XIX

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  “Mantente alejado de aquellas personas que tratan de menospreciar tus ambiciones. Las personas pequeñas siempre lo hacen, pero los verdaderamente grandes hacen sentirte que tú también puedes ser grande”.

  Mark Twain.

 
  —¿Aún no despierta? —pregunta.

  —No, ni siquiera se mueve.

  Estoy en el hospital junto con el hermano de Alessandro, Mateo, con quién pude comunicarme e informarle sobre el estado de Alessandro.

  Después de llegar al hospital, los doctores pudieron recuperar el pulso de Alessandro por un milagro. Por ahora está estable, pero muy delicado; le han hecho demasiados estudios y algunas cirugías, ya que lo golpearon tan fuerte que algunos órganos se desprendieron.

  Mateo casi se desmaya al ver lo que le había sucedido a su hermano y los estudios que habían que hacerle, pero yo pagué todo, él quiso colocar al menos un tercio de lo que se gastaba, pero me negué rotundamente.

  Han pasado cuatro días, cuatro horribles días en los cuales Alessandro no reacciona. Los doctores me dijeron que está estable y sus órganos están funcionando, pero él no ha despertado y eso me preocupa.

  —¿En qué se habrá metido esta vez? —murmura Mateo.

  —¿Esta vez? —pregunto.

  —Hace tiempo le sucedió algo similar, un día estaba bien, y al otro lo encontramos agonizando en un callejón. Fué suerte de que estuviera vivo y que pudo continuar con su vida tranquilamente, pero nunca supimos quien lo había hecho y él nunca quiso contarlo.

  —¿Las autoridades no hicieron nada?

  —Me endeudé tanto en su tratamiento que no pude pagar para que investigaran, y luego, fué muy tarde para empezar una investigación.

  Giro mi rostro y observo a Alessandro con tristeza, tomo asiento a un lado de su cama y solo lo observo esperando alguna señal, algún indicio que me diga que él está bien.

  —Si vas a estar con él, debes de estar preparada para cualquier tipo de sorpresas —dice Marco quien también toma asiento, pero al otro lado de la cama.

  *Río* —Creo que ya me estoy acostumbrando.

  En ese momento, recuerdo todos los momentos que pasé con Alessandro, desde el día en el que abrí los ojos en este mismo hospital, hasta aquel desayuno en el que estuvimos juntos. De haber  sabido que esto sucedería, hubiera aprovechado más ese tiempo.

  Un nudo en mi garganta se forma y trato de evitar llorar al verlo de esta forma.

  —¿Estás bien? —pregunta.

  —Si —respondo.

  —No lo estás —dice—. Lo quieres y es por eso que te preocupa, no tienes por que ocultarlo.

  —Tienes razón, estoy preocupada, cualquier cosa podría suceder, está entre la vida y la muerte; y en solo pensar que podría morir en cualquier momento...

  —Los doctores dijeron que está estable, así que no te preocupes, aunque no es fácil, solo podemos confiar en su palabra.

  Levanto la mirada y él me sonríe levemente.

  Mateo tiene mucho en común con Alessandro. Mateo tiene el cabello igual de castaño como el de Alessandro, pero éste tiene algunas canas; sus ojos son igual de café, pero Mateo los tiene más claros. La mayoría de sus facciones son iguales, pero manteniendo muchas diferencias. En lo que más se diferencian es en su actitud, Alessandro es un poco cálido y sentimental, y Mateo es frío y un poco distante.

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