamorada de usted... Pero, no puedo adelantarme a decir palabra alguna sin saber lo que en realidad siento.

  —¿Puedes explicarte mejor? —pregunta un poco confuso por lo que he dicho.

  —Puede que esté enamorada de usted, su manera de hablar, de tratarme, su mirar y cada aspecto de usted me atrae de una manera indescriptible. Pero temo que lo que siento por usted, sea solo por agradecimiento a lo que ha hecho por mi y el apoyo que me da. Es por esa razón, que no me adelanto a afirmar algo sin saber que es lo que en realidad siento por usted.

  Alessandro sonríe con un poco de vergüenza y se aleja.

  —No esperaba menos de usted —dice y entregandome la pequeña libreta, al tomarla, sostiene mis manos—. Creo que este conflicto emocional deberás mencionarlo en tu libro, a los lectores les encantará.

  —Muy bien y discúlpeme si lo he ofendido

  —Para nada, más bien, me alivia estar al tanto de su conflicto emocional.

  —¿Así lo llamará? —pregunto a la par de una pequeña.

  —Claro, es la segunda cosa que bautizo. Después de doctor sexi.

  Ambos reímos a carcajadas por el comentario provocado que se escuchen escandalosas risas por el lugar.

  —Debo irme —anuncia—, nos vemos el próximo viernes.

  —¿Lo acompaño a la salida? —Hago un pequeño ademán señalando la puerta.

  —Descuide, sé el camino —responde. Él se acerca lentamente a mi mejilla y la besa como lo hizo la última vez—. Sea lo que sea lo que sienta por mí, estaré con usted hasta que se canse.

  —Descuide, eso jamás pasará.

  —Me alegro saberlo.

  Alessandro se retira del cuarto. Luego, observo por las escaleras que se va y me dejó caer de rodillas.

  ¿Que acababa de pasar? —me pregunto analizando lo sucedido.

  Vuelvo al cuarto, y unos segundos después Nathalie patea la puerta con ira para luego tirar una pequeña almohada.

  —¡¿Me puedes explicar lo que pasó?! —grita— ¿Que es eso de “tal vez lo que sienta por ti sea agradecimiento”?. Por Dios, Amelia, no eres una adolescente como para tener conflictos amorosos.

  —¿Que querías que dijera?  —le respondo en el mismo tono—. ¿Está mal no sentirme segura de algo?. ¡No soy perfecta y tampoco tengo corazón de hierro!, ¡¿y que hay de malo que quiera tiempo?!. ¡Así que me haces el favor y no vuelvas a llegar de esa manera!

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