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  “Cuanto más abiertos estemos a nuestros propios sentimientos, mejor podremos leer los de los demás”

  Daniel Goleman.

  Comenzó un nuevo día, y uno muy diferente. Debo admitir que no estoy acostumbrada a cambios tan radicales en mi día a día, me siento extraña. Puede ser la costumbre de llevar una vida estrictamente organizada y por eso es tan extraño despertar lejos de mi mansión, trabajo, trasnochos y demás. Bueno, sea lo que sea, me agrada y quiero seguir con esto.

  Desperté junto a Rey y Alessandro despertó sobre el suelo, le pregunté qué sucedió, solo respondió que a Rey no le gustó la idea de dormir juntos.
 
  Hicimos juntos el desayuno, que por cierto, estuvo muy delicioso y completo, pero dejamos un gran desastre. Luego de limpiar, Alessandro tomó asiento en el porche para respirar el hermoso y limpio aire que hay aquí. Lo ví tan pacífico y tranquilo que no pude evitar acercarme.

  Tomo asiento a su lado, y me acerco lo suficiente a él para abrazar su brazo y recostar mi cabeza sobre su hombro. Suspiro lentamente y relajo cada parte de mí cuerpo.

  —¿Tienes algo que decirme? —pregunto, recordándole sobre el tema que tenemos pendiente.

  —¿Quieres saber la razón por la cuál te traje a este lugar?

  —Por favor.

  —Te traje aquí por dos razones —comienza—. La primera, mostrarte otro mundo lejos de los fans, revistas, trabajos y enseñarte a relajarte de vez en cuando. Apoyo lo que haces, lo admiro y me siento orgulloso, pero no es bueno en exceso y lo sabes por experiencia.

  —Sí, lo tengo en cuenta...¿Y la segunda?

  Me separo un poco de él para mirar sus ojos, no me mira, solo observa el horizonte seriamente. En su semblante solo nota preocupación y un poco de impotencia.

  —Cuando venía de trabajar, encontré a Anthony cerca de la mansión —cuenta—. No sé que estaba esperando, él solo veía su celular sin hacer nada. Lo primero que cruzó mi mente fuiste tú. Me preocupé, y supuse que esperaba algún movimiento de tu parte.

  >Luego, Nathalie me pide que lea un mensaje que llegó en tú celular. Ella lo borró, pero no antes de enviármelo.

  Alessandro saca de su bolsillo su celular y muestra el siguiente mensaje:

  Desconocido: Amelia, vete de tu mansión. Anthony te está esperando y está totalmente armado. No esperes una tragedia para reaccionar y darte cuenta que estás en peligro. Debes huir por lo menos una semana, tal vez desista, pero no es seguro. ¡Huye!!

  Quedo totalmente atónita al leer el mensaje y un poco de pánico me invade.

  ¿Me estaba espiando?. Ese hombre está demente y ¡¿armado?!, ¿qué planeaba hacer?

  —No quiero arriesgarte —dice—. Tal vez parezca un acto cobarde de mi parte, puedo responder a tal amenaza y puedo enfrentarlo, poco me importa lo que haga conmigo, pero tú estás en juego.

  >Amelia, eres lo más preciado que me ha pasado, eres mi vida, eres todo para mí, y sería estúpido de mi parte enfrentarlo sabiendo perfectamente que estoy en desventaja.

  >Dos veces lo enfrenté y casi muero por ello. No puedo imaginar que, una tercera vez, te pierda a tí para siempre... No podría vivir con ello.

  Ambos guardamos un momento de silencio. Solo se escucha el sonido de las hojas de los árboles moverse con el viento y algunos pájaros cantar.

  Miro el paisaje y respiro profundamente. De la nada, suelto una pequeña risa y Alessandro me observa con extrañeza.

  —¿Sucede algo? —pregunta confundido.

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