XXXV

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"Estar embarazada es estar vitalmente viva, completamente mujer y angustiosamente habitada".

Anne Christian Buchanan.




-Muy bien, señor Adam, quiero ver su trabajo. De allí, podré guiarme y ver si podemos trabajar juntos -digo amablemente por el teléfono.

-Gracias por la oportunidad, señorita Amelia. Ya le envío mis diseños.

Hace unos días, mi secretaria me comentó que un diseñador neoyorquino quería hablar conmigo, hacer un contrato y unir nuestros diseños para una exhibición. Me pareció un poco descortés que me haya pedido ir a Nueva York cuando él es el interesado y por eso lo llamo desde aquí para ver qué me propone, además, dice que sus diseños son los mejores, pero poco valorados.

Y... No, no son buenos, ni hermosos y mucho menos "vanguardistas". Son todo lo contrario: los colores chocan, las estructuras no son buenas y el diseño, en mi opinión, es fatal. Entiendo que hayan soñadores que quieran ejercer en este mundo de la moda, pero conozco personas cómo él. No aceptan sugerencias de los demás y dicen que son "despreciados por su arte" y que quieren hundirlo, cosa que se malinterpreta a diario.

-Bueno, señor Adam. Debo admitir que no había visto diseños cómo los de usted y...

-¡Son bellísimos, verdad?! -exclama-. Hay mucha gente envidiosa que dice que debo "moldearme un poco" y ver un poco de lo que hay en el mercado y ajustarlo a mis diseños. No saben de moda.

En realidad... Felicito a la persona quien se lo dijo. Por eso se le llama "diseñador de moda". Un poquito de los común y ajustarlo con tu vanguardismo.

-¿Y bien?. ¿Hacemos un trato? -pregunta.

-Déjeme pensarlo. Lo llamaré cuando tenga una respuesta.

Cuelgo.

La manera más sutil de descartar a una sugerencia sin lastimar a la persona.

Miro la hora y son la una y media de la tarde, mi estómago suena del hambre, pero siento mucha fatiga.

-No te prestaré atención. Y si es de dejar de comer, dejaré de comer, pero me cansé de vomitar -digo para mí misma y me levanto dispuesta a realizar unos diseños.

Empiezo a ver detenidamente un libro donde tengo diferentes tipos de telas. Entonces, observo una tela marrón claro, su textura es suave, gruesa y ligera; eso me recuerda que pronto llegará el otoño. Ésta tela es perfecta para un atuendo.

Teniendo en cuenta cómo es el otoño: brisa fría, colores entre marrón, amarillo oscuro, beige, naranja, etc., también me inspiro de lo que se usa ahora. Voy a combinar el estilo actual, el color del otoño y quiero añadirle detalles vintage, diseños pasados y ajustarlos a los de ahora.

Estoy muy motivada dibujando, de vez en cuando modelaba en mi oficina imaginando que tengo la prenda y arreglo varios detalles. Mi trabajo me divierte mucho, a veces bromeo con mis empleados, juego con mis telas o me imagino que soy Cenicienta cuando confecciona su propio vestido para ir al baile y que sus hermanastras dañaron.

En eso, mientras desplegaba una tela para verla mejor, se cae mi cinta métrica, la recojo, y se me ocurre la idea de medir mi abdomen, debo de estar más flaca que antes después de tanto vomitar.

No, no rebajé, más bien, estoy un poco más gorda que antes, cosa que me resulta extraño.

Tomo asiento un momento y me pongo a pensar qué podría ser lo que tengo, ya que no lo había hecho, sólo esperaba que pasara tarde o temprano. Me pongo a investigar lo que podría tener, y lo que más se asemeja con mis síntomas es...

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