"El placer en el trabajo pone la perfección en el trabajo."
Aristóteles.
Amelia.
Me preparo para dormir temprano, mañana será un día muy largo y pesado así que necesito descansar. En eso, llega un mensaje de un número desconocido, pero al leerlo supe de inmediato quien era.
Desconocido: Buenas noches, señorita Otero, espero no molestarla pero necesito que me conteste una cosa.
Guardo el contacto y respondo:
Amelia: Buenas noches, señor Alessandro, para nada, ¿qué sucede?
Alessandro: No sabía que nos íbamos a casar.
Amelia: ¿Casarnos?
Alessandro: Mi sobrina llegó saltando y gritando porque tú la dejaste ser la madrina de nuestra boda... Me lo hubiera dicho con tiempo, le hubiera comprado al menos un anillo.
*Rio a carcajadas* —Dios ¡Que ternura! Tal vez no tuve que decirle eso a Camill.
Amelia: Su sobrina me había preguntado si nosotros teníamos una relación, le dije que no y dijo que si algún día nos casamos ella sería la madrina de honor y pues, le dije que sí.
Alessandro: Entonces, ¿no hay boda?
Amelia: No, que yo sepa.
Alessandro: ¡Rayos! Ya estaba buscando el lugar donde se haría la ceremonia.
Alessandro: Bueno, como usted le dijo a Camill que había una posibilidad de que nos casemos, mantendré la esperanza.
Amelia: Me alegro. Cambiando de tema, ¿quién le dió mi número?
Alessandro: Su hermana me comentó que usted quería mi número de teléfono pero le daba vergüenza pedirlo, así que ella me dio el suyo.
Nathalie Otero... ¡Gracias!!!!
Alessandro: Bueno, me alegro haber aclarado todo, me gustaría seguir hablando con usted, sabe que jamás me canso, pero un paciente me está esperando en quirófano.
Amelia: Descuide, no hay problema, hablaremos tranquilamente el próximo viernes.
Alessandro: Hasta el próximo viernes, señorita.
Al culminar nuestra conversación, dejo caer mi celular sobre mi pecho y suspiro. Noto mi estúpida reacción cada vez que me habla y solo deseo una cosa: Una cura para este sentimiento.
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—Muy bien, Nathalie. Nada de fiestas, nada de desastres, nada de acostarse hasta tarde, nada de comer porquerías, nada de romper cosas, nada de traer a personas a esta casa y si vas a salir debes cerrar todo con llave, asegurarte de que las alarmas estén encendidas cuando vayas a dormir...
—Okey... —interrumpe Nath pesadamente—. Te puedes ir tranquila, sé cuidarme sola.
—Está bien —La abrazo cálidamente despidiendome de ella—. Recuerda lavar los baños.
—¿Por qué no podemos contratar a una mujer que lo haga?
—Porque yo no quiero esclavos, y además, no estás inválida así que puedes hacerlo sola. ¡Aprenda a independizarse!
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Entre líneas
RomanceUn día era una famosísima escritora y modista, muy perseguida y admirada por todos a pesar de su arrogancia y orgullo. Luego, el destino le cobra factura arrebatándole sus memorias y despierta de un accidente sin siquiera saber su propio nombre. P...