IV

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  “La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible”.

  Jorge Luis Borges.

  —Lo siento, pero no estoy aquí para firmar ningún libro, ni revista y mucho menos para fotos.

  —No vine para un autógrafo, gracias y tampoco para una foto...

  Me volteo rápidamente al escuchar su voz, y sí, era el Doctor Alessandro Brown.  ¿Por qué me gusta decir su nombre?

  —Buenas tardes, que sorpresa —le digo—, no pensé verlo aquí.

  —Yo tampoco, me encontré con su hermana en el supermercado y dijo que estaría entre la primera multitud que viera al salir. Juro que quería ayudarla,  pero me entretuve bastante verla desesperada intentando salir.

  ¡Nathalie!, ¡voy a matarte!

  —Me quedé esperando su llamada ese día —comenta.

  —Ah si, tuve un inconveniente, y además, tuve que resolver algunas cosas del trabajo.

  —Vaya, eso significa que sus memorias han vuelto, ¿cierto?.

  —En realidad no, estoy trabajando bien como modista, pero no puedo escribir ningún libro, y quisiera saber si hay alguna manera de que mis memorias sobre la literatura vuelvan.

  —No. Si no volvieron, no volverán.

  —¿No?. Ni siquiera una terapia, una máquina, ¿nada?

  —¿Una máquina? —pregunta aguantando la risa.

  —Estoy desesperada.

  Él me observa por unos segundos y luego, de su bolsillo, toma una pequeña libreta y un bolígrafo para escribir.

  —¿Qué es? —digo notando que es un número de teléfono.

  —El manicomio más cercano.

  —¡¿Piensa que estoy loca?! —exclamo.

  —Soy Neurólogo e internista señorita Otero, nada más, no sé si existe una terapia para que vuelvan las memorias, y mucho menos de una máquina.

*Suspiro* —No tiene caso, creo que debo renunciar.

  —¿Y por qué debe renunciar?. Solo debe dejar que la imaginación llegue y plasmarlo en un papel.

  —Ese es el punto, no puedo, nada llega a mi mente. Intenté leer las historias que había escrito y nada llegó.

  —Allí está el problema, buscó en un lugar donde la inspiración ya hizo su función, debe buscar inspiración nueva, en un lugar en el cuál no la haya buscado.

  —¿Y cuál sería ese maravilloso lugar?

  —Tengo la idea de saber dónde es, pero la pregunta es si quiere ir conmigo.

  —Por supuesto, me encantaría.

  Ahhh!!!!!! ¡Nathalie te amooo!!!

  Ambos caminamos unas cuadras, hasta llegar a una muy, pero muy grande biblioteca.

  —¿Es aquí? —pregunto.

  —Dijo que quería buscar sus recuerdos literarios, ¿y que mejor lugar que en dónde sobran los libros de literatura?.

  —Buen punto.

  Ambos nos adentramos y me guía a un estante donde se encuentran algunos libros de literatura.

Entre líneas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora