“Los grandes cambios siempre vienen acompañados de una gran sacudida. No es el fin del mundo, es el inicio de uno nuevo.”
Lorena Franco
—¡Nath levántate que vamos a llegar tarde! —grito mientras guardaba algunas cosas en la pequeña maleta—. ¡Nathalie!!!
Ella llega a mi habitación, pero se nota que está más dormida que despierta.
—¿Si? —pregunta somnolienta.
—Ya guardé tu ropa en la maleta ya que solo serán tres días, pero necesito que te arregles.
—¿Maleta?, ¿arreglarme para qué?
—Por Dios Nath, nos vamos a Nueva York.
—¡¿Qué?! —exclama—, ¿me vas a llevar?
—Claro, ¿porque no?
—¿Y mis clases? ¿no te pondrás molesta porque faltaré?
—Resolveré eso después, pero arréglate ya
Ella sale corriendo de mi habitación gritando y saltando emocionada ¿Jamás la había sacado de California?. Que mala hermana era.
Unos minutos más tarde ya estábamos en el aeropuerto. Noté que Nath estaba como una niña pequeña.
—¿Estás emocionada? —le pregunto.
—¡Claro que sí! —exclama—. Una cosa es ser la hermana de una modista reconocida por todo el mundo, y otra cosa es ir personalmente a la boutique más grande de Nueva York con la jefa.
—Okey, fan número uno, vámonos.
Ambas subimos al avión y despegamos. Mientras ella miraba la ventanilla como una niña pequeña, yo estaba con mi laptop investigando sobre lo que debo hacer.
Debo llegar y supervisar la atención al cliente, entregar unos atuendos y supervisar las ganancias. Estoy muy nerviosa, no sé si lo haré bien.
Casi seis horas después, ya estábamos en Nueva York. Tomamos un taxi, y nos dirigimos a mi apartamento apartamento, que hace solo unos minutos sabía que existía.
—Nathalie quédate quieta —le digo—, no estamos en Disney para que te tomes tantas fotos.
—Es la primera vez que me traes aquí, debo aprovechar —responde.
Me acerco a la recepcionista mientras Nathalie le pedía a alguien que le tome fotos. Sí que parece turista.
—Buenos días señorita— le digo.
—Buenos días señorita Otero —responde—, ya la extrañaba.
—Yo también. —Solo Dios sabe quién es ella, solo sé que le pago para que me cuide la llave del apartamento—. ¿Me puedes entregar la llave de mi apartamento?, por favor.
Ella me mira con el seño fruncido uno momento —Mierda, ya lo arruiné—, y luego responde:
—Claro —dice y me la pasa—. Que tenga un lindo-
—¡Amelia!. —Llega gritando Nathalie—. Que mala, me dejaste sola.
—Estaba buscando la llave del apartamento, y además, no quise interrumpir tu seción de fotos.
—Disculpe —dice la recepcionista—, ¿ella es su hermana?
—Si así es.
—Un gusto —le responde Nath.

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Entre líneas
RomantikUn día era una famosísima escritora y modista, muy perseguida y admirada por todos a pesar de su arrogancia y orgullo. Luego, el destino le cobra factura arrebatándole sus memorias y despierta de un accidente sin siquiera saber su propio nombre. P...